“MEA CULPA C-19”
Miguel Ángel Castelo Vega
Y de pronto me quedé a oscuras con la luz encendida, el pecho apretado, empecé a estornudar, pensando que ya me había contagiado, pero como no viajo a ningún lado dije: esto sólo es obra de la mente, y efectivamente, así fue, no era más que una simple gripa. Entonces, me acuartelé en la casa y empecé a ir y venir de la recámara a la cocina, a la sala, y así mientras llegaba la noche para dormir y dormir…
El anuncio estaba dado, llegaba la pandemia y, como mitote en el rancho, se desplazó rápido por todos los hogares. Hubo que quedarse en casa, encerrado con quien más amas, sólo que no estás acostumbrado a vivir con ellos por tantas horas; convivir con tu familia, por más tiempo del usualmente convenido, fue por algunos momentos complicado. Los roles se empezaron a cruzar: querías, por ejemplo, pedir un favor (mandando) como lo haces en la oficina, y nada… que te topas con pared. Como que aún no te cae el veinte de que ahora estás en tu casa, con tu familia… y ahí nadie manda a nadie; porque cada quien, en teoría, tiene establecido su rol y si puedes apoyar adelante, hay que colaborar.
¡Vaya susto que nos ha metido ese microscópico bicho! Hasta logra que veamos cosas que antes, por las prisas y carreras, no veíamos. Empezamos a reconocer a quienes viven con nosotros. Yo, hasta le hallé un nuevo lunar a mi esposa y me acordé de su segundo nombre, en el preciso instante en el que surgió un momento de fricción.
Limpiamos espacios por donde casi nunca pasan el trapeador y la escoba, las niñas pudieron jugar a las muñecas que tenían años sin tocar; me senté tranquilamente a ver una película completa, sin preocuparme de cosas que en estos momentos de nada sirven en nuestras vidas; pude sentarme a leer con mi hija autores clásicos como Antoine de Saint Exupéri, a Charles Perrault, a Bruno Gibert, a Gustavo Roldán, entre otros; incluso, hasta me di el lujo de consultar más el diccionario en el libro y no en mi lap; y también conocí el nombre de las tantas muñecas con las que juega mi hija, cosa que por mi cabeza jamás pasó siquiera que tuviesen nombre.
Y así han pasado los días. He visto salir ropa y zapatos que tenía mucho sin encontrar por ninguna parte. Sin duda, este virus ha traído muchas cosas interesantes a nuestras vidas; como el encontrarte a solas con esos momentos que por las prisas dejamos en el olvido; como el mencionar y regocijarnos con palabras que hace mucho no las pronunciábamos, incluidas algunas maldiciones que le dan color a nuestro vocabulario.
Volvimos a desempolvar algunos libros y desintoxicarnos por momentos del grillete de ser co-dependientes del celular, aprendimos a escuchar el distintivo sonido de un mensaje sin sentir la urgencia de responderlo de inmediato, y dejarlo, incluso, sonar como apagado.
En fin, el Covid 19 nos hizo reconocer y acordarnos de personas con las que hacía mucho no platicábamos ni siquiera por teléfono; nos enseñó a ser más empáticos con las personas que no tienen lo elemental para comer; y también, algunos, volvimos a disfrutar de placeres que, los que somos de rancho, anhelamos siempre en la ciudad: desayunar, comer y cenar todos juntos en familia…, y luego sentarnos a ver con felicidad las hermosas estrellas que iluminan el cielo del Universo.…
Comentarios
Toca mirar desde adentro, aunque habrá quienes huyan a ello... porque duele. Bueno, eso me parece.
Saludos.
UN TEXTO MUY EVOCATIVO QUE NOS PERMITE REDESCUBRIR ESE MUNDO QUE AHÍ ESTABA PERO QUE NO REPARAMOS EN ÉL PORQUE "ANDAMOS APURADOS" COMO DICE AQUEL POEMA "CUANDO LA TORMENTA PASE".
UN ABRAZO DESDE LOS MOCHIS.
CON AFECTO.
ADÁN APODACA
Soy Sarahí Aguilar, ex alumna de UPES y admiradora (no secreta) de este hombre cuasi perfecto. Le mando un abrazo psicológico.
Rafael hernandez601
Un abrazo para usted.
Ma. Teresa V. Tafoya