“Ahora somos el uno para el otro, tenemos un amor forjado y muy trabajado a lo largo de estos años, deseo dicha y felicidad para ambos por toda la eternidad…”
DIECISIETE
Marité Ibarra
No recuerdo
cuando cumplí 17 años de edad, pero sí me acuerdo cuando tuve 8, decidí no sé
por qué, vivir intensamente los ocho años, cosas raras que pensé cuando era
niña, quizá ya comenzaba a perfilarme como una soñadora nostálgica.
Los 24, para mí, fue el mejor año de mi juventud eterna, el tener esa edad, cuando ya eres consciente de muchas cosas, valoras implícitos momentos que te rodean, los reflexionas, los evalúas, los calculas… Pero también a esa edad, comencé a pensar en mi matrimonio, porque yo siempre me quise casar, enamorarme y aventurarme a las ligas mayores del matrimonio. Ahora, de nuevo tengo 17 años, pero de años matrimoniales ganados.
Por ahí dicen que
el amor se acaba, que se termina, puede ser que sí en algunos casos, pero lo
que yo más creo es que se trasforma al paso del tiempo, el amor romántico ése sí
casi siempre desaparece instantáneamente, pues ya tienes a la amada o el amado
todos los días contigo, respirando el mismo aire que tú y durmiendo en la misma
cama, ya no es necesario ser tan cursi. Me acuerdo de una amiga que me platicó
que su actual esposo, cuando ellos andaban noviando, se vestía frecuentemente
de botargas y la sorprendía con detalles y cosas así, pregúntenle si ahora él hace
algo tan ridículo, ¡obvio que no!! Total, qué más da, ¡ellos también continúan
casados!
Hablar del matrimonio y del tiempo compartido con tu pareja, es hablar de diferentes perspectivas y de distintos ángulos. Alguien me dijo que una persona se quejaba y quejaba de su matrimonio, que era como estar sumergido en el agua, aguantando lo más que pudiera, también supe de otro que desanimó a un amigo de que se casara, pues habló pestes del matrimonio y de lo arrepentido que estaba. Es como esos hombres gordos que ya no les gustan sus mujeres porque han cambiado físicamente y ahora ya no las quieren porque han envejecido, pero ¿acaso ellos siguen siendo aquellos jóvenes atractivos que un día fueron? ¡Ay, por favor, señores gordos y feos, ustedes también se han descuidado y ahora resulta que ya no les gustan las esposas de su juventud! ¡Qué ilusos!
Pero también hay excelentes comentarios sobre el matrimonio y sus respectivas mieles, y yo me uno a esas agradables referencias, desde mi perspectiva sí recomiendo el matrimonio en sí, porque para una mujer como yo, haber encontrado un esposo con el cual vivir mi vida, fue un regalo divino, una bendición, una fortuna….
Aún recuerdo cuando nos encontramos por primera vez, nos conocimos en una boda en un lugar muyyy frío y remoto, había mucha gente y el lugar era inmenso, esa noche bailamos mucho, y yo ni siquiera estaba invitada a esa fiesta, pero inexplicablemente como una piedra rodante llegué ahí. Me gustó su forma de bailar, no era tan alocada ni complicada, y a partir de ese momento ya no se me despegó. Desde un inicio fue un hombre decidido y con visión futurista, se mantuvo ahí y ya no se quitó, fue persistente y perseverante, debo reconocer que al principio ese chico no era mi tipo, pero él llegó en el momento justo, en un momento en el que yo me encontraba vulnerable ante el amor y, aunque ese joven no me gustaba tanto, decidí tratarlo. Me llamaba la atención el hecho de que hablaba mucho ¡siempre tenía cosas que platicar! algunas sucesos que me decía me parecían extraños, como historias difíciles de creer, como cuentos nunca antes jamás escuchados, eso era porque él vivía en la gran urbe del país y le tocaba ver y vivir muchas cosas, y yo era residente forastera en una pequeña ciudad y con muy poca experiencia en la vida, siempre fui hija de mamá y papá sobreprotegida y temerosa, pero con el paso del tiempo comprobé que todas esas historias que él me platicaba eran ciertas.
