“¿Qué hay detrás de los alumnos sin acceso a internet? ¿Cómo toman clase? ¿Cómo aprenden lo que no escucharon?”
VOLVEMOS AL ENCIERRO
Kenia Yamileth Ortiz
Leal
No es algo sorprendente ver a Culiacán lleno de camionetas con hombres armados, camiones quemados obstruyendo el paso, videos sumamente gráficos en internet y miles de dudas en los ciudadanos. Se ha convertido en algo común esperar que un jueves por la mañana nos avisen que hay otro culiacanazo, salir a comprar tortillas antes de que todo empiece y, tal vez, tener ganas de que cancelen las clases por un día.
Al principio, todo parecía ser algo que ya habíamos vivido, un día más de
balaceras. Era cuestión de horas para que nos avisaran que ya todo había
terminado y que, al día siguiente, tuviéramos nuestras precauciones. Pero eso
no pasó.
Pasaron las horas y el internet ya estaba repleto de videos y fotos de los
primeros desaparecidos, pero había algo que los estudiantes se seguían
preguntando ¿tendremos clases mañana? Sin importar la gravedad del asunto y del
caos que había en las calles, los estudiantes seguían mostrando un interés por
lo que iba a pasar con sus clases. ¿Era por tener ganas de estudiar o por
querer un día de descanso?
Surgieron muchas dudas, los ciudadanos no sabían qué hacer o qué tendrían
que hacer al día siguiente. ¿Qué iba a pasar con esas personas que trabajan
para poder comer? ¿Las personas que viven en las calles a dónde se irán a
resguardar? ¿Clases en línea o presenciales? Eran un sinfín de preguntas, unas
con respuestas, algunas con respuestas inestables y otras que nadie supo
responder.
Socialmente, este suceso de violencia e interrogantes, logró que los
ciudadanos tomaran medidas preventivas; las calles se quedaron solas, los
puestos cerrados, jefes molestos ya que sus trabajadores no se presentaron y
escuelas que volvieron a lo que todo, una vez conocimos, las benditas y odiadas,
por algunos, clases en línea.
Dejando de lado lo social y poniendo nuestro enfoque en el área de la
educación ¿Qué consecuencias trajo el culiacanazo para los estudiantes?
Sé que no puedo generalizar, pero sí puedo hablar desde mi experiencia y la
de mis conocidos.
Volvimos a las clases en línea. Clases en las que se pierde la interacción
alumno-maestro y alumno-alumno, en donde podemos entrar fácilmente a la sesión
y en realidad estar viendo la televisión. Clases en las que los estudiantes más
privilegiados las pueden tomar sin problema, pero aquellos que viven en
rancherías, lugares sin señal o que no cuentan con internet, dejan de recibir
una buena educación.
¿Qué importa más: no perder clases o que todos podamos tomarlas? Sé que no
podemos solamente dejar de tener sesiones y hacer de lado la gran herramienta
que nos ha dejado el internet, pero el culiacanazo nos hace cuestionarnos sobre
la deficiencia en la seguridad y también nos crea dudas sobre las problemáticas
que hay en la educación.
¿Qué hay detrás de los alumnos sin acceso a internet? ¿Cómo toman clase?
¿Cómo aprenden lo que no escucharon? Y eso nos lleva a otro tipo de problemas
¿Por qué al día de hoy existen lugares sin señal o sin internet? ¿Qué le hace
falta a Sinaloa para que todos podamos tener acceso a una red? Pero, más allá
del internet, hablemos de los alumnos con problemas personales.
¿Qué pasa con aquellos estudiantes que se preocupan más por la seguridad de
sus familiares que tienen que salir a trabajar, dejando poco espacio para el
tema escolar? ¿Qué pasa con aquellos preocupados por la economía de su hogar? O
los que sufren de ansiedad o depresión y la escuela era su único escape.
Como podemos ver, el culiacanazo no sólo nos ha dejado problemas de
inseguridad y miedo, hay una lista extensa de las consecuencias que ha traído a
la sociedad sinaloense.
Al día de hoy, lo único que nos queda es esperar, buscar formas de salir
adelante con los recursos que tenemos a la mano, pero, sobre todo, ser
empáticos con aquellos que no la están pasando bien y brindarles nuestro apoyo.
Personalmente, tomar clases en línea se ha convertido en algo pesado al
tener mi cabeza enfocada en los problemas que hay afuera, pero me ha ayudado a
cuestionarme mis privilegios y ser más empática con aquellos que no tienen las
mismas oportunidades que yo.
Al final del día, pude darme cuenta de que la filosofía, el Pensamiento Filosófico Educativo, está presente hasta en los enfrentamientos armados y en todos los problemas sociales.
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