¿Por qué los intelectuales de hoy desprecian el arte?  



 



AGUA SALADA

 

María Madrid Zazueta

 

¿Por qué los intelectuales de hoy desprecian el arte?  Pensé que era la única que lo sentía hasta que en la red virtual encontré un mundo de páginas que hablan de este tema, con titulares como: ¿ciencia y artes son excluyentes? Y otro que cita de Roberto Valencia: “Despreciar el arte es un modo de reprimir los imaginarios que no le convienen al poder”. Me dejó perpleja; pero con la conciencia clara de que no es mi imaginario y la certeza que es necesario replantearse la importancia de este tema más allá de lo que se hace en los escritorios y los temas de titulación de profesionales de la educación.

El primer libro que leí sobre la historia de la Operación Halcón en Sinaloa, que sucedió también en América del Sur, la leí en un libro de relatos editados por la UAS.  O, eso creí, porque luego me prestaron la Antología del cuento sinaloense 1960-1990; publicado en el año 1998 por el COBAES, coordinado por Jesús Manuel Rodelo, donde volví a leer ese relato que tanto me impresionó. En esa obra también se publicó a la famosa escritora Inés Arredondo y al ahora reconocido escritor, Honoris Cuasa, Elmer Mendoza. Aunque yo busqué esta obra por el relato Baturito, de Juana Angélica Cifuentes, que fue el último en la fila. ¿Cuánta historia real hay en la literatura? Nos responde Gabriel García Márquez, Premio nobel contándonos la historia de América y sus pueblos que surgieron gracias a la modernidad, y desaparecieron por problemas sociales provocados por la misma gente, como hoy mismo sucede con Culiacán. También nos responde otro premio nobel Orhan Pamuk, en Mi nombre es rojo, que describe un mundo oriental que donde todavía perviven las tradiciones y los lazos de fraternidad que tienen a esta parte del mundo sumida en guerras civiles e internacionales; como ahora estamos en Sinaloa. También Isabel Allende nos cuenta cómo se vive un golpe de estado; cómo se formó la creencia del “sueño americano”. Una mexicana, que si bien recuerdo es de Tijuana, escribió la novela Punto de fuga donde me abrió los ojos a la crueldad humana que no hace correr la sangre, aunque destruye la mente y las emociones; es decir, deshumaniza. Y, también se muestra que es posible la recuperación de nuestra humanidad a pesar de los traumas ocasionados por los episodios vividos. Si la historia no es suficientemente digna de considerar al mundo intelectual actual, entonces que sea la filosofía, como es tan sencillo de aprender en el Mundo de Sofía, de Jostein Gaarder.

Se suele decir que la historia es aburrida; lo mismo que la filosofía. Incluso, que las matemáticas, que ni los profesionales de la educación más preparados no logran llevar a los alumnos al estudio de estas áreas. ¿Qué logra la literatura? Demostrar que las matemáticas son importantes y que el mundo es mejor gracias a su aplicación, como relata la novela El hombre que calculaba, de Malba Tahan. O sea, que la se logra aprender sin que nadie lo exija ni califique, ¿por qué se aprende tanto de la literatura?

Del poema de Mario Benedetti, “Te quiero”, se percibe la necesidad de amar a nuestros compatriotas, lo que no enseña la ciencia que todo lo intenta explicar y nos abre un mundo de luz entre tinieblas; aunque nos deja sin corazón. Y, como en la película clásica Metrópoli, es necesario que entre el cerebro y la mano medie el corazón.

Es cierto, puede haber muchas tesis del nivel superior y post grados que aborden el tema de la necesidad de usar el arte para aprender en la educación básica. Curiosa situación cuando en los niveles superiores se menosprecia el talento artístico. La producción de literatura no cuenta ni se valoran como se hace con los textos producidos como resumen de investigaciones con aparente intensión de solucionar problemas educativos, que a la fecha no han resuelto nada.