Me acuerdo cuando en una terminal de autobuses de la ciudad de Texcoco, en una airosa y fría tardenoche, cuando por fin llegué a ese lugar, lo vi parado esperándome, y traía puesta una sudadera naranja con una franja beige, (esa combinación de colores me encanta), ahí me di cuenta de que era ancho de hombros, con brazos fuertes, y pelo quebrado, él me sonrió y entonces me percaté que se le hacían hoyuelos en sus mejillas, ¡Wow! ¡Me encantan los hombres con hoyuelos! En ese preciso momento comenzó a gustarme físicamente, y me dije a mí misma “¿Por qué no?” Y así de fácil comenzó un romance en una fresca primavera…
Nos casamos en ese mismo verano y así comenzamos nuestras vidas en común, es cierto que ya de casados nos peleamos, incluso hasta nos hemos dejado de hablar. Mentir sería no decir que en ocasiones me han dado ganas de tirar la toalla, o de dejar todo atrás, pero cuando valoras los mejores momentos vividos, te das cuenta que no hay que rendirse tan fácilmente, hay que prevalecer, pues ¿a poco todo es fácil en el guerrear de la vida? Me pregunto entonces, ¿dónde vas a encontrar a alguien que te conozca tan bien y te quiera como realmente eres, en la intimidad de lo secreto…?
Por ahí escuché a una mujer que vivía separada de su esposo, ella seguía haciendo todas las cosas que hacía cuando vivía con él, pero ahora las hacía sola y eso le generaba mucha tristeza. Una más dijo que lo más difícil que tuvo que afrontar al momento de su divorcio fue dormir sola, pues estaba muy acostumbrada al calor del cuerpo de su expareja. Y alguien más, que dejó a su marido por gay, ella me dijo que lo que realmente extrañaba era la solvencia económica que tenía cuando estaba con él (o ella), eso ya no lo supe bien, pero siempre sospeché que él era la esposa y no el marido.
Pero volviendo a mis nuevos diecisiete años, puedo decir que me siento satisfecha con mi matrimonio, no es fácil entrarle a las grandes ligas, como ya lo mencioné anteriormente, pero bien lo diría Forrest Gump, “la vida (en este caso el matrimonio), es como una caja de bombones ¡nunca se sabe lo que te va a tocar!”. Y efectivamente así es, pero para que algo dure, tiene que ser bueno, por ejemplo, ser un buen esposo y ser una buena esposa, además no idealizar el amor, no todo el tiempo tiene que ser amor romántico y cursi ¡no! En la vida se experimentan distintas etapas y clases de amor a lo largo y ancho del tiempo, y eso es interesante también.
Respecto a lo romántico, de nuevo por ahí escuché a una joven casada diciéndole a una joven soltera que el pretendiente que ella tiene debe cumplir ciertos estándares (muy altos, por cierto), pero estándares para la opinión tonta de la casada, que puras sandeces le decía a la joven, desde mi punto de vista, claro. Yo que, también estaba en esa plática, le dije que no, que todos los hombres cortejan a una mujer de manera diferente. No puedes dar consejos tan absurdos como los de esa casada, desanimando a la gente, así como así, si algo no te gusta a ti. Además, los hombres son criaturas extrañas, algo torpes para el amor, no puedes medir a todos con la misma regla ni ser tan exigentes. Y entonces me acordé de una experiencia de mi pasado, cuando yo tenía 20 años tuve un pretendiente (bueno el muchacho) y me relacionaba mucho con una “amiga” con más edad que yo, ella comenzó a desanimarme de esa relación que apenas iba comenzando y ahora, al recordar los argumentos que me dio en aquellos años, sólo puedo decir que le creí a una más inexperta que yo en el amor y como resultado dejé de ver a esa personita que tanto me gustaba…
Pero para terminar ya mi relato, me da gusto ver cuando hombres y mujeres se casan, aventurándose como lo hice yo, hace 17 años. Comenzando una nueva era, una nueva forma de vida, tú que eres joven ¡no dejes que otros te desanimen! Si te gusta o quieres a alguien, tú marca tus propios estándares, no te rijas por los de los demás, ni dejes que otros tomen decisiones por ti, marca tus propios requisitos y lineamientos según tus criterios y de nadie más. Así podrás experimentar un matrimonio decidido sólo por ti, nadie te asegura de que irá a ir bien, pero ¿por qué no comprobarlo por ti mismo?
Y a mi amado, a mi compañero de vida, sólo me resta decirte ¡Gracias! Gracias por estos diecisiete años de ardua labor compartida. Te seguiré dejando dormir en mi cama y amarme cuando lo desees, pues ahora somos el uno para el otro, tenemos un amor forjado y muy trabajado a lo largo de estos años, deseo dicha y felicidad para ambos por toda la eternidad…
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