“Tuve que explicarles que, en el pueblo en aquellos años, primero, no había dinero para tomarse una foto, mandar tu imagen a la polaroid era un lujo
LAS PUNZADAS DE POBREZA
Por: Adán Lorenzo Apodaca Félix
No iba
a escribir este texto, el día del niño siempre me trae recuerdos tristes, decía
María Sabina que “se sufre mucho por pobre”, efectivamente así es, mi biografía
personal e infantil así lo corrobora, éramos ocho hermanos y a veces por no
decir casi siempre, se batallaba mucho por la comida y otras cosas en nuestra
casa, enormes eran los esfuerzos y la preocupación de nuestros padres por
darnos de comer, vestirnos y calzarnos.
En casa
se sufría pero también en la escuela, sufríamos mucho cuando los niños ricos
del pueblo, los que tenían tienda, abrían un dulce para comerlo a escondidas
del maestro en el salón de clases, el ruido del plástico, ese que producen los
dulces cuando los sacas de su envoltura nos hacía voltear a mí y a otra veintena de muchachos pobres hacia el lugar en el cual se originaba ese sonido,
placentero para unos pocos y sufrido para la mayoría. Las miradas constataban
que la Yuridia, el Germán, la Cristina, la Marina y el Gilberto eran los que
generaban esos sonidos ya descritos.
Con el
paso del tiempo y otras circunstancias venturosas de la vida algo cambió para
bien, esas circunstancias te hacen creer que la tristeza de tu infancia
desparece, sin embargo, eso no es así,
las punzadas de los recuerdos como dice Milan Kundera, siempre están al acecho,
y en esas condiciones circulares que
dicen los historiadores que existen, esas “punzadas de tristeza”, junto a
las angustias temores y frustraciones,
vuelven a presentarse. Tal como es el caso que deseo describir.
Dejemos
la historia y ubiquémonos en la realidad. Fui en un grupo de amigos declarado
persona “no grata”, explico ahora por qué. Este treinta de abril de 2025, en
pleno “día del niño”, todos los once compañeros del grupo subieron al Watts Upp,
fotos de cuando estaban pequeños. Las compañeras del grupo subieron fotos de
cuando eran niñas, en ellas aparecen con chongos, vestidos floreados, zapatos
de colegialas e impecables calcetas bancas, esos eran los atuendos con los que
posaron para las fotos.
Los hombres del grupo, subieron algunas fotos
muy formales, pantalón y camisa nueva, zapatos boleados, cinto bien acomodado,
sonrientes la mayoría, felices todos. Yo no subí la foto, faltaba la mía. Por
eso fui declarado en el grupo “persona no grata”.
Ante
esa omisión, por supuesto, los comentarios hacia mi persona no se hicieron
esperar: “amargado”, “siempre lo mismo”, “la riegas”, “qué nuevas”, “otra vez
con tus cosas”, “no te cuesta nada”, un tecnólogo del grupo fue más allá y me escribió
“si no tienes una foto, dale a la Inteligencia Artificial datos para que te
haga una”, todas esas expresiones estuvieron matizando al grupo ese día treinta
de abril de 2025.
Tuve
que explicarles que, en el pueblo en aquellos años, primero, no había dinero
para tomarse una foto, mandar tu imagen a la polaroid era un lujo. Lo prioritario
era la comida. Segundo, Ramón el fotógrafo no iba seguido al pueblo, así de fácil
les expliqué. Ésa era la razón por la cual yo no tenía una foto de niño. Éramos
muy pobres, la foto, era un lujo que no se podía dar uno entre tanta pobreza
circundante, somos de hecho, la generación sin fotos infantiles. Algo terrible
a la distancia temporal.
Ante
tanta insistencia del por qué no subí foto infantil, y cuando lo expliqué al
grupo, de amigos, hubo naturalmente reacciones polarizadas, las féminas del
grupo se compadecieron y por la tarde se organizaron, les di lástima y me
invitaron a cenar “a donde yo quisiera”, ese fue el mensaje que me hicieron
llegar. Los varones pusieron “OK”, uno, otro escribió “entendido”, uno más puso
“está claro ahora el asunto”, “Ya supéralo” fue otro mensaje, y el que faltó de
comentar en el chat, reflejó el odio y la envidia que me tiene (ya ven que en
los grupos nunca falta alguien así), supe que dijo, (ya ven que en los grupos
también todo se sabe): “pobre cabrón, con razón está bien jodido”.
Así es este asunto, llegaron de nuevo como cada día del niño “las punzadas de pobreza”, aparecen, son imborrables, ahí están esas pequeñas cosas como dice mi admirado Joan Manuel Serrat. Tuve muchos motivos de felicidad en mi infancia, pero eso de los dulces en el salón y el ruido producido al desempacarlos y la ausencia de fotos de mi niñez, me pone triste. Esa es la verdad. Pero no estoy frustrado. Es mi memoria que me trae punzadas de tristeza y de pobreza. Solo eso.
Comentarios
Le felicito por su relato de vida y agradecemos su regreso al Blog.
Saludos, su amigo, José Manuel, El Tal Frías S
Yo sí tengo varias fotos de niña, recuerdo cuando íbam los fotógrafos a las escuelas, en una de esas fotos me di cuenta de la ropa y el peinado que llevaba en esa ocasión, traía puesto un suéter azul con muchos conejitos blancos en el centro, el suéter era talla 5 o.6 creo, cuando yo iba como en tercer año, ya me quedaba muyyy pequeño pero pues no había más, no creo que haya sido descuido de mi madre o quien sabe, pero en fin la mayoría de los niños sufren de alguna manera y eso es triste.
Lamentablemente a veces los recuerdos duelen!!! Pero al paso de los días se pasa...
Gracias por su texto con tanto sentimiento.
Un gran saludo!! Soy Marité!!
Saludos. Su amigo, Gilebrto Moreno.