"29 de septiembre, 494 Aniversario de Culiacán"
“Culiacán es mi espejo y mi ventana, un espacio donde se aprende de la vida misma, con sus alegrías y sus retos”
Si
me preguntan sobre Culiacán…
Celso Gilberto Guzmán Félix
Si
me preguntan sobre Culiacán, no sólo pienso en un punto en el mapa, pienso en
un corazón que late con ritmo propio. Culiacán no es sólo avenidas y edificios;
es el olor a tierra mojada después de la lluvia, el calor que se pega a la piel
como un abrazo, las montañas verdes que rodean la ciudad y la voz del río
Tamazula que nunca deja de correr. Es ese cruce entre el río Humaya y el
Tamazula, donde se juntan aguas que cuentan historias de siglos, y donde nació
la idea misma de la ciudad.
Si
me preguntan sobre Culiacán, respondo con su gente: trabajadora, alegre,
resiliente. Personas que construyen futuro con las manos y con los sueños, que
no olvidan sus raíces y que saben abrir las puertas al visitante con un plato
servido y una sonrisa sincera. En cada barrio, en cada mercado, en cada esquina
hay historias que se cuentan en voz baja o en cantos de banda que llenan la
noche. La música, las fiestas, los sabores —los tacos, los mariscos, las aguas
frescas— son también lenguaje, memoria y pertenencia.
Si
me preguntan sobre Culiacán, también pienso en sus contradicciones. Es una
ciudad que ha cargado con sombras y estigmas, pero también es un lugar de
resistencia cultural, de arte, de deporte y de educación. Un sitio donde la
juventud no se rinde y crea nuevos espacios para cambiar su destino. En sus
universidades, en sus museos, en sus colectivos culturales, se respira una
energía que busca renacer y transformarse, que se atreve a imaginar otro rostro
para la ciudad.
Pero
si me preguntan sobre Culiacán, no puedo ocultar su dolor. Es imposible ignorar
los problemas que han herido su imagen y su tranquilidad; que hay barrios donde
la noche cae demasiado pronto y los sueños se apagan por miedo. Muchas familias
han aprendido a vivir con cautela, con noticias que duelen, con historias que
nadie quisiera contar. Esta sombra no define a la ciudad, pero la acompaña como
un peso silencioso, recordándonos que la belleza y la fragilidad pueden
convivir en el mismo lugar.
Aun
así, si me preguntan sobre Culiacán, yo digo que es memoria y es presente. Es
el eco de los pueblos originarios, la huella colonial, los edificios históricos
que aún vigilan las calles. Pero también es modernidad: universidades, museos,
parques y tecnología que empujan al futuro. Culiacán es, al mismo tiempo, una
ciudad profundamente sinaloense y una ciudad que dialoga con el mundo, que
exporta talento, cultura y creatividad, aunque muchas veces no lo reconozca del
todo.
Si
me preguntan sobre Culiacán, pienso en el Museo de Arte, en el Jardín Botánico,
en la Catedral, en el malecón que abraza el río y en las calles antiguas del
centro que guardan secretos. Pienso en el aroma a pan recién horneado de las
panaderías de barrio, en las plazas donde las familias se reúnen a conversar,
en las canchas donde los niños aprenden a jugar béisbol con un sueño grande en
la mirada.
Si
me preguntan sobre Culiacán, respondo que es mi espejo y mi ventana. Es un
espacio donde se aprende de la vida misma, con sus alegrías y sus retos. Y
aunque a veces duela verla en las noticias, sé que Culiacán es mucho más grande
que los titulares: es hogar, es identidad y es esperanza. Es también un lugar
donde la solidaridad se manifiesta cuando las lluvias inundan o cuando la
tragedia golpea, donde la comunidad se apoya y reconstruye.
Si
me preguntan sobre Culiacán, yo digo que es una ciudad que no cabe en una sola
definición. Es una mezcla de tiempos, de ritmos, de sueños y de luchas. Es un
espacio que enseña a quien vive en él a ser resistente, creativo, a buscar
belleza incluso en medio de la adversidad. Culiacán no es solo un lugar, es un
estado de ánimo, una memoria colectiva y una promesa de futuro.
Y
por eso, si me preguntan sobre Culiacán, responderé con certeza que es más que
una ciudad: es la suma de miles de vidas, de gestos, de historias y de
esperanzas que se entretejen todos los días, haciendo que su corazón siga
latiendo, aunque cambien los tiempos y los nombres.
— Entonces
te pregunto: ¿qué significa Culiacán para ti?
Comentarios
l ¿Qué significa para nosotros Culiacán?
Quisiera responder tu pregunta, para mi, Culiacán significa abundancia, posibilidad de crecimiento, esperanza y ganas de salir adelante.
Saludos
Reciba también un fuerte abrazo y mi gratitud por su felicitación.
Un gusto leer tu visión y sentir que compartimos ese amor por la ciudad.
Saludos afectuosos también para ti.
La pregunta final, busca abrir ese diálogo y escuchar tantas voces como sea posible, porque creo que Culiacán no puede definirse con una sola mirada. Es identidad, historia, tradiciones, pero también es presente y futuro. Es resiliencia, cultura, alegría, pero también desafíos y dolores compartidos. Si cada quien se pregunta qué significa Culiacán, entonces entre todos podremos construir un mapa más completo, más humano y más esperanzador de nuestra ciudad.
Seguimos en contacto!!
Me da mucha alegría saber que logras conectar con lo que escribo y que encuentras en mis textos un reflejo de lo que sentimos por nuestra tierra. Coincido plenamente contigo: Culiacán es más que su paisaje y su clima, es una identidad que se abraza con la memoria, con los sabores, con la música y con la gente que la habita. Decir que es madre me parece una imagen hermosa, porque al final nos alimenta, nos protege y también nos enseña.
Recibe de mi parte un saludo sincero y fraterno, con la amistad de siempre.
Tienes toda la razón, hablar de Culiacán es hablar de una infinidad de aspectos que no cabrían en unas cuantas páginas, porque cada persona guarda su propia visión y sus propios recuerdos. Me alegra mucho saber que en estas líneas pude recoger aunque sea un poco de lo que hace especial a nuestra ciudad.
Te agradezco mucho la felicitación y, claro que sí, seguimos en contacto.