“Cuantas veces te has llevado el trabajo a tu casa, para que no te regañen por no sacar tus metas diarias, te lo agradecieron, claro que no”


 


AQUELLO QUE CALLAMOS

 Julio César Soto Moreno

 

Ahora por fin voy a hablar sin tapujos, sin callarme el hocico, van a conocer al otro yo, el que se queda callado, aguantando, ese que parece olla exprés a punto de estallar, ese que se queda escondido o que, más  bien, lo esconden en una esquina apagada del subconsciente esperando que le cedan un lugar en la silla de los que sí pueden hablar esos que son muy modositos y dicen lo que la gente quiere escuchar; pero yo ya no pienso seguir relegado, como si no existiera, aquí estoy, necesito ser escuchado. Todos le dicen al que está al frente, al que todos ven y escuchan, ese que aparenta que estamos bien, que nos miramos bien y cuando le preguntan ¿Cómo estás? Contesta siempre, con la mirada clavada en ningún lado… “estoy bien”.

A quién quieres engañar, ¿cómo vas a estar bien?, te está llevando la chingada, traes un cansancio emocional que quién sabe cómo lo aguantas, intentas sonreír articulando una mueca alegre, pero por dentro, te duele, es una sonrisa que lastima tu alma, demostrando una fuerza, pero es una fuerza, acabada, efímera, para que la gente se dé cuenta (en apariencia) que no pasa nada, que todo fluye, que puedes con todo. Todo lo aguantas, todo lo soportas, haz hecho una coraza irrompible, impenetrable, intentando que no te duela más, pero esa coraza pesa, te encorva el alma, tritura tus huesos, de repente todo te lastima y no sabes por qué, das tu mejor esfuerzo y nadie se fija, te equivocas y hasta te alumbran con reflectores para que todos te señalen y sepan que la cagaste, eso te tiene hasta la madre.

Y es que, hasta el más huevón de la compañía, ese que se la pasa de mitotero sin oficio ni beneficio, es el más aludido, al que siempre felicitan; y, sí, aunque no lo crean y por más que te quiebres la cabeza, no entiendes por qué, hasta gana más, aunque tengan el mismo nivel, y tú que hasta dejas de tener vida propia por tratar de cumplir con el interminable trabajo, eso nadie lo mira, pero que poco a poco va minando tu capacidad, tus ganas de darlo todo, sin recibir nada a cambio, y eso te llena de un hastío que te amarga la boca como trago de hiel, por más que te digo, ¡pendejo! llévatela más tranquilo, porque si te lleva la chingada, al otro día te cambian por otro y como si nunca te hubieran conocido. Al fin y al cabo, no somos más que un número de nómina al que hay que pagarle cada quincena.

El estrés lo miras como algo cotidiano, ya es parte de tu vida, hasta crees que es tu compa porque nunca te deja solo, pero es un compa que te madrea por la espalda, lo traes en los hombros, pegado como lapa, absorbiendo tu energía y en cualquier momento te puede tumbar y pasar sobre ti, como aplanadora y lo va a hacer sin piedad alguna… ¡despierta cabrón! Empieza por pensar en ti, en tu familia, ellos son a los únicos que en verdad les importas. Grábatelo en la cabeza, solamente tienes compañeros de trabajo; ¿amigos?, amigos son lo que se preocupan por cómo te sientes y si te ven apachurrado harán todo lo posible por animarte y cambiar tu situación; los demás, si tienen oportunidad, te harán daño con tal de cubrirse ellos primero y cuidar sus intereses.

Recuerda cuántas reuniones familiares te has perdido, en cuantas graduaciones has sido figura ausente, eso ¿cómo lo vas a compensar? Ah, pero no has dejado de llevar el pan a la mesa, ¿a costa de qué?, ¿De quedar bien con quién? ¡Chingada madre, te estoy diciendo! Cuantas veces te has llevado el trabajo a tu casa, para que no te regañen por no sacar tus metas diarias, te lo agradecieron, claro que no, casi casi te restriegan en la cara, -al cabo es tu trabajo, para eso te pago-, -es tu obligación-, -y si no puedes dime, para buscar quién lo haga-, -y hasta por menos sueldo-, -hay filas de gente que quiere trabajar-.

Pero yo sé que no eres así. Y es que lo das todo, para demostrarte a ti mismo y a los demás, que puedes con esto y más, aunque cada día te la pases recogiendo pedazos de la vida que se desprenden de tu cuerpo, la monotonía ha pasado a ser parte de las jornadas diarias, te hartas de apagar esa voz que grita desde tu interior, pero que a fin de cuentas, nadie escucha; pero para eso estoy aquí, voy a salir, y no me voy a quedar de brazos cruzados, tengo que hacer algo ya que dependo de que estés bien para yo también estarlo, y es que, ya basta de ocultar aquello que, como líquido corrosivo, disuelve los cimientos de tu esencia y debilita tu espíritu. Por lo pronto, empiezo con este escrito que lo hago en un momento que te descuidaste y me dejaste salir. Y de aquí en adelante voy a empezar a hacer más apariciones, para que a través de las letras pueda y a lo mejor algún día tú también puedas expresar… aquello que callamos.

