“Las cartas que le escribí en San Cayetano son una novela corta con el título Déjame que te cuente, de 45 páginas en computadora”






LAS LAURAS II

María Madrid Zazueta

 

Querido lector, deseo que su vista esté relajada, el cuerpo flojito y tenga sus gafas bien puestas. Le voy a contar la siguiente parte de Las Lauras en mi vida. En esta ocasión de mi querida Laura Bojórquez quien llegó a mi vida por otra amiga, y vecina, Martha López. A quién también quiero mucho, y tan solo recordarla me hace sonreír mi querida Martita, como casi todos le dicen. Ella vivió en el Piramo, cerca de donde vivía Laura. Luego una hermana de Laura se vino a vivir a esta colonia, enfrente de la casa de Martha. Fue cuando estaba en casa de Martha cuando llegó Laura y nos presentaron. Desde entonces nos quedamos prendadas una de la otra. En algunos convivios con otras amigas le presenté a Magui, Adriana, Paty, Lupita y Vanessa. Esta última algo notó en ella que le gustó para que se llamara Carol. Le quedó así para la posteridad, Laura Carol o Laura la Carol.

Laura Carol es una hermosa morena, alta, con una cabellera oscura que le cae a la espalda como una cascada oscura. Su porte está fuera de discusión como su sinceridad, lealtad y franqueza de expresión. Nació en el poblado Tierra y Libertad, nombre que me lleva a Emiliano Zapata, a la Reforma Agraria y a todas las luchas que se han desatado en su nombre. A Laura le tocó muy de cerca, junto a su familia, algunas injusticias que se estaban cometiendo por lo que en ciertos sectores rurales la imagen de Norma Corona no era como la que se le dio con su muerte. Pero no me crean a mí. Yo la conocí por la canción de los Tigres del Norte. Pero alguna vez oí los rumores.

Con esta Laura tuve en común el cariño a un mismo chamaco, aunque no al mismo tiempo. De ese asunto hablamos porque nuestra amistad se cimenta en experiencias de vida y de contarnos lo que nos acontece. Lo poco del tema del joven en cuestión es porque Laura lo conoció justo en el momentos que se deteriora la salud de su mamá, y es para ella un consuelo toda la compañía que él le pudo brindar, y siempre le ha guardado agradecimiento. Por varios años Laura se dedicó a vivir a un lado de su mamá porque era quien le ayudaba con las diálisis diarias. De lo poco que conocí a su mamá, siempre fue estando juntas platicando, riéndose, cambiando las bolsas de la diálisis o moviendo el regulador del flujo. Su ejemplo me sirvió cuando un poco de tiempo después mi padre ocupó esa misma diálisis peritoneal.

Laura terminó la primaria, pero no quiso hacer la secundaria. Que según por caprichosa y no le gustaba levantarse temprano para ir a Quilá donde estaba la escuela. Conociendo cómo es con su papá, creo que la consintió hasta en eso. Sin embargo, es una gran lectora y estudiante autodidacta de las cosas que ha necesitado saber, en especial de medicina. Yo admiro la entrega que siempre mostró cuando trabajó en una farmacia en la que conoció mucho sobre los medicamentos y sus funciones. En Devlin amplió su conocimiento sobre los problemas oculares. Algunas veces compartimos novelas que leíamos y nos recomendábamos. Ella amaba las novelas largas del tipo de Historia de una Geisha o De parte de la princesa muerta, que ella adora con todo su ser. Yo le regalé esa novela, y luego ella se lo regaló a un amigo al que también le gustó tanto que la ha leído cinco veces.

Laura Carol y yo nos planteábamos lo que queríamos lograr. Alguna vez con Laura quise intentar dejar mi hogar paternal, para vivir con ella. Pero sólo me llevé mis cosas y las dejé regadas por allá hasta que me dio a bien ir a recogerlas. Nunca me lo reclamó. Hasta la fecha sigo en el mismo hogar donde crecí. Ella siempre tuvo claro que quería ser madre. Yo jamás me lo planteé. Tampoco el matrimonio. Ella sí anhelaba una familia. Como la que siempre le ha cobijado. Yo aprendí del amor y confianza que Laura les ha prodigado a sus padres, a sus hermanos mayores. El gran cariño y ternura que le prodiga a su hermana menor Mily.

