“Imaginaba a esos valientes chicos que parecían haberle plantado cara al miedo, pensando, ¿Cómo rayos es que lo hacen?”
DE NERVIOS A ESCRITURA
Esmeralda
Zazueta Campos
Al llegar a la entrada de la sala, el
murmullo de los estudiantes resonaba desde adentro hasta afuera mientras me
dirigía emocionada y un tanto ansiosa hacia la presentación de una revista en
mi universidad. Ver a tanta gente, desde los alumnos hasta el personal
administrativo, me creó una atmósfera intrigante y un tanto intimidante. Ya
imaginaba que me ponían a exponer sobre algún tema tipo "cómo sobrevivir
sin café y no quedarse dormida a media clase". Sin embargo, al avanzar
pude sentir la mirada de mis compañeras, así como el entusiasmo al recibir la
revista al entrar, aquí pude experimentar una expectativa más reconfortante,
como si todos estuviéramos a bordo de esta aventura literaria juntos. Al tomar
asiento, observé a mis compañeros, cada uno con su ejemplar en mano. Aunque
confieso que no tenía idea de cómo comenzaría este espectáculo de historias,
pude notar que el aire estaba cargado de emoción y nerviosismo, anticipando un
evento que revelaría los pensamientos más profundos de quienes compartían aulas
o pasillos con nosotros.
Durante la presentación, me sentí más
cómoda y un poco menos intimidada al escuchar cada historia, ya que éstas
empezaron a cobrar vida. Desde la valiente superación de la depresión de una
estudiante, que me hizo reflexionar sobre su gran fuerza interna para poder
compartírnosla (mientras yo me sentía superada por encontrar mis llaves
perdidas esa misma mañana), hasta otro alumno que narró la historia de su
"amiga muerta", inicialmente triste pero intrigante al descubrir que
se refería a su vieja laptop, generando muchas risas y suspiros que resonaron
en la sala, creando una mezcla de emociones compartidas.
Mientras escuchaba, no podía evitar
preguntarme si algún día me tocaría a mí subir ahí, si simplemente con verlos y
escucharlos ya podía sentir la presión del escenario, con manos temblorosas y
una mezcla de terror y emoción, pero imaginándome teniendo esa fortaleza y el
valor de haberlo hecho. Observando a esos chicos, algunos muy seguros de sí
mismos, pude notar cómo sus ojos brillaban como con orgullo al compartir sus
historias, eso dejó una marca profunda en mí. Imaginaba a esos valientes chicos
que parecían haberle plantado cara al miedo, pensando, ¿Cómo rayos es que lo
hacen? Al final, la conexión y el apoyo a cada uno de ellos en la sala, me
hicieron sentir que todos eran como superhéroes literarios y hasta llegué a
sentirme como uno de ellos, enfrentando mis inseguridades y buscando el
superpoder de poder escribir mi historia, está que nos dejó el Maestro Frías.
Al escuchar a cada uno de los
participantes, me sumergí en la imaginación de sus inicios en la lectura y la
escritura. ¿Todos sintieron miedo como yo? Aunque el estar nerviosa al escribir
este texto, me detenía un poco, decidí intentarlo, porque siento aprendí más de
lo esperado. Comprendí mejor la importancia de abrirme a este tipo de
escritura, vencer miedos y valorar la lectura, incluso en medio de la ajetreada
vida académica, laboral y como madre. Aprendí que debo esforzarme en darme más
espacio para leer, aunque sea de vez en cuando, y así poder terminar esos
libros que por la rutina dejé a medias y abandonados en un cajón.
La presentación me dejó claro que cada
uno de los que nos invitaban a entrar en este mundo, tienen su propia
perspectiva única sobre la escritura y la lectura. Pues sus consejos me
inspiraron y decidí enfrentar el desafío de escribir y compartir mi propia
historia. Aunque nerviosa y un poco confundida sobre si lo que estoy haciendo
está bien o no, hoy comprendí que nada es perfecto y que cada palabra que
escriba será un paso más hacia superar mis inseguridades y contribuir al
vínculo colectivo de comprensión entre aquellos que comparten el amor por la escritura.