Meditar en estos temas, porque soy una profesionista de educación superior que usa la narrativa para expresarse y comunicarse con un mundo que sigo queriendo entender, me lleva al recuerdo de haber escuchado decir que “escribir de verdad” o “con seriedad” es escribir textos académicos. Pero, ¿quién lee y escribe en una universidad? ¿Por qué en un mundo cada vez más lleno de especialistas en lectura y escritura hay un aumento en la cantidad de niños y adolescente que no leen, porque no saben y porque no les gusta?

Con relación a esto, me acuerdo de dos anécdotas que se las comparto sin algún costo, más allá de leer mi ‘largo’ texto. Resulta que un día Mamá Chabe va a Mazatlán por primera vez, la llevan a Olas Altas donde ella se sienta en la acera del malecón a ver las olas. Luego, con expresión reflexiva pregunta: Chavis, ¿de dónde vendrán las olas? Ella tiene interés genuino en aprender. Por otro lado, me contaron la anécdota de una hija y su madre. La madre conocía los ríos, esos hermosos torrentes por los que fluye agua dulce. Por lo que se negaba a creer que existiera eso que llamaban mar donde el agua era salada. La hija ahorra hasta que tiene lo suficiente para llevar a su mamá a Mazatlán. Una vez que lo logra, se van las dos a conocer el mar. Cuando están en la playa, la señora se mete al agua y luego se lleva la mano a la boca. Se queda unos minutos callada y pensativa. La hija la interrumpe con la pregunta - ¿qué tanto piensas mamá? -. La madre contesta – pienso en cómo le hizo la gente de aquí para echarle tanta sal al agua -.

Las anécdotas anteriores tienen relación, pero la sensación que dejan es diferente. La de la madre que se niega a creer en que el mar es salado por naturaleza, aunque tiene todas las pruebas, me hace pensar en la cantidad de muestras que hay en la importancia del arte en la vida. De lo salvadora que es la literatura para la mente, para sentirse acompañada, para reflexionar en mundos que tal vez nunca podemos pisar, pero que de los que sí podemos aprender para intentar vivir mejor en el nuestro. Y, no puedo menos que sentir que quien no cree en la importancia de escribir y leer literatura en los entornos escolares de cualquier nivel se está empeñando en empeorar este mundo con toda la mejor intención.

