“Tengo muy claro que en esta profesión docente nunca dejaré de estudiar, de aprender, actualizarme, capacitarme”
DE LA ESCUELA TRADICIONAL A LA NUEVA ESCUELA MEXICANA
Virginia Macíaz
Ayón
Han pasado más de
20 años y todavía recuerdo a mi profesora María que me daba clases en el pueblo
de Cosalá, Sinaloa; Pueblo Mágico, por cierto. Recuerdo, cuando en el salón de
clases, mi maestra María me regañaba frente a todos sin que yo diera motivos.
Recuerdo, como si ahorita fuera, un día que mi mamá me llevó a la escuela, y me
encargó con la maestra diciéndole: le
dijo a mi hija, y se la encargo con todo y nalgas. No pasó mucho de eso, cuando
se me ocurre decirle a la maestra - ¿Me deja ir al baño, por favor? -. A lo que
mi maestra respondió - Nooooo, nooooo, no -, con voz fuerte, y volteándome a ver con cara
de pocas amigas siguió diciendo - no vas al baño, niña malcriada, grosera, usted
viene a estudiar, te quedas sin recreo. ¡Fíjate lo que hiciste! Me
interrumpiste la clase, pon las 2 manos, te voy a dar 2 reglazos con el metro, y
a las 10:30 te quedas aquí, y en tu vida pedirás permiso para ir al baño. Ramón
trae unas piedritas para hincarla, pues todo el plebero se alborotó y me distrajeron,
fíjate bien, para la otra que quieras pedir permiso… se me olvidó lo que estaba escribiendo en el
pizarrón -.
Recuerdo que el
pizarrón era color verde, figura rectangular, feo, por cierto, viejo, con la
fecha en la parte superior, lleno de letras, números, ¿cómo olvidarlo? Si tenía
que copiar todo en el cuaderno, calladita porque siempre le tuve miedo a la
profesora; si no terminaba cuando ella terminaba de escribir todo, nos ponía a
escribir una plana de la fecha y la oración “debo portarme bien en el salón de
clases y terminar el trabajo”.
Esa vez que le
pedí permiso y no me dejó ir, sólo me quedé callada, aguantándome las ganas de
hacer pipí. Me cumplió lo que dijo, me pegó los 2 reglazos, (Asssssh, cómo me
dolieron las manos; luego me hincó en piedritas. Todos los alumnos le teníamos
miedo, con un grito que daba nos dejaba sin aliento o, si no, un azote con la
regla, un jalón de orejas o, simplemente, con una mirada significaba “aquí
mando yo, yo soy la maestra” y quedaba claro que íbamos a la escuela a
escuchar, a estar pasivos, a trabajar callados y escribir planas y más planas.
La maestra María
aún no se jubila, y yo me pregunto qué será de ella. No me la imagino ahora con
las exigencias de la Nueva Escuela Mexicana, donde el estudiante también debe
tener una participar de forma activa en la clase, socializar, jugar, expresar
sentimientos, emociones, hablar, colaborar, opinar. Escuché hace poco que su
vocación es la docencia. Me pregunto, ¿sabrá usar la Nuevas Tecnologías de la
Información y Comunicación (NTIC) como el uso del internet, el WhatsApp, los
formularios Google, las plataformas digitales como el ZOOM, Meet, classroom, el edpuzzle, canvas, podcasts, las wikis, los foros, y la aula activa, entre otros?
Cómo han cambiado
las cosas, los profesores en la Nueva Escuela Mexicana tenemos que enfrentar nuevos retos, como
docente con valores, principios, ética, vocación, moral e intelectual, ser innovadores en su práctica docente, con
conocimiento de enfoques, nuevos paradigmas, como la participación de todos,
autonomía, interés por todos los estudiantes, favorecer la equidad, inclusión, acceder
a la actualización en planes y programas de estudio, valores, cariño, respeto, conocimiento del contexto, socializar con
todos y todas, desarrollar la escucha activa, promover el aprendizaje por
excelencia, pluricultural, colaborativo, equitativo, favorecer las habilidades
socioemocionales; sobre todo, continuar el desarrollo profesional de las
maestras y los maestros en el sistema educativo, por mencionar un poco.
