“No sé si me volví escritora, pero volví a escribir. Y eso para mí, ya es un montón”
CRÓNICA EMOCIONAL (Y UN POCO RIDÍCULA)
DE UN TALLER QUE NO SABÍA QUE NECESITABA
Mía Camila Payán Angulo
Yo no
venía a este taller con grandes ilusiones. La verdad, ni me acuerdo bien por
qué me metí. Capaz pensé que sería fácil, o que con suerte nos dejarían ver
películas y hablar de libros que nadie ha leído, pero todos fingen conocer.
Plot twist: no. Resulta que sí teníamos que escribir. Desde el primer día. Y no
con instrucciones tipo “escribe sobre la soledad profunda de tu alma”. No. Más
bien eran ejercicios raros, libres, medio absurdos a veces, y justamente por
eso… divertidos.
La
escritura fluía como quería. Sin mucha estructura, sin miedo a equivocarme, sin
la presión de sonar inteligente o profunda. Solo escribir por escribir. Y eso,
aunque suene fácil, al principio me sacaba de onda. ¿Cómo que puedo poner lo
que sea? ¿Y si solo escribo puras tonterías? Bueno, las escribí. Y me reí. Y no
pasó nada. Nadie murió. Nadie me dijo que eso no era válido. Y eso ya era algo
nuevo.
Pude
darme cuenta de que había dejado de escribir por llenar el espacio y empecé a
escribir porque lo necesitaba. No fue de
inmediato. Hubo días en los que me quería escapar por la ventana
(figuradamente, claro… aunque no lo descarto). Días donde pensaba: “¿Qué más
quieren que escriba? Ya vacié mi alma ayer, ¿no era suficiente?” Pero luego,
salían cosas. Ideas. Recuerdos. Diálogos internos que parecía sketch de
comedia. Y cuando los leía en voz alta (con pena, pero con estilo), los demás
se reían o asentían, y me daba cuenta que no estaba tan sola en mis enredos
mentales.
Volver
a escribir fue como reencontrarme con una parte de mí que tenía guardada en un
cajón lleno de excusas. Me di cuenta de que siempre he tenido ganas de
escribir, pero me la pasaba diciéndome que no tenía tiempo, que no tenía ideas,
que mejor mañana… y bueno, el taller no aceptó muchos mañanas. Era
escribir hoy, con sueño, con flojera, con hambre o con dolor de panza. Y
funcionó.
Y en
medio de todo eso, también salieron cosas bonitas. No fue todo sarcasmo y
tontería (aunque hubo mucho de eso y se agradece). Hubo textos que me
sorprendieron. De esos que cuando los lees, piensas: “¿Eso lo escribí yo? ¿Es
neta?” Reflexiones que me sacaron una lagrimita o que me dejaron pensando horas
después. Y eso, sinceramente, no lo veía venir.
Así que
sí. Me reí. Me dio flojera. Me dio pena leer en voz alta. Me burlé (de mí y de
los ejercicios). Pero también escribí como no lo hacía desde hace mucho tiempo.
Con ganas, con sinceridad, y a veces hasta con cariño.
No sé
si me volví escritora, pero volví a escribir. Y eso para mí, ya es un montón.
Comentarios
Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
Ojalá de verdad pueda servir para animar a otros a escribir, como usted dice. A mí me ayudó a reencontrarme con una parte que tenía muy guardada.
Gracias por abrir estos espacios y por alentarnos siempre.
Me imagino que ya sabes la nueva dinámica del.Blog. Nos leemos y nos comentamos com confianza, así nos fortalecemos escritores-lectores.
Como compañera tuya del taller, digo que eres una gran escritora y tus textos son muy deseables, así que esperamos verte de manera frecuente e el.Blog y así animes a alguien más que desee participar!
Te mando un gran saludo!!!
Saludos, y gracias por este pequeño abrazo plasmado en palabras.
Prometo asomarme más seguido y participar con más constancia.
¡Un abrazo grande!
Un abrazo, y gracias por leerme con tanto corazón.
Me hizo sonreír lo que escribiste. Creo que a veces una no se da cuenta de cuánto necesitaban salir las palabras hasta que ya están fuera, ¿no? Me alegra saber que te sentiste identificada, y que ves en mí algo que yo todavía estoy aprendiendo a aceptar. Tal vez sí soy escritora… o al menos, alguien que no quiere dejar de escribir c:
Te mando un afectuoso saludo.
Gracias por sus palabras tan sabias. Me hizo mucho sentido eso de que a veces encontramos nuestra vocación por accidente. Ojalá todas las personas se animen a explorar caminos nuevos, como dice, aunque no sepan a dónde llevan. Gracias por su mensaje tan alentador.
Muchas gracias por su comentario. Me da gusto que le haya parecido ameno mi texto. Tiene toda la razón: este taller tiene una magia especial. Siento que escribir me está ayudando a poner en palabras muchas cosas que traía guardadas, y es justo como lo dice: las letras encuentran el camino solas cuando uno les da la oportunidad. Gracias por leerme y por su saludo tan bonito.
Me conmovió mucho su mensaje. Tiene razón: si no me hubiera animado a escribir, tal vez nunca habría logrado compartir lo que siento y pienso. Qué bonito saber que usted también vivió un proceso parecido y que ahora compartimos este taller. Me alivia saber que el gusto por escribir llega, aunque al principio no sepamos por dónde empezar. Gracias por compartir su experiencia y por leerme con tanto cariño.