Esta experiencia no sólo me enseñó sobre la escritura, sino también sobre la
conexión y la valentía que comparten todos los que deciden estar en este
emocionante viaje literario.
Antes de la presentación, recordé cómo
empecé a explorar en internet, “¿cómo escribir mi primera historia o relato?”,
información que me ayudara a comprender cómo escribirlo de la forma correcta,
algo que nunca había considerado tanto, pues quería hacerlo bien, ya que el Maestro
Frías nos pedía, bueno, como quien dice, nos exigía que escribiéramos con
palabras personales para calificarnos en el primer parcial. Y estaba agotada y
nerviosa de cómo iniciaría mi historia porque no encontraba nada parecido que
me ayudara o me guiara. Después de la presentación, mi mente se aclaró más, así
que decidí dejarme llevar, en la inspiración que me dejaron estos compañeros que
nos compartieron sus textos. La idea de compartir mi historia se volvió más
ligera y mi deseo de sumergirme en la escritura creció. Reflexioné sobre cómo
llegué en modo analítico para que me quedara algo y pudiera hacer mi tarea,
porque sí, nunca había tenido este reto de escribir una historia yo misma. Me
pregunté: ¿Aprendí más de las historias compartidas o de la aventura de escribir
mi primera historia? ¿Era éste el inicio de mi propio viaje literario o sólo
había presenciado un espectáculo cómico de palabras?
La experiencia que me llevé de cada
uno de los participantes de esta presentación me hizo sentir un poco más segura
para soltarme un poco más a escribir, perder un poco el miedo y revelar mis
pensamientos o compartir un poco de mi experiencia personal, que era lo que me
pedía el Maestro y, según yo, finalmente pude descubrir. Estaba claro que gané
una nueva perspectiva sobre la escritura y la lectura, y quién iba a decir que
una presentación de una revista podría ser tan divertida y reveladora. Cada
relato despertaba algo en mí, como si de cortas películas se tratara, me
imaginaba a cada uno de ellos siendo el personaje de sus historias tan
increíbles. No puedo olvidar que al escuchar al Rector invitarnos a que
leyéramos, su forma de hablar para inspirarnos y, sobretodo, al mencionar una
novela, creo que Pedro Páramo, me quedé pensando en mi padre. Aunque ya no está
conmigo, me recordó mucho su aprecio por la literatura, haciéndome viajar a
aquellos años donde su sabiduría y sus largos relatos sobre este tipo de textos
me entretenían tanto. Pienso en cómo lo escuchaba interesada por esas
historias, recuerdo que me gustaban, aunque era ingenua, ya que desconocía
estos textos en mis años de primaria. Imagino todo de una forma distinta ahora
que comienzo a comprender más cada palabra que me compartió, eso resonó en mi
memoria. Una conexión inesperada entre la literatura y mi memoria familiar,
¡quién lo diría!
Y si aquí estoy, tratando de superar
mis miedos tratando de abrazar la escritura en este nuevo capítulo. Aunque
siento que el camino puede ser largo y desafiante, sé que, poco a poco, con cada
palabra escrita, es un paso hacia mi crecimiento personal y una contribución a
la comunidad literaria, ésa a la que nos invita con tanto entusiasmo, paciencia
y esmero el Maestro Frías. Bueno, quién sabe, tal vez, si algún día logro mejorar mis palabras, éstas también puedan inspirar a otros a superar sus
propios temores y encontrar su voz única en el gran mundo de la escritura.
Comentarios
Esmeralda, los nervios en la creatividad son aliciente para innovar y atrevernos a caminar por senderos desconocidos, por eso es que hay nerviosismo e incertidumbre, porque empiezan a conocer lo que no se atrevían a realizar.
Te felicito por la observación y la expresión de tu Pensamiento.
Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
¡Qué emocionante leer tus palabras en respuesta a mi relato! Aprecio sinceramente tu tiempo y tus reflexiones tan genuinas. Cada palabra tuya es un impulso para seguir explorando la escritura. Espero tener más oportunidades de compartir contigo en este increíble blog que nos une a todos. ¡Gracias por tu apoyo y por formar parte de esta comunidad que nos inspira a sumergirnos en la magia de las palabras!
Con aprecio, Esmeralda