El matrimonio de Laura Carol duró unos años que ella considera maravillosos. En sus palabras tuvo al mejor esposo que pudo tener; al mejor padre de su única hija. Admiro que lo nombra con el recuerdo de los buenos tiempos, sin jamás dejar salir una palabra en contra de ese hombre que un día sólo se fue, sin un preámbulo que anunciara que dejaría el hogar y desgarró tanto el corazón de mi amiga que en un año no fue capaz de asimilarlo. Ahora, el amor a su familia, a sus hijas, la que parió y la que encontró cuando se convirtió en esposa y adoptó, la han sostenido. Yo admiro su gran capacidad para el perdón y brincar la página cuando su sueño de su propia familia se esfumó. También admiro el amor profundo que siente por sus amigos de cuatro patas. Ella se ha convertido en una promotora de la adopción responsable de los lomitos callejeros, de los cuales en últimas instancias ella ha adoptado a algunos.

Hace muchos años, un poco antes de salir para San Cayetano, en el Estado de México, fue la destinataria de todas mis cartas donde le empecé a narrar de mi indecisión de ir, entre otras cosas porque la salud de mi padre estaba peor. Al final si fui. Llegando allá le conté de todo lo que iba aconteciendo desde el viaje hasta la construcción de lo que sería nuestro hogar por casi un mes. Le describí la destartalada fachada exterior del convento que me recordó el castillo del Conde Pátula, una caricatura. Le hablé de los tristes y nostálgico jardines de rosales; las escaleras crujientes de vieja madera. De los cuartos pequeños donde nos alojaron que compartir con Nora, otra gran amiga y hermana del alma. Le conté de la cama pequeña con sus muchas sábanas y cobijas sobre puestas, del buró, la silla y la mesa al lado de la ventana que daba a una explanada llena de pinos y encinos donde los pájaros me cantaban en las mañanas. Le fui contando de las personas que iba conociendo. De algunas actividades que realizaba en esa estancia como parte de la capacitación nacional de CONAFE para instructores del proyecto educativo destinado a la población rural que terminaba la primaria, en la que podían hacer la secundaria, o estudiar cualquier tema que desearan.

En esas cartas le conté a Laura del dolor de corazón que me estaba ocasionando convivir con Marcos. Que en la distancia y en la incertidumbre sentía un inmenso sentimiento por él como nunca me había pasado, y que tampoco deseaba sentir. Me sentía entre la canción de Palomo, - No me conoces aún -, y la del Buki que dice: - voy a hacer de cuenta que no exististe, tú de mí olvida que un día me viste… y en la distancia siempre serás mi eterno amor secreto -. Alguna vez, quizá, podré escribir sobre esa historia. Porque en lo que respecta a las cartas, cada vez fue apareciendo más el nombre de un personaje que se convirtió en protagonista de varios textos. Yo le solía llamar Mi Juanjo. Así lo sentía desde el primer día que lo conocí y abordé para presentarlo a mi amiga Nora, quien quería conocerlo por lo que había escuchado de él cuando este estuvo en una comunidad de Badiraguato y dejó varios corazones flechados. Para mí sorpresa la que terminó conviviendo y fraternizando con él fui yo. Nora terminó la estancia en San Cayetano siendo la novia de un colega de nuestro estado que fue parte del numeroso grupo que fuimos en la camioneta que nos facilitó el CONAFE para el viaje. También le conté a Laura de eso, porque entre los asistentes al evento, los sinaloense nos dimos a notar demasiado, aún sin quererlo.

A Laura le hablé de la distancia que llevaba manteniendo con mi familia por algunos malos entendidos que no tenía ganas, ni le hallaba sentido, aclarar. Así que puse distancia, me fui a vivir al campo y la sierra que fue curando mi alma, para volver mejor a mi gran familia; que, aunque mitotera, tiene un gran corazón. Terminé la última carta con una sensación de esperanza, de alegría de haber vivido un mes de aventuras diarias; porque conocí a actores del Centro de Formación Actoral, que dirigía Luis de Tavira, que vivían en ese lugar y nos invitaron al Auditorio Nacional donde miramos el estreno preliminar de la obra Santa Juana de los mataderos, escrita por Beltot Brecht; ambientada en la época de la gran depresión en Chicago y las luchas entre los dueños de la industria de la carne y los trabajadores. También asistimos al último ensayo de una obra donde conocí a un personaje inolvidable llamado Antonia. Todo este ambiente me animó a hacer mi propia interpretación del cuento de Juan Rulfo, Nos han dado la tierra, donde hice un monólogo que dejó a todos mis compañeros sorprendidos y metidos en mi representación. Me ayudó mucho la asesoría y confianza de mi asesor y maestro de teatro Espartaco, un apasionado de la vida. Aún siento el impacto de su cuerpo derramado en el piso de la cancha cuando intentaba salvar los saques de su equipo en los encuentros amistosos que diario se hacían de volibol. Le dije a Laura que por último conocí a la científica mexicana Julieta Fierro que fue invitada especial en una charla que tuvimos sobre la importancia de la ciencia.

