“El murmullo típico del aula cede ante un silencio de terror, pareciera como una habitación en blanco guardando la magia de las palabras”
¿APRENDIENDO EN SILENCIO?
Camila Martínez
González
El murmullo típico del aula cede ante un silencio de
terror, pareciera como una habitación en blanco guardando la magia de las
palabras. ¿Qué esconde ese silencio en el salón de clases y por qué algunos
estudiantes lo perciben como una barrera inquebrantable? Esto es sólo el
comienzo del misterioso mundo del Aprendizaje
en Silencio.
En la semi-oscuridad del aula, el silencio se despliega
como un telón que se envuelve en cada rincón del salón de clases, como algo que
no se alcanza a distinguir y que cada estudiante tiene miedo a descubrir qué es
lo que se encuentra más allá; pero también con la pequeña curiosidad de saber
qué hay en ese lugar. Sin embargo, detrás de esa barrera que, aparentemente, se
ve tranquila, late un pulso de gran temor, en el que se encuentran algunos
estudiantes, como tímidos actores de un escenario totalmente desconocido, en el
que cada uno de ellos no sabe qué hacer en ese lugar, ni cómo empezar, es más
ni siquiera les salen las palabras. Es un total terror. Cada día que pasan en
esa espantosa aula se enfrentan a un gran dilema de participar o permanecer en
la sombra. Y es aquí donde nace la pregunta ¿Cómo podemos aprender en un silencio que,
a veces, se percibe más escalofriante que nunca? Realmente es un gran misterio,
ya que todos sabemos que para muchos estudiantes el hecho de participar es un
verdadero reto y, a la vez, un gran temor por 3 cosas.
La primera, es levantar la mano frente a todos tus compañeros
y el profesor para tú, posteriormente, participar y que todos te volteen a ver,
incluso, tu profesor. Cada mirada se siente como un temblor del que quisieras
mejor no haberte involucrado. La segunda es levantar también la mano para
participar pero que, en esta ocasión, el maestro te diga frente a todos que te
levantes de tu asiento y digas tu participación frente a todos; creo que eso es
algo un poco más terrorífico, ya que el estar parado y que todas las miradas
estén dirigidas hacia ti; en ese momento sólo deseas mejor haberte quedado
callado y mil veces estar mejor sentado en tu asiento. Y la tercera, pero no
menos escalofriante, es cuando te tienes que parar e ir hacia el pizarrón y
tener, ahora sí que a todos tus compañeros de frente, ahí sólo deseas
desaparecer o cerrar los ojos para no ver las caras y no sentirte con tanto
miedo, ya que al ver la cara de cada uno te pones más nervioso, porque sabemos
que cada cabeza es un mundo y que todos pensamos de manera diferente, lo que
hace que no sepamos si nos están viendo de manera crítica buena o mala, o se
están riendo de la forma en que hablamos o como explicamos las cosas. Es un
total caos. Podríamos decir que en el silencio profundo, muchas veces nuestras
mentes encuentran un espacio para reflexionar, explorar pensamientos y
descubrir algunas nuevas perspectivas de las cosas que están ocurriendo a
nuestra alrededor, pero, en otros casos, aprender en ese silencio a menudo
revela la verdad interna del ruido que el exterior esté ocultando, y que
quisiera salir a la luz, pero la barrera sigue cada vez más fuerte que nunca y
no logramos que se destruya por nada del mundo, en la que cada día que pasa nos
limitamos a que las palabras logren salir de nuestra boca, consiguiendo sólo más
temor y temor, creyendo que el silencio es bueno en este caso; cuando, en
realidad, todos sabemos que es todo lo contrario y es un daño que solos nos
estamos haciendo.
