“Ahí estaba ella, la reconocí de inmediato, tan deslumbrante, tan destellante, pensé que estaba alucinando ¡¡pero no, no era así, era ella, siiiii, era ella!!”



 



UNA EN UN MILLÓN DE ESTRELLAS

 

Marité Ibarra

 

Siiiiiiiiiii, por fin la encontré!!! Después de haber viajado tanto, de buscarla en todas partes, después de haberle gritado al horizonte exasperado por querer hallarla. Cuando sentía que la pesada noche caía sobre mí nuevamente y la espesura de la niebla matutina mojaba mis pestañas hasta dejarme casi ciego, ahí estaba yo buscándola como un desquiciado.

Lidié con la trampa del falso engaño, el desencanto, la desesperación, pero no podía rendirme así, tanto tiempo invertido me reclamaría mi fracaso, no, no sería posible eso, tenía que seguir buscándola.

Recorrí largos caminos, distancias enormes, la busqué en diversos países, montañas, desiertos y océanos, en el trópico, en el Líbano, en el Ecuador, en la Antártida y demás. Esculqué hasta en la fantasía de los mejores cuentos escuchados. Me dormí en una de las Mil y una Noches, recorrí el camino amarillo del Mago de Oz, en el país de las Maravillas también incursioné, pero no la encontré ¡odié tanto ese lugar por cierto! ahh y de paso le pedí ayuda al Gato con Botas, pero se negó el desgraciado michi, no es tan tierno y adorable como tú crees… Cuando por fin salí de ahí, me aventuré en las Veinte mil leguas de viaje submarino, con la esperanza de encontrarla. Al Centro de la tierra no quise ir porque sabía perfectamente que ella no estaba ahí, pero al no hallarla, después decidí darle la Vuelta al mundo no en ochenta días sino en ochocientos días o más, el tiempo que fuera necesario hasta encontrarla…

En una de esas travesías decidí unirme a un grupo de calamares solitarios ¡eran bravos los desgraciados! pero nos entendimos desde el principio. Nadé tanto con ellos, que un día me metí sin querer al Titanic ¡puro fierro oxidado! y al mover una lámina pesada, encontré el collar del Corazón del Mar, pero eso no me interesaba, yo sólo la buscaba a ella, sin perder mi objetivo, era ella sólo ella, no desvié mi atención por más tentadora que fuera la experiencia y la recompensa.

Todo eso y más pasé, hasta que un día, inesperadamente, cuando mi ánimo estaba tirado y mi cuerpo terriblemente cansado, sentado en la orilla del mar, después de que me expulsaran ésos, los malditos calamares bipolares, no sin antes darme unos buenos latigazos, me aventaron a una playa desconocida, lejos, en algún continente de la tierra, quedé varado como una ballena azul.

Al ver mi estado decadente, mis pies lastimados y sangrientos, mi pantalón todo roto, sin playera, mi pelo largo y mi barba que ya me llegaba hasta el pecho, con los ojos todos rojos, ardientes y llenos de sal, de nuevo desesperado y molesto con ella porque no la podía encontrar, comencé a llorar amargamente, y con las manos en los ojos,  ahora ya tirado y desparramado en la playa con el sol quemando mis mejillas y mi cara caliente, estando desolado y hundido en la desesperanza, una ola, una en especial seguía mojándome perturbadoramente, tocándome como si me quisiera despertar, me molestó tanto hasta que me hizo reaccionar, y  entonces me levanté y me alisté  para patear el inmenso mar  y gritarle a los cielos, pero ahí fue cuando por fin la vi!!!

Ahí estaba ella, la reconocí de inmediato, tan deslumbrante, tan destellante, pensé que estaba alucinando ¡¡pero no, no era así, era ella, siiiii, era ella!! Me arrodillé y entonces di gracias con los brazos extendidos e inmediatamente una gran nube blanca me cubrió, porque después de tanto esfuerzo, de todo lo que había vivido ¡¡la había encontrado, la había hallado!! Era tan fina, tan elegante, tan delicada, tan blanca. Cuando por fin la tomé, supe que era verdad, era tan única y peculiar, ella era una en un millón de estrellas…


Comentarios

Estimada Marité, Eduardo Galeano cuenta una anécdota con un estudiante que preguntó para que servía ir tras la Utopía si jamás la alcanzaríamos... Y la respuesta fue: ir tras ella, aunque nunca la alcances, sirve para moverte, para cambiar de sitio, para conocer otros untos de vista, claro, no con estas palabras, pero sí con este sentido. Y tú, Marité, nos llevas por un recorrido literario en tu búsqueda incansable.
Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
Marité Ibarra dijo…
Buenos días compañeros lectores y escritores!!! Así es profe Frías podemos ir y venir como este viajero que buscó y buscó hasta que encontró su tesoro, que sólo yo sé lo que andaba buscando pero no lo quise escribir para que quedara de incógnita.
Con la escritura podemos también viajar mucho y volver a nuestro lugar de origen.
Muchas gracias por publicarme de nuevo y seguimos en contacto.
El mando un gran abrazo!!
GILBERTO MORENO dijo…
Amiga Marité, me acabas de dar un viaje por ese mar de obras literarias, todas fantasiosas, alucinantes, desde Frank Baum hasta Julio Verne, terminando con la película de "Náufrago" con Tom Hanks y hasta un poco del Pinocho de Carlo Collodi, o los tres Reyes Magos siguiendo la Estrella de Belém. Saludos amiga y gracias por este paseo literario. Tu amigo Gilberto Moreno
Marité Ibarra dijo…
Muchas gracias mi amigo Gilberto, es un viaje mágico y misterioso, adornado con algunos cuentos y aventuras como las de Julio Verne.
Seguimos en la misma labor literaria, gracias por leerme.
Te mando un gran saludo compañero desde la región del Évora.
Amiga Marité, me imaginé múltiples finales de la búsqueda del preciado objeto, a lo mejor se le fue a la dimensión desconocida de los aretes (pensé yo), pero su férrea decisión por alcanzarla nos llevó por una travesía mágica, gracias por adentrarnos en esos mundos fantásticos con tus relatos.
Saludos.
Nota: aún sigo pensando que era aquello tan preciado que buscaba el personaje de esta historia.
Marité Ibarra dijo…
Hola Julio César!! Muchas gracias por leerme y comentar!! Casí se iba a la otra dimensión pero tomó una ruta diferente este explorador. Fue muy tenaz y siempre encontró lo que buscaba. Cuando te vea en persona te voy a decir lo que buscaba.
Gracias por seguir leyendo compañero fiel. Te mando un gran abrazo!!
Muchas felicidades por tu texto mi estimada Marité. Nos adentraste en toda una travesía literaria. Y a la vez estuve en suspenso por saber qué era ese objeto tan preciado que el personaje estaba buscando. Saludos cordiales hasta la región del Évora.
Marité Ibarra dijo…
Ayyy profe Alfredo muchas gracias por su comentario. Sí que fue una gran travesía porque este pobre hombre viajó mucho. Y también cuando lo vea en persona le diré lo que encontró.
Le agradezco sus palabras y seguimos en contacto literario.
Gracias por sus saludos y le correspondo con otros.

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