Recuerdo el respeto
o miedo que se le tenía a mi profesora María, que lo que ella decía eso era y
mis papás le tenían mucha estima. ¡Qué diferencia de ahora, como maestro no le
puedes hablar en tono fuerte a ningún estudiante, porque hasta el que está en
nivel inicial o preescolar te reta y te dice cálmate - “maeta” te voy a echar
al DIF -, o - le diré a mi papá que venga y te mate o a mi mamá que es bien peleonera!
Algo que no recuerdo,
es haberle visto a la maestra María una planeación didáctica, un guion
didáctico, encuadre. Sus herramientas eran el gis, el pizarrón y los libros. No
recuerdo que nos tomara en cuenta, mucho menos considerara nuestros estilos de
aprendizaje, y ¡¡así, aprendíamos!! ¿Cómo está eso? Ella fue entrenada para
castigarnos, regañarnos, gritarnos, las clases siempre eran iguales, escribir y
escribir en el pizarrón, ella hablaba desde el escalón que tenía el salón de
clases; ese escalón significaba que no éramos iguales, allí mandaba la
profesora, quien también le dio clases a mis hermanos y hermanas. Ella siempre
escribía en una libreta azul muy viejita, misma que se le veía en las manos
todo el tiempo. Al parecer, los alumnos para ella eran los mismos, no había Nueva Escuela Mexicana, no había
innovación tecnológica; la clase giraba en el aquí yo soy la profesora y ustedes
los alumnos. Tampoco existía ese concepto llamado innovación que según Hoyle (1969;
136) “es como una idea, una práctica o un objeto percibido como nuevo por un
individuo”. La maestra no trataba de modificar sus ideas, sus valores o el
modelo de enseñanza.
No me queda duda
que la profesora María estudió para ejercer su oficio de profesora y que su actitud
e ideas sobre la docencia eran similares a las que ella aprendió de sus maestros.
Tampoco me extraña por qué nunca hubo novedad en cuanto a la actualización docente.
Más bien entiendo por qué el dicho de que “cada maestrito tiene su librito”, y
por qué las clases siempre eran parecidas. Por otro lado, permítanme contarles
que ahora que soy profesora he intentado no ser como ella. Tengo muy claro que en
esta profesión docente nunca dejaré de estudiar, de aprender, actualizarme,
capacitarme y, sobre todo, tengo muy claro que más que mantener una disciplina
impecable con el grupo teniéndolos en silencio, o memorizando datos sin
sentido, es el amor y el cariño que les doy a mis estudiantes y que ellos me
dan cada día, lo que más atesoro. ¡No se paga con nada!
Comentarios
Estimada Maestra Virginia, los tiempos han cambiado y el discurso en la educación, también. Las maneras impositivas, físicas y evidentes, del trato con los alumnos son, ahora, criticadas y sancionadas, por la vía legal o de facto. Y eso, dicen, ayuda mucho al proceso educativo. Lo cierto es que, antes y hoy, lo imprescindible es la preparación y la actualización en el trabajo docente; y, como lo dices, amar y querer a los alumnos para propiciar una educación armoniosa y colaborativa.
Pero, como a ti, a muchos nos queda una tremenda duda: ¿Por qué si aquellos, nuestros profesores de antaño, eran impositivos, tradicionales y autoritarios, los alumnos de entonces aprendíamos de verdad?
Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
En este tiempo que nos toca vivir y ser actores principales en el proceso educativo, la propuesta de la Nueva Escuela Mexicana, busca como atender equilibradamente todos los ámbitos de la formación humana. Segura estoy que de ello das cuenta en tu trabajo día a día para que ningún estudiante experimente situaciones adversas por las que tu pasaste; además tengo la certeza de que tu determinación por crecer con un doctorado, de continuar perfeccionándote como la educadora cálida con sus preescolares y la asesora ejemplar con los universitarios. Continúa con tu desarrollo laboral y personal. Abrazos. Mayra Zazueta.