A Laura fue la primera que le conté que continué la amistad con Juanjo que duró varios; sostenida por muchas cartas de por medio, algunas llamadas, y dos viajes donde conocí Guadalajara; el pueblo en el que nació, bastante de su vida diaria, de su pasión por el teatro donde realizó algunas obras; me acerqué a su familia; conocí a sus amigos que se hicieron mis amigos. Me impresionó que ya supieran de mí y me llamaba ‘la escritora, la poeta o la fotógrafa’. También conocí al Boris, un chihuahueño blanco y menudo, nada enfadoso, que fue por algunas semanas mi compañero cuando Juanjo salía a trabajar. Por este hombre, mi vida coincidió con otra Laura de la que quizá algún día les pueda contar.  Mientras tanto, mi querida Laura Carol vuelve a repetir la lectura de su novela De parte de la princesa muerta, que sus hijas le regalaron de vuelta porque saben que es su preferida.  Las cartas que le escribí en San Cayetano son una novela corta con el título Déjame que te cuente, de 45 páginas en computadora. Con ella participé en un concurso, pero no supe en qué categoría registrarlo de las que venían, y pues perdí esa oportunidad. Pero yo sigo siendo una triunfadora mientras tenga a mis Lauras y muchos recuerdos y nuevas experiencias por vivir.

 

Comentarios


Estimada María, espero que tus lectores disfruten los relatos de vida que, con el pretexto de tus Lauras, nos has venido a contar. Espero, también, que se recuerde que la formación profesional va más allá de los cursos escolares y que en la vida cotidiana, desarrollada en actividades educativas diversas, se forma la cultura real y verdadera de los buenos profesores. Ver, de manera rápida, lo que nos cuentas en ésta y tu otra Laura, nos explica mejor quién eres y por qué eres tan sensible en tus actividades educativas y literarias, y también en tus relaciones personales. Por eso digo lo importante que sería que se organizara y llevara a cabo una serie de charlas, de encuentros, de escrituras y de lecturas explicativas de lo que somos y cómo es que y por qué somos así.
Y en ese entorno emergería la Literatura como la más grande de las pedagogías humanas y educativas. Por mientras algo sucede, el Blog sigue contando historias, cuentos y relatos. Y ya van más de 3’000, lo cual debería de ser tomado en cuenta para un análisis por superficial que lo quieran ver, pues el 90% de los autores son alumnos y profesores de una sola Unidad Académica, lo cual significa un gran potencial en el área cultural.
Saludos, un abrazo, tu amigo, José Manuel Frías Sarmiento
Marité Ibarra dijo…
Buenos días a todos compañeros distinguidos de este Blog!!
De nuevo tu relato María, es muy personal y eso se agradece. Conocer un poco más de tu vida es interesante, ya que.cada quién siempre tiene algo que contar, y sobre las amistades siempre es un deleite escribir de aquellas personas que han estado con nosotros en el vaivén de la vida.
Gracias por compartir tus historias y parte de tu vida.
Seguimos leyéndonos compañera de parranda literaria.
Te mando un gran abrazo!!
PD.
°Por eso digo lo importante que sería que se organizara y llevara a cabo una serie de charlas, de encuentros, de escrituras y de lecturas explicativas de lo que somos y cómo es que y por qué somos así°
Realmente qué interesante sería eso la verdad!!!
María Porcella dijo…
Muchas gracias por la lectura a mis Lauras, y por sus comentarios que me animan a continuar compartiendo. Aunque por mucho que lo intente sólo logro rescatar lo que está por encimita. Lo esencial a veces no se puede nombrar. Como bien lo dicen es un encuentro con mis recuerdos, bagajes y los lazos con personas de las que he aprendido y también he nutrido mi alma.
Estimada maestra María, cumplió con su objetivo y no nos dejó en suspenso, que forma tan elegante de describir la amistad con esta otra Laura, sus vivencias y andares por la vida, en la cual han dejado esa huella en su ser y que, ahora nos las presenta tal y como las conoció, nos abre otro panorama de la formación de María Madrid; eso, se agradece y nos permite conocer un poco más de su esencia y de cómo las amistades, sobre todo las amistades como la suya con las Lauras, aportan aspectos importantes en su vida personal y profesional.
Que textos tan bonitos nos regala en estos días.
Saludos.
No cabe duda, mi estimada maestra María que tus textos de las Lauras no dan a conocer bastante de una amistad bien sólida que se tienen y que además reflejan tu gran formación profesional que tuviste en ese tiempo en la dependencia del CONAFE. Sería muy interesante que textos como los tuyos se publicaran en una especie de novela pedagógica. Para que los estudiantes de Upes se den cuenta de todo lo que implica incorporarse en el campo de la docencia. Saludos cordiales.
Los textos, entre tus Lauras y demás que entrelazan personajes me llevan a la nostalgia, en la búsqueda de un no sé qué. Te expresas narrando de una manera más fluida y te felicito estimada Madrid; sin embargo, en persona eres diferente, entre la timidez y sonrisa que corta la palabras.
Tus narraciones embellecen y alimentan maravillosamente este Blog.
Estoy de acuerdo con el comentario del profesor Frías organizar “Con charlas” de modo que se exprese las voces ya no en el texto leído sino en charlas.

