“Y es que por amor se pueden cometer locuras, pero ello no significa que se nos aflojó algún tornillo”
AMOR DE LOCOS
Julio César Soto Moreno
Dicen
que los locos son personas que no razonan, que están desconectados de la
realidad, que han perdido algunos rasgos humanos y pueden aparentar algún tipo
de comportamiento animal; yo creo que son las personas más cuerdas que se
puedan encontrar, de no ser así, cómo es posible que la Loca del muelle de San
Blas, esperó a su amado a la orilla de la playa esperando con todo su amor y
con toda su alma, el regreso de aquel que le juró que volvería. ¿Cuán grande es
el amor que puede profesar una persona a un imposible? Sólo ella, a esa que
llamaban loca, que no le importaba ni la lluvia ni que su figura se fuera
deteriorando hasta quedar enraizada a las mismas maderas del muelle, su locura
la llevo a cometer el acto de amor más puro, esperar a aquel que llenó de
ilusiones su existencia, abandonar el muelle era como un engaño a la esperanza
de su enamorado corazón. Y con toda su locura, pero de amor, aún y que
intentaron trasladarla al manicomio, porque no nadie entendía los sentimientos
que ella guardaba, nadie logró arrancarla de la orilla del mar, y ahí termino
su existencia fundiéndose con el lugar donde despidió a su amado.
O cómo
olvidar a aquella a la “que los muchachos del barrio le llamaban loca, y que
unos hombres vestidos de blanco le dijeron ven… pero ella gritó no señor, yo no
estoy loca, estuve loca ayer, pero fue por amor”. Ese loco amor que le hizo
hacer su hogar en las nubes tendidas al sol, ¿quién consulta un viejo reloj con
una sonrisa en sus labios, estando encerrada en el manicomio? Más aún, pensando
que algún día regresaría aquel que al marcharse se llevó su corazón. Sin
importar todo lo que le pasaba, su amor compensaba todos sus sufrimientos;
quien, en su sano juicio se resigna a que su amor la espere en aquellas nubes
tendidas al sol, sólo ella que, con su locura, fabricaba mundos de felicidad.
Sí, es cierto que dejó de cuidar las flores del jardín, pero todo era por amor,
prefería seguir esperando a su amado, buscándolo en cada espacio, en cada
momento, en cada recuerdo. Todo esto valía la pena con tal de continuar con su
hermosa historia de amor truncada por la separación inesperada de dos corazones
que latían como uno solo.
Qué
dirán entonces de aquel que salía por las noches a llorar su locura y a
contarle a la luna lo que sufría por alguien, que además ‘abrazado de un árbol,
le platicaba sus penas, como aquellas parejas, del oscuro jardín’. Pues si le
llamaban el loco, aunque el mundo fuera así, y él aceptaba estar loco pero loco
por ella. ¿Quién en su sano juicio se agarra abrazando árboles para hablar con
ellos y contarles sus desventuras o fantasías amorosas? Sólo aquel que ama con
locura sin importarle lo que piensen, defiende su amor a costa de todo, hasta
de que le digan loco, la locura llenaba su vida de esperanzas, le daba ánimos
para soportar el que lo vieran raro, todo lo justificaba el amor que sentía por
ella.
Y es
que por amor se pueden cometer locuras, pero ello no significa que se nos
aflojó algún tornillo; hay quienes, por amor logran cambiar su forma de vivir,
de pensar, y es que amar integra todo lo intenso e inmenso de la relación y
rompe con lo establecido; nuevos mundos y formas de ver la vida suceden cuando
se está bajo el sutil encanto del… amor de locos.
Comentarios
Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
Te saludo afecruosamente Julio César. Me gustó mucho leerte en esta mañana.
Saludos.
Saludos.
Saludos.
Saludos