En el corazón del silencio, lo único que resuena es el
eco del miedo a expresarse y las preguntas aquí son: ¿qué se esconde detrás de ese temor? ¿es el juicio de los demás o la
inseguridad propia? Son 2 preguntas realmente importantes que debemos recalcar
en esto; la primera puede ser por diversas razones tanto psicológicas como
emocionales, ya que en algunos casos se relaciona con la ansiedad social o el
miedo al juicio de los demás, o cometer errores frente a los compañeros y el
profesor, lo que hace que evite totalmente la participación de manera activa;
este temor también puede estar conectado a la falta de confianza en cada uno de
ellos o a experiencias negativas. Por ejemplo, si alguien ha experimentado críticas
o burlas en el pasado al expresarse en público, es probable que desarrolle un
temor grande a participar en situaciones similares; además, la personalidad
introvertida de algunas personas contribuye a su desconfianza a participar en
entornos grupales. Porque la necesidad de procesar internamente la información
antes de querer compartirla puede dificultar la participación inmediata, por lo
que el querer superar este temor implica un gran proceso; el primer paso es
construir autoconfianza, cambiar las manera negativas de ver las cosas, el
juicio de los demás y crear un ambiente en el aula que fomente la aceptación y
la participación inclusiva, ya que la empatía por parte de los maestros y
compañeros también es un papel importante en alentar a quienes enfrentan este
gran temor, por lo que esto los hará sentir más cómodos a la hora de querer
contribuir en la clase. Y, por último, la segunda pregunta en cuanto al juicio
de los demás, el miedo a la hora de la evaluación y la crítica por parte de los
compañeros y profesores puede llegar a generar una ansiedad social, ya que la
necesidad de ser aceptado y la preocupación por la imagen que se proyecta
frente a los demás, puede crear un obstáculo al querer participar.
Este temor al juicio se presenta en la mayoría de los
casos ya que se origina de experiencias previas al rechazo, burlas o situaciones
incómodas durante la participación en clase; por otro lado, la inseguridad
propia también juega un papel importante. La falta de confianza en las propias
habilidades académicas, el temor a cometer errores y la preocupación por no
estar a la altura de las expectativas pueden generar una desconfianza interna a
participar, porque sabemos que la autoevaluación negativa de uno mismo puede
convertirse en una gran barrera psicológica que hace que frenemos a querer
participar o expresarnos abiertamente frente a cualquier situación que se nos
presente.
El superar estos obstáculos generalmente implica la base
de la autoconfianza como primer punto, así como la creación de un entorno en el
que exista apoyo por parte de los maestros así como también de los compañeros,
en donde las opiniones sean valoradas, también donde se puedan ayudar a reducir
la desconfianza y fomentar la participación en clase, aunque suene difícil,
pero el apoyo entre compañeros es la base para que esto se pueda llevar a cabo,
porque sabemos que la confianza es lo primordial y sin ella sólo existiría un
lugar tenso en donde el temor va creciendo cada vez más y más, y se apodera
cada día más de cada uno de los alumnos aunque no lo vean de esa manera, pero
así es en pocas palabras; mientras no nos atrevamos a decir lo que sintamos,
aun así sea sólo una palabra, lo que queramos decir no importa por algo se empieza.
Y para que esto se lleve a cabo, tenemos que dejar a un lado ese temor que nos
invade totalmente a cada uno, ignorarlo y no dejar que se adueñe de nosotros
porque, si es así, nunca podremos deshacernos de él, siempre cargaremos con ese
peso en nuestras vidas y con ese nudo en la garganta que nos impide a
expresarnos de cualquier manera ante la situación que nos esté ocurriendo.
En el silencio se encuentra el arte de escuchar, él
aprender a callar para permitir que las voces se alcen es un paso importante
hacia un aprendizaje enriquecido. Más allá de la necesidad de hablar, existe la
famosa habilidad de querer absorber el conocimiento de los demás, ya que al
fomentar una cultura donde el escuchar sea tan valioso como la palabra hablada,
se desvanece el temor del silencio.
El silencio no sólo representa la ausencia de palabras,
sino que también implica la capacidad de escuchar de manera activa y reflexiva;
este acto, aunque no lo notemos, es un componente que, a su vez, enriquece el proceso
de aprendizaje, porque por una parte simplemente nos detenemos a hablar, pero
por otra tenemos la apertura de recibir conocimiento de parte de los demás. En
el aula sabemos que se valora tanto la palabra hablada, así como la habilidad
de absorber las ideas y las perspectivas de los demás, en donde se establece un
terreno propicio para el crecimiento intelectual y emocional, en donde no sólo
se reconoce la importancia de compartir ideas, sino que también se otorga un
lugar muy importante a la capacidad de escuchar y comprender la información
proporcionada por compañeros y maestros.