Te envío un abrazo.
GILBERTO MORENO dijo…
Buen día mis amigos lectores y escritores de este Blog. María Madrid de nuevo nos regala con deleite, parte de sus vivencias. De "Las Lauras" que relatas, nunca pensé que te refirieras a Laurita del ejido Tierra y Libertad. Yo también le conocí y la describes tal y como la recuerdo. La verdad una persona con una enorme belleza interior, muy positiva, sumamente sincera, atenta y dispuesta siempre a ayudar al prójimo. En algún momento los caminos se cruzan, unos dejan bonitos recuerdos.
SALUDOS. TU AMIGO GILBERTO MORENO
María Porcella dijo…
Querido Julio, desde un inicio iban juntas las Lauras. Ojalá que en el mundo tengamos siempre amistades que nos acompañen, que nos regalen instantes para recuperarnos de las inclemencias que a veces tiene la vida. Sobre todo para bendecir nuestra existencia al contar con seres incondicionales que también nos hablan con la verdad cuando se tiene que hacer. Abrazo fuerte.
María Porcella dijo…
Tanto mis amigas como el CONAFE han sido pilares de mi formación personal y profesional, no podría dejarlos afuera de la experiencia que me ha formado. Ojalá que en los ámbitos de formación profesional en educación también se diera a la literaratura el valor y empuje que se les da a otros estilos de escritura, dizque más formales. He comprobado que la escritura y la lectura de literaratura han salvado más vidas que las tesis, que por algo muchas de ellas hablan de su efecto en el aprendizaje. Necesitamos más gente hablando de lo que es, lo que siente, lo que vive, lo que aspira, lo que teme, que aumentando la ansiedad por cumplir con estándares dizque formativos que amplían más lo egos que la realidad académica. Nunca antes los profesionales en educación habían tenido que pasar por tanta escolaridad, y nunca antes las escuelas estaban egresando a tantas generaciones con tantas deficiencias para la escuela y para la vida.
María Porcella dijo…
María Luisa, nada desei más en este mundo que todos sintamos nostalgia alguna vez, porque eso significaría la calidad relaciones que hemos tenido. Aunque no es para siempre, porque no se puede vivir viendo para atrás, sino para adelante. Sí soy más tímida de lo que muchos puedan creer, pero nunca corta de palabras ni en persona ni en mis textos. Ojalá fuera más callada, prudente y paciente. Soy diferente de la que fui ayer, y de la que fui hace media hora. Soy diferente dependiendo con quién estoy y en qué situaciones. Pero, lo realmente genuino de mí siempre se mantiene. Sí, ojalá se nos haga poder coincidir y charlar... y tomar.
María Porcella dijo…
Hola, Gil. Supose que la conocerías. Aunque las personas cambiamos constantemente lo que más voloro de Laura, como del resto de mis amigas, son precisamente esas cualidades que mencionas. No sé qué fuera de mi vida si ellas no estuvieran en ellas. Recuerdo que alguna vez te dije que te sentía como 'una amiga', y me refería precisamente a esa calidez y confianza que se siente con otra alma que parece tu gemela. No tenía referente con amigos, hasta que llegaste tú a formar parte de este gran entramado de amistades, historias y aprendizajes. Saludos. Abrazo fuerte.

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