"Ella es mi mamá, una gran guerrera que estuvo internada en el ISSSTE y logró vencer al Covid"




Ya no es la misma


Alfredo Zañudo Mariscal


Sabia virtud de conocer el tiempo. Este tiempo que pasa de manera inexorable, el cual nos permite a los seres humanos aprender de nuestros aciertos, pero también de nuestros errores. Sin embargo, hay dos elementos que el tiempo no perdona. Y éstos son el aspecto físico y mental de las personas.   

Hoy, que la he visitado un poco más seguido, la veo un poco más desmejorada físicamente, ella es chaparrita, morena, delgada, de poco pelo chino y siempre le ha gustado ponerse una diadema. Su caminar es pausado. Sin embargo, desea seguir haciendo algunas actividades que hacía antes, por ejemplo, seguir barriendo el patio de su casa, pero ya no puede. Para ello tiene que dejar el bastón que es su soporte y punto de apoyo para tener el balanceo de su cuerpo. Lo ha intentado varias veces, pero desde la última vez que se tropezó con una piedra y se cayó ya no se lo permitieron

También no quiere dejar de cocinar. Sin embargo, me han dicho mis hermanas que han notado que ya se le olvida a veces lo que lo que está haciendo y por eso se le ha quemado la comida. También cuando guarda dinero no recuerda donde lo deja, porque seguido lo cambia de lugar, aunque después lo encuentra. Lo bueno es que dos de mis hermanas construyeron sus casas en el mismo solar y la otra vive a una cuadra. De esa manera están al pendiente de sus necesidades.

Ella es mi mamá, una gran guerrera que, en tiempos de pandemia estuvo internada en el ISSSTE y logró vencer al Covidlo. Una mujer que, a pesar de su edad, todavía se siente con fuerzas para que la lleven a Mexicali a visitar a su hija e hijo que allá radican. También le gusta viajar a Phoenix Arizona a visitar a su hija mayor, a su nieta y bisnietos que en ese lugar echaron raíces. Lo bueno dentro de lo malo, es que todavía reconoce a sus siete hijas y cuatro hijos varones. Pero ya no tiene una conversación tan fluida como antes. También al estar platicando te vuelve a preguntar sobre lo mismo dos o tres veces. Por ejemplo, si mi mujer ya terminó de hacer las colchas con las telas que había comprado en diciembre. O bien si en esta temporada de mangos me pregunta si ya no he ido la huerta del Mezquital, así le llaman a un lugar abandonado que se encuentra entre las parcelas adelante de Culiacancito. 

Mis hermanas y demás hermanos entendemos que su salud se ha deteriorado debido a la enfermedad que padece desde hace casi cuarenta años y otras más que le han surgido. Esto ha implicado cumplir con las citas médicas que le programan los especialistas y estar al tanto de brindarle sus medicamentos a tiempo.  Para ello también mis cinco hermanas que viven en el pueblo ya se organizaron y cada quien se queda un día a dormir con ella, debido a que también se les ha caído de la cama o bien se levanta muy seguido por las noches.

El tiempo sigue avanzando para todos. Y mi mamá, este mes de agosto va a cumplir 91 años. El año pasado le festejamos los 90 con una fiesta en un campestre donde le tocó la banda. Hoy, mis hermanas no me han comentado nada acerca de festejarle. Aunque sé que su onomástico no va a pasar desapercibido. Por ahí estaremos presentes, aunque sea con un humilde obsequio como lo hicimos el día de las madres.

Me da mucha tristeza ver el estado en que se encuentra. Porque ya no es la mamá que te preguntaba por toda la familia, la que te decía que no te fueras sin haber comido y siempre te ofrecía lo que había cocinado. La que el fin de semana pasado que le impermeabilizamos la casa entre mi hermano, un nieto y dos bisnietos, ya que terminamos me dijo: yo no sé qué piensan estas mujeres allá están sentadas todas debajo de la pingüica y no les ha dado por hacer la comida.

