“Y si por tu mala suerte, su regla se rompía mientras te pegaba, debías traerle una nueva regla ya que por tu culpa había pasado eso”




 



LA VIOLENCIA QUE EJERCEN LOS DOCENTES

 

Julio César Soto Moreno

 

Fue este domingo 12 de octubre, mientras estábamos en clases de maestría cuando nos invitaron a la presentación del libro “Investigar los Contextos Educativos. Semilleros de Investigación”, de la Universidad Pedagógica del Estado de Sinaloa, donde hubo un lleno total del auditorio, este libro es un compendio de investigaciones que han realizado docentes de la universidad, y alumnos de las licenciaturas como coautores. Siempre he dicho que las oportunidades las tienes que aprovechar, y estos alumnos y alumnas han realizado un proceso que marcó sus carreras con la investigación y el poder ser parte de una publicación que trasciende entre su quehacer académico y su superación profesional.

Entre los temas expuestos el que acaparó mi atención fue el que presentaron la Dra. Elisa Chavarín y la Licenciada Dulce María Portillo, acerca de la violencia ejercida por los docentes dentro del salón de clases y cómo hasta hace apenas unos años estaba tan normalizado el que los docentes castigaran hasta con golpes a los alumnos, hoy es algo que no se puede siquiera imaginar.

Pero fue a través de esa investigación que las autoras acudieron a centros escolares, de secundaria específicamente, y recabaron la información necesaria a través de encuestas, y determinaron que los jóvenes estaban sufriendo violencia por parte de los docentes, sin siquiera saber que la estaban recibiendo, era algo tan normal para ellos, puesto que no sabían cómo expresar lo que sentían, por ejemplo de las burlas de los docentes cuando no rendían igual que sus demás compañeros o de los apodos a manera de sobajar su autoestima, hasta los gritos que muchos docentes estaban acostumbrados a dirigirlos durante todas las clases, poniendo pretextos como, “es que, si no hablo fuerte, no me escuchan” o “así hablo yo, así es mi voz”.

Mientras escuchaba esto, de inmediato me transporte a mis años de primaria, en los que, ahora que escucho esto, me doy cuenta que era violencia llana y palpable por parte de algunas maestras, lo que propinaban durante sus clases; hablo desde mi propia experiencia, ya que, yo sabía que sí podía con los deberes escolares, me gustaba asistir a la escuela, me encantaba dibujar, jugar en el recreo con mis amigos y cumplir con todo lo que se nos pedía. Pero lo recuerdo perfectamente, cuando iniciamos un ciclo escolar, la maestra que nos tocó, que era una persona de unos 60 años, o tal vez más;  al momento de pasar lista y llegar a mi apellido dijo: “Soto Moreno”, yo levanté la mano y contesté: “presente, maestra”, de inmediato levantando las cejas y haciendo una mueca como de desprecio o desapruebo dijo: “otro Soto, a ver si no sales igual que tus hermanos”, y es que, al parecer, ella ya le había dado clases a varios de ellos, ya que fuimos 9 en total, siendo yo el menor de todos y ella por su edad, debió darle clases por lo menos, a de tres de ellos, sino es que a más;  yo en ese momento no sabía que eso se considera violencia, puesto que sin conocerme, me estaba etiquetando como alguien que le causaría problemas.

Yo siempre fui despistado, mi mente y atención se disipaban mientras estaba en clases, me gustaba observar el cielo, las nubes, las flores o hacer dibujos en mi libreta y cuando la maestra me preguntaba algo y yo contestaba que no sabía, o contestaba mal, me gritaba: ¡eres igual de burro que tus hermanos! Eso me hacía sentir mal, pero nunca lo externaba ya que era una maestra que, si “rezongabas”, o le dabas la contraria, su castigo era que pusieras las palmas de tus manos al frente y ella te daba un reglazo con su metro de madera que siempre traía consigo, y, si por tu mala suerte, su regla se rompía mientras te pegaba, debías traerle una nueva regla ya que por tu culpa había pasado eso.

Entonces, desde mi subconsciente, a manera de evitar todo eso que me hacía sentir incómodo, y a como mi corta edad me diera a entender, mejor traté de pasar inadvertido, como que me hice invisible, asistía a clases, aprendía muy bien las lecciones, hacía bien mis tareas y si preguntaba algo, aunque supiera la respuesta, y que por dentro anhelaba que me preguntara a mí y quería levantar la mano para contestar, mejor no hablaba, evitaba el que me dijeran “burro o si no sabes, mejor ni hables”, total, ella pensaba que yo era el que nunca sabía nada, así es que trataba de portarme lo mejor posible, pero, era un niño como todos los demás, brincaba, jugaba o hacía travesuras.

Ya desde hace mucho tiempo superé esa etapa (bueno, eso creo) y también desde hace mucho tiempo supe que eso que yo pasé, era violencia ejercida por el poder de una maestra, de alguien que a lo mejor ya estaba cansada de dar clases, o que a ella la formaron de esa manera, y sólo repetía patrones establecidos, o simplemente era alguien que disfrutaba gozar del poder recibido por un título o nombramiento o vaya usted a saber cuáles eran las verdaderas razones por las que se portaba así. Ella si predicaba con el ejemplo (muy mal, por cierto) de que las letras con sangre entran.

Y así por estilo, durante la secundaria y la preparatoria surgieron algunos maestros (muy pocos, por cierto) que, por suerte, ya no pegaban, pero las burlas, comentarios hirientes y otros aspectos que buscaban hacerte sentir mal de alguna manera, siguieron siendo parte de la vida cotidiana de muchos de nosotros como alumnos. Pero de alguna manera había aprendido a sobrellevar esas situaciones a manera de protegerme y evitar conflictos y continuar aprendiendo sin exponerme demasiado, destacando con quienes si daban oportunidades y reconocían mis habilidades como estudiante.