Comentarios

Estimado Julio, tu relato es un grito de angustia y de liberación de muchas voces apagadas y oprimidas en las oficinas burocráticas en las que poco se valora el esfuerzo, el compromiso y la responsabilidad profesional. es una denuncia de las canonjías y del compadrismo que prima por sobre la entrega y el trabajo extra. Es una voz que dice lo que muchos otros callan.
Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
María Porcella dijo…
Querido Julio, para esto precisamente está la literatura. Para liberar, para pensar, para crear escenarios posibles, para reinventar lo cotidiano o al menos nuestra forma de vernos y ver a los demás. No sé a qué género correspondan nuestros escritos o estamos inventando una nueva escritura. A la mejor lo que estamos haciendo es manteniendo abierto un espacio que ya quisieran tener en otros espacios educativos y también otros literatos o clubes de escritura o talleres de la misma. Por otro lado, entiendo lo que expresa la figura retórica o el protagonista desconocido que podemos ser todos en algún momento de nuestra vida que nos hemos sentido cansados, agotados o desmoralizados. Yo siempre he trabajado para una empresa o una institución, que es de dónde me mantengo desde hace décadas atrás. Reconozco el abánico de situaciones tensas que se pueden vivir, así como las ventajas de estar con trabajo; para eso que dices: llevar el pan a la casa o apoyar en su sostén. Aprovechando la viada del texto, ahora que requerdo, ¡yo no sé qué pensabas cuando aspirabas a estar en una oficina o en un aula, si en el jardín te veías tan feliz! Tú trabajo entonces, al menos en el aprecio de los que lo conocemos, sí era muy reconocido. Hasta la fecha puede decirse que algo de lo que más vida da a la universidad son sus jardines. Algunas veces lo que parece mejor no lo es tanto como lo que estamos soltando, y donde posiblemente sí teníamos más oportunidades de crecer mirando otros horizontes. Saludos cordiales
Marité Ibarra dijo…
Buenos días a todos en este nuevo ciclo escolar, en este lunes laboral!!!
Querido Julio, no se porqué me identifique tanto com el protagonista jajajaja y siendo honesta a veces no me gusta venir a trabajar, no porque no me guste mi trabajo, lo que no me gusta es el ambiente que se genera en el.
Pero es necesario, lo sé, por el momento no puedo cambiar el escenario pero soy paciente y tengo esperanza.
Me gusta la narrativa cruda con la que describes las emociones expuestas.
Amigo parrandero te mando un gran abrazo!!! Y seguiremos leyéndonos!!
Así es maestro Frías, creo que más de alguno se ha sentido con esas emociones y por lo regular se quedan guardadas en algún lugar del subconsciente, esperando el momento para desahogarse.
Saludos.
Querida maestra María, la escritura libera muchos de los demonios que llevamos dentro, aquellas situaciones que nos consumen y que nos atrapan en un bucle del que es difícil escapar, son situaciones que pasan a menudo en la vida de muchas personas, que importante poder contar con un espacio donde podemos expresar aquello que muchos callamos, y que forman parte de la vida cotidiana de la mayoría de las personas. De las situaciones en las que no parece que tengamos solución y nos consumen. Cada uno elige donde laborar, aceptando todo lo que eso conlleva, del mismo modo, debemos tener el valor de expresar aquello que no nos hace felices.
Saludos.
Gracias querida Marité, si es un escenario donde muchos nos identificamos, donde tenemos miles de pendientes que nos absorben, y parecen no terminar. No había escrito un texto tan crudo pero creo que a veces es necesario, para descargar de alguna manera ese peso.
Saludos
GILBERTO MORENO dijo…
Maestro Julio, en esta ocasión nos comparte lo que muchos, pero muchos, incluyéndome, sufrimos en los trabajos, todo por ser fieles a principios, que ahora no se toman en cuenta, como la honestidad, la responsabilidad, la honorabilidad, son principios que son rebasados por el "influyentismo", la "quedadera de bien", el "amiguismo". Todas esas actitudes que desplazan la seriedad y la responsabilidad y la rectitud. A mis casi 28 años de trabajar en diversas dependencias tanto estatales como federales, he visto muchas cosas que de verdad dan ganas de tirar la toalla, o como dice en su escrito, gritarles a los jefes en su cara todas las verdades. Lo que sí, hay que estar con la conciencia tranquila. Tal vez no se suba de puesto, o simplemente estar tras bambalinas, pero con la frente en alto. Saludos sinceros. Su amigo Gilberto Moreno.
Gracias estimado amigo Gilberto, es eso que muchos callamos y padecemos a escondidas, cierto es lo que mencionas, estamos con la conciencia tranquila ya que desempeñamos los deberes con esfuerzo y profesionalismo, son esos detalles oscuros que trastocan la estabilidad emocional y profesional de la vida de muchos en sus múltiples obligaciones.
Saludos
Cuanto de verdad hay en tu texto compañero Maestro Julio. Porque siempre en cualquier oficina de una institución educativa o dependencia habrá alguien o varios que se sientan con ese estrés emocional debido a veces al exceso de trabajo. O bien porque se preocupan y se ocupan para que fluya el proceso de las actividades a realizar y esto se traduzca en una mejor eficacia y eficiencia de la empresa. En lo personal pienso que a veces puedo caerle mal a alguien porque busco la manera de salir adelante lo más rápido posible en las acciones que competen a mi comisión y para ello requiero del apoyo de otras áreas y voy a solicitarlo. Pero en fin, así es esto. Por lo tanto, es necesario seguir avanzando en nuestro quehacer, intentando que no nos afecte ese daño emocional. Saludos afectuosos.
Así es maestro Alfredo, debemos tener en cuenta la salud emocional, cumplir con lo que nos corresponde con profesionalismo; por lo pronto son situaciones que desgraciadamente no han tocado a muchos y que dejan esa huella tan difícil de borrar.
Gracias por sus comentarios.
Saludos.

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