Pero también doy gracias a dios de tenerla todavía con nosotros, porque fue una señora que en sus tiempos de juventud fue muy sufrida y abnegada. Con ella me tocó luchar hombro con hombro para salir adelante en mis estudios. De esa manera tuvo la dicha de lograr que un hijo fuera profesionista y dos de sus hijas tuvieran carreras técnicas.     



Comentarios

Marité Ibarra dijo…
Qué bonito es tener el amor de madre!! Esa señora que pensamos que siempre estará allí y con sólo verla o saber que está ahí ya nos sentimos bien!!
Profe Alfredo es una bonita reflexión sobre su madre y a la.vez triste porque con el paso de los años nuestros padres se deterioran más y más y pierden vitalidad.
Pero qué bueno.que su mamá ya con más de 90 años la sigue teniendo.
De mi parte le mando un gran saludo y abrazo y a su mamá también!!
Seguimos leyéndonos!!!
Estimado Maestro Alfredo, el cariño maternal es inmenso y duradero. Y duele ver que pierdan facultades cuando siempre fueron nuestro refugio y apoyo. Lo satisfactorio es que podamos apoyarles cuando ya sus fuerzas mermen. Pero que felicidad que puedan todos ustedes ver y estar con su madre cuando quieran y puedan verla por tenerla cerca. En su próximo cumpleaños cuídenla y festejenla.
Lo comprendo bien porque mi madre, si Dios lo permite, cumplirá 100 años en octubre.
Saludos y felicitaciones por su mamá.
José Manuel Frías Sarmiento

En tiempo de COVID-19 todos fuimos expuestos, al igual que su mamá. Debió dejarnos una gran lección mundial. Sin embargo, parece olvidarlo el hombre mismo, tras el poco valor de la vida misma.

Valorar lo que nuestro padres hicieron al ver más allá de lo que ellos fueron antes de engendrarnos… es querencia.
Profe Alfredo, gracias por compartir y llevarme a valor aún más, a mi madre, tener la dicha de tenerla.
Por supuesto que sí le daré ese abrazo compañera Marité. Muchas gracias por estar siempre presente para leer y comentar los textos de quienes todavía estamos abonándole a esta semilla que es la escritura. Saludos afectuosos.
Muchas gracias Maestro Frías por publicarnos en este espacio en cual nos permite comunicarnos a través de la palabra escrita. De nuevo gracias por sus felicitaciones. Lo bueno es que en la familia somos muy unidos para estar al tanto, cooperar y ayudar en necesidades que se presenten a mi mamá. Saludos cordiales
Muchas gracias Dra. María Luisa por darse un tiempo para leer y comentar este texto. Así es. Hay que agradecerle mucho a nuestros padres porque nos engendraron y nos guiaron por esta vida. Qué bueno que también tiene a su mamá con usted. Saludos cordiales
Anónimo dijo…
Amigo Alfredo que bendición tener a esa gran persona en vida y lo más aplaudible es no dejar de visitarle y compartir sus recuerdos que atesoran de la historia familiar. Un abrazo y ánimo, José Rodolfo Real Audeves.
GILBERTO MORENO dijo…
Maestro Alfredo. gracias por compartirnos esta estampa de la familia mexicana, donde hay unidad, bondad y amor. El tiempo no perdona y el árbol que por mucho tiempo nos arropó, está cumpliendo su ciclo. solo quedan las historias que bajo la sombre de ese árbol se contaron. Saludos Maestro, su amigo Gilberto Moreno.
Muchas gracias Dr. Rodolfo por darse un tiempo para leer y comentar este texto. Sin duda es una bendición tener a mi madre con nosotros. Saludos cordiales.
Muchas gracias por su comentario estimado amigo Gilberto. Nada se compara con el amor de una madre y mientras dios nos permita tenerla con nosotros seguiremos estaremos ahí para acompañarla en este tren llamado vida. Saludos afectuosos.

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