29 de septiembre, 494 Aniversario de Culiacán
“Culiacán no se explica / se vive / Con sus ríos que se desbordan de sol / con sus calles que huelen a mango / con sus noches que se alargan en canciones”
ALGO QUE
CELEBRAR
Ian Báez
Palazuelos
Culiacán no está en los monumentos,
ni en las plazas recién pintadas,
ni en los discursos de aniversario
que suenan bonitos
pero se olvidan al día siguiente.
Culiacán está en la calle,
en el calor pegajoso que nos obliga a buscar la sombra,
en la risa de la gente,
en los vendedores de agua de cebada
y en los gritos del centro que no paran nunca.
Está en la Gilbertona soltando
verdades en la esquina,
en Chalino cantando canciones que nos llegan,
en la Fanny bailando con los tacones gastados,
y en la raza afinando su troca para el ruido de la noche.
Culiacán es eso,
una ciudad donde hasta los locos tienen nombre,
donde cada esquina guarda una anécdota,
donde el calor se mezcla con los recuerdos
y la memoria se viste de carcajadas.
Culiacán está en cada saludo,
en cada “¿ya comiste?” que significa te quiero,
en cada abrazo que suena a música de fondo.
Culiacán está en la carne asada,
en el humo que anuncia la reunión,
en los raspados de vainilla y ciruela,
en el taco de la esquina que sabe mejor de madrugada.
Tostadas que crujen con aguacate,
callos de hacha que saben a mar abierto,
cervezas heladas que escuchan risas,
y el aroma de camarón y jaiba
que se cuela por las calles hasta tu recuerdo.
Y el pan de mujer, caliente, recién salido,
dulce que se derrite en la lengua
y en cada mordida guarda historias
de manos que lo amasaron con cuidado,
de calles que huelen a horno y a infancia.
Está en las plazuelas,
donde los abuelos cuentan historias
y los adolescentes sueñan con viajes,
en la guitarra que suena tímida,
en la tambora que nunca pide permiso para alegrar.
No hace falta inventar leyendas,
las leyendas caminan con nosotros,
cruzan la Obregón,
se sientan en el kiosco de la Catedral
y esperan un café del Caffenio
Culiacán no se explica,
se vive.
Con sus ríos que se desbordan de sol,
con sus calles que huelen a mango,
con sus noches que se alargan en canciones.
Y yo, que lo camino y lo respiro,
pienso que esta ciudad,
con su calor que nos envuelve
y su gente que nunca se rinde,
es un poema abierto,
escrito en voces distintas,
pero con la misma tinta de sol.
Pienso que esta ciudad,
con todo y sus locos,
con todo y sus rarezas,
es más patria que ninguna.
Porque aquí cada recuerdo arde,
cada voz resuena,
y hasta el más olvidado
termina siendo parte de nosotros.

Comentarios
Ian, te felicito en este 494 Aniversario de Culiacán.
Mtro. José Manuel Frías Sarmiento
Te felicito por tu texto.
Saludos