Comentarios

Estimada María, yo diría que más que los Intelectuales, son varios Académicos a los que no les interesa el Arte en casi ninguna de sus expresiones, incluida la Literatura, aunque sea ésta creada en sus propios ambientes y escenarios escolares.
A los verdaderos intelectuales sí nos interesa el Arte y no lo despreciamos en nada, por nimia que sea su manifestación.
Así que, bienvenida tu reflexión y ojalá sirva para que algunos cobren conciencia y empiecen a sentirse atraídos por la belleza de las Bellas Artes.
Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
GILBERTO MORENO dijo…
Buen día Mary, hoy por negligencia imperdonable, no hubo nepente que compartiera con tu reflexión sobre la importancia de la literatura como arte y el desinterés actual por las "verdaderas" artes, muy difuminadas hoy en día por las IAS, y si bien, las redes sociales y las tecnologías de la comunicación distribuyen a una velocidad vertiginosa, a diestra y siniestra información sobre cine, pintura, teatro, literatura, siempre vende más lo chusco, lo morboso, lo volátil, modas y modismos, que las nuevas generaciones y ano sabe distinguir entre realidad y ficción. Es mi punto de vista. Saludos. muy buenas conjeturas Mari. Tu amigo Gilberto Moreno
GILBERTO MORENO dijo…
Además, me acorde de la canción de los Tigres del Norte, del mismo nombre que el tema que pusiste tu texto.
Marité Ibarra dijo…
Hola a todos los compañeros integrantes del Blog!!!
Madrid esta narrativa y reflexión hecha texto es muy interesante, me resulta contradictorio pensar en ser intelectual y que no te interese el arte en alguna de su expresión. Entonces no son intelectuales como tales, son seres fríos y sin alma, que no tienen sensibilidad alguna ni aprecian la belleza que les rodea, que vagan por el.mundo sin senrido ni orientación....Y agua salada es un buen título para este escrito.
Te mando un gran abrazo desde la.hermosa región del Evora recién fortalecida de abundante lluvia.
Siempre te digo que aprendo de tus textos, mi estimada compañera María Madrid. Por lo que narras en el tema y también por los autores que describes. En este caso, tus reflexiones del por qué casi nadie se interesa por el arte. En mi caso lo relaciono más con la literatura como comenta el Maestro Frías, porque me ha permitido mejorar en algunas habilidades lingüísticas y comunicativas, además de adquirir ciertos conocimientos culturales. Por cierto, en esa publicación que mencionas del COBAES, me parece que leí hace varios años el cuento del Dr. Juan Pablo González titulado "Hombres de bien. Después me dices si en ese libro está publicado ese cuento. Saludos afectuosos.
María Porcella dijo…
En efecto, maestro Zañudo. En la Antología del cuento sinaloense viene dicho de texto de Renaux.
María Porcella dijo…
Muchas gracias por publicar este texto, amigo Frías. En una época en lo que todo se está indefiniendo, hasta la identidad del ser humano, a pesar de tanto progreso científico, quizá habrá que entender a qué le llaman intelectuales. Tan sencillo de entender que corresponde, para mí, en seres pensantes, con facultad de raciocinio, creativos... Pero, los momentos sociohistóricos tiene usan sus propias interpretaciones. En este momento, más vale tener bien claros los fundamentos de nuestros creencias porque cualquier rato nos van a querer mover el piso con las nuevas diversidades que se están imponiendo.
María Porcella dijo…
Gil, tienes razón en la sinrazón de no tomar el Nepente mañanero. La vida o la realidad no son excluyentes; pero los humanos sí lo somos. Por muchos siglos quienes tenían creencias religiosas no aceptaron a las mentes científicas. Luego las mentes científicas rechaban el saber cotidiano; ahora ya no se sabe qué creer. Por mi parte soy leal creyente de la literatura para mejorar la vida, para entenderla y explicarla. No necesito que me aprueben como profesional, porque a estas alturas de mi vida y con 31 años en esta carrera, tengo más que claro la importancia de leer y escribir. Sobre todo, que lo que más acerca a la palabra escrita es aquello que tiene sentido para nosotros, y eso es lo que hace la literatura en todos sus géneros.
María Porcella dijo…
Órale, Gil, no me acordé de la canción de los tan memorables cantantes ligados a nuestros orígenes y de la Escobedo, hasta ahora que tú lo mencionas. "Agua salada probé porque besé sus mejillas, un beso le regalé porque lloraba la niña". Siempre que esa canción puedo imaginar la historia, qué triste y melancólica. Cuando menos pienso ya la estoy cantando.
María Porcella dijo…
Hola Marité, que gusto encontrarte comentando este texto. Estuve muy ocupada el fin de semana y no había tenido chance de entrar a escribir, sólo leí uno o dos textos publicados. Como ya comenté antes, habrá que reconsiderar a qué se le llama hoy intelectuales, aunque tengo la certeza que es válido tener nuestra propia postura, teniendo en cuenta cuáles son nuestros argumentos. En lo que no estoy de acuerdo es en dejar de lado o en el olvido la función de la literatura en el pensar, ser y hacer de la humanidad. Porque esta ha surgido de algo más profundo que la mera emoción o superficialidad. Tiene que tocar el corazón y mover pensamientos. No es sólo describir e informar, exige una habilidad para entender cómo hay que decir las cosas, dominar más herramientas del lenguaje escrito para expresar lo inexpresable como son los sentimientos, los productos de nuestras fantasías, las añoranzas y anhelos entre otras cosas que se pueden entender; pero no cualquiera las puede reflejar a través de la palabra escrita.

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