Al fomentar una cultura educativa que distinga la
importancia del escuchar con la de hablar, se desvanece el temor asociado al
silencio, los estudiantes se sienten empoderados para expresar sus sentimientos
sin la presión constante de ser expresivos en cada momento. Este cambio
cultural no sólo contribuye a la creación de un ambiente de aprendizaje más
inclusivo, sino que también promueve la empatía y el entendimiento mutuo entre
los demás compañeros.
También podríamos llamar al silencio como la pausa
reflexiva y la apertura a las voces ajenas, porque si lo vemos desde otra manera
éste se convierte en un medio valioso para cultivar no sólo lo intelectual,
sino también la habilidad de comunicarse de manera afectiva y colaborar en la
construcción colectiva del conocimiento. Algo que me pongo a pensar acerca de
esto es ¿Puede el silencio ser un aliado en el
proceso de aprendizaje? Desde mi punto de vista, opino que sí. Y acerca de ello
pondré un ejemplo que se me vino a la mente en este momento. Imaginemos el
silencio como el compañero callado, ya que a veces cuando te callas y abres los
oídos, el silencio se convierte en tu aliado secreto para aprender más y mejor.
Después, piensa en el salón de clases, ¿cuántas veces todos están hablando al
mismo tiempo? En ese momento es cuando el silencio puede ser como un superhéroe
y se preguntarán pues ¿cómo? Bueno, pues cuando escuchas en silencio, realmente
absorbes lo que los otros están diciendo, no sólo es esperar a que sea tu turno
de hablar, sino escuchar de verdad. Imaginemos a un profesor explicando algo
importante, si nos tomamos un momento en silencio para entenderlo, puede hacer
que la información realmente se quede en nuestras cabezas, ya que no sólo se
trata de hablar, sino también de dejar que el conocimiento de otros se filtre
en tus pensamientos. Y no sólo en el aula, en algunas ocasiones intentamos
aprender algo nuevo con distracciones constantes y, en ese momento, es cuando
el silencio se vuelve como nuestro protector, eliminando todos los ruidos
innecesarios y nos permite concentrarnos en lo que realmente nos importa en ese
instante, así que sí, el silencio puede ser tu amigo en el aprendizaje pero en
el momento adecuado y necesario. No quiere decir que debes permanecer siempre
callado en el salón de clases, sino que no siempre se trata de decir algo; a
veces, se trata de callar y escuchar para que el conocimiento fluya sin
obstáculos.
Ya que también cuando participas, estás dejando tu huella, compartiendo tus pensamientos; sí, a veces da un poquito de nervios hacerlo, pero está muy bien hacerlo, la magia sucede cuando superas esos nervios que te impiden a animarte y dejas que tus ideas se mezclen con las de los demás.
Piensa en la clase como una especie de equipo, en la que
todos tienen algo único para aportar, cuando te animas a participar, estás
haciendo que ese equipo sea más fuerte. El participar no significa tener la
respuesta perfecta todo el tiempo, es más como un intercambio, un ir y venir de
distintas ideas. A veces esas preguntas que le llamamos “tontas” y qué tememos
hacerlas, resultan ser las que todos estaban pensando pero no se atrevían a
decirlas. Así que, como conclusión, digo que participar en clase es como un
pequeño acto de valentía, en el que no sólo es para impresionar al maestro,
sino para hacer que nuestro aprendizaje sea un tipo “fiesta” en la que todos
tengan su momento en el centro del escenario.
¡QUÉ ESPERAS, ÚNETE A ESTA GRAN FIESTA!
Comentarios
Camila, tu relato tiene una gran dosis de realidad que, expuesta por una alumna, cobra mayor relevancia, al exponer los pensamientos que atenazan a la inquietud y necesidad de saber y de aprender que todos tenemos. Y es ahí, en eso que cuentas, dónde ustedes, los nuevos pedagogos, deberían de centrar sus investigaciones para culminar su carrera universitaria.
¡Qué mejor Objeto de Estudio quieren¡
Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
Saludos