“¿Cuántas cosas las dejamos para después? Y después ya no tenemos tiempo”


 



EL TIEMPO

 

Julio César Soto Moreno

 

El inexorable paso del tiempo, sí ese mismo que todo acomoda o arrastra a su paso, dependiendo del punto de vista del espectador; algunas veces nos mece como frágiles espigas de trigo que danzan al vaivén de la brisa otoñal; otras veces nos doblega cual furioso vendaval, intentando a toda costa poner a prueba todas nuestras capacidades y que saca, con base en estas embestidas, una versión mejorada de nosotros mismos o, por lo menos, con un pensamiento distinto después de navegar en sus inmensurables aguas.

Es ese tiempo que deja huella, que marca la existencia, surcos, profundos en algunas veces, como cicatrices indelebles, quedan plasmadas en la piel, demostrando la experiencia generada en el caminar de la vida; todos estamos expuestos a su alcance quedando exiguos ante su inmensidad; ganamos sabiduría, perdemos vitalidad, ganamos experiencia, perdemos la memoria, ganamos amistades, perdemos estatura y masa muscular, ganamos algo pero perdemos tiempo; el tiempo quita, el tiempo pone… ya lo dijo Vicente Fernández en la canción TIEMPO: “Amar queriendo, como en otro tiempo, ignoraba yo aún que el tiempo es oro, cuánto tiempo perdí, ay, cuánto tiempo”.

¿Por qué se mide el tiempo? Qué necesidad tiene estar sometidos a su inagotable y eterna existencia, todos lo vemos pasar, unas veces más rápido, casi casi en una pestañeada, como un suspiro entrecortado de aquella alma enamorada anhelando al ser amado, otras veces quisiéramos que pasara despacito, casi estático, como queriendo prolongar por siempre ese beso apasionado de quien vive su primer amor. ¿Cuántas cosas las dejamos para después? Y después ya no tenemos tiempo. ¿Cuántos proyectos dejamos inconclusos y terminan en el olvido? Nos movemos dentro de su campo de atracción, sin posibilidad de apartarnos de él siquiera por un milímetro, todo está calculado para cada individuo en específico.

El tiempo engrandece el recuerdo de aquellos que trascienden con sus obras y puede dejar borrado todo rastro de aquellos quienes, también por sus obras, su intrascendencia está garantizada; el tiempo duele, duele el recuerdo que brinda el tiempo, duelen sus abrazos cuando en él te arropas para olvidar algún pensamiento o sentimiento; en todo intercede el tiempo, a todo le imprime su sello, su alcance es vasto; y así como duele, también reconforta, reconforta el alma cuando haces aquello que quieres con tus seres amados, indelebles momentos que perdurarán por siempre en la mente y corazón; así es de misterioso, obra de formas intangibles, se escabulle entre las rendijas de la existencia misma. Todo esto y mucho más es el siempre inalterable… tiempo.

Comentarios

Anónimo dijo…
Que sabio es el tiempo,algo tan intangible pero evidente a su paso,gracias por compartir reflexiones que dan vida. José Rodolfo Real A.

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