Es por ello la importancia de reconocer patrones de conducta, de que se visibilicen estas acciones y darles la voz a los estudiantes para que no se sigan presentando dentro de las aulas, que no se normalicen estas situaciones que tanto afectan o pueden afectar la autoestima y el aprovechamiento escolar, que bueno que hay investigaciones actuales que muestran como esto sigue ocurriendo, y los alumnos siguen desconociendo aquello que les hace sentir incomodidad y frustración cuando sufren en silencio o lo demuestran con malas acciones o conductas, porque no saben cómo canalizar dichos sentimientos y que todo esto puede ser a causa de… la violencia que ejercen los docentes.

Comentarios

Marité Ibarra dijo…
Amigo parrandero, mi estimado Julio, cómo no comentar tu esxrito.
Qué lamentable situación viviste, te etiquetaron así como así. Trato de entender a la maestra, a esas alturas de los años ya no se tiene nada de paciencia, pero no es justificación para los malos tratos.
La educación de antes tiene sus pro y sus contras y estos aspectos que mencionas pues entra lo negativo.
Me da mucho gusto leerte amigo, quizá pronto nos veamos y podremos platicar más.
Te mando un gran saludo!!
Estimado Julio, es claro que no se puede justificar el maltrato de un alumno por parte de un profesor, y menos en los tiempos de tu niñez, en los que los alumnos estaban en completa merced de sus profesores.
Ahora, en cambio, parece que se voltea la situación y son los profesores los que sufren el maltrato, desdén y burlas de sus alumnos.
Tiempos traen Tiempos y ningún extremo es recomendabl. Por eso importa mucho que
escribiéramos sobre la compleja circunstancia de ser profesor y alumno en el contexto escolar actual

Felicitaciones. José Manuel Frías
Muchas gracias amiga Marité, si es verdad que la educación de antes tiene sus pro y sus contras, maestros y maestras muy buenos, yo creo que a la mayoría de los que tenemos más de 40 años nos tocaron maestros que ejercían algún tipo de violencia. No generalizo que fueron todos los maestros ejerzan violencia, ya que también hay maestros que reciben violencia por parte de los alumnos, solamente describo esta situación en particular. Es por ello la importancia de estos espacios donde se pueden expresar todas las situaciones buenas, regulares y malas a las que estamos expuestos en nuestra vida diaria.
Saludos
Así es maestro Frías, desde mi texto hablo de m experiencia como alumno, hoy que soy decente me pongo a reflexionar la importancia de hacer un análisis acerca de las formas en las que estamos trabajando frente a grupo y tomar consciencia de aquellas acciones que creemos como propias pero que puedan estas causando un conflicto en nuestros alumnos.
Saludos
GILBERTO MORENO dijo…
Estimado Julio Cesar, el tema que tocas sobre las conductas de los maestros de antaño, creo a que a muchos, sobre todo generaciones 70´s u 80´s, era hasta en cierta forma permisivo por los padres de familia, que me tocó inclusive que algún padre de familia, al inicio del ciclo escolar, le decían al maestro a la maestra. "Ahi se lo encargo profe, con todo y nalgas", cosa que ahora es impensable. No se si era mejor o peor la educación de aquellos años, pero funcionaba, había verdadera autoridad pero claro que con sus excepciones. Maestros que de plano nadie quería por su carácter y mala fé de "pegador". y eso era todo, la consecuencia mas extrema era que el susodicho era repudiado y mal recordado por sus alumnos, los que ahora tenemos un vida plena, y la dicha de haber tenido la oportunidad de pasar por una aula de material, con pizarrones, mesabancos y maestros para cada grupo y grado. Saludos, tu amigo Gilberto Moreno
Ian Báez dijo…
Julio, es un gusto volver a leer tus textos por acá. Como joven "Gen Z", no me tocaron esos castigos que muchos de mis maestros y parte de mi familia describen con horror; al parecer, esos maestros y esos hábitos han ido desapareciendo, pero no por completo. Es por eso que conferencias como esas que se imparten a través de la UPES son tan importantes. Excelente texto, Julio, ¡un saludo!
Así es amigo Gilberto, creo que las generaciones de antaño fuimos educados con mano firme (no justificada cuando de violencia se trataba), y la mayoría somos personas de provecho. ¿Aprendimos? Si. Como bien dices, eran otros tiempos, otras formas de pensar.
Estos espacios nos permiten concentrar diferentes miradas y puntos de vista, que se enriquecen con los diversos comentarios.
Gracias por tus comentarios. Saludos
Así es estimado Ian, estos espacios también son formativos, quien diría que a través de una presentación de un libro, me evocarían recuerdos que se tradujeron en este texto. e por ello que se deben de aprovechar al máximo ya sea como asistentes y si es como ponentes, mejor,; te abren nuevos panoramas y reorientan tu formación en los diversos contextos educativos. Gracias por tus comentarios.
Saludos
Tu texto, mi estimado Julio, me hizo recordar que durante los primeros 10 años de servicio ejercí la violencia docente con algunos alumnos que no se aguantaban en el salón. Situación que se justificaba hasta cierto punto porque trastocaban el orden de la clase. Sin embargo, ya que estudié la licenciatura en educación me di cuenta del error cometido. Saludos afectuosos.
Maestro Alfredo, los variados contextos, posiblemente les daban la oportunidad a los maestros de actuar de ciertas maneras, que tal vez por desconocimiento, lo hacían, una llamada de atención, una acción correctiva, pueden ser válidas sin llegar a la violencia o herir los sentimientos del alumno. es una línea muy delgada que se puede romper con facilidad.
Saludos.

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