Primer Concurso de Cuento Universitario 11


“A veces, con unas solas palabras somos inspiración para los demás, para hacer crecer nuestro Árbol de Vida”



 



 

EL ÁRBOL DE LA VIDA

  

Alicia Sarahí León López

 

En la ciudad de Jisig cada vez que una persona nace se planta un árbol y se coloca una placa con el nombre de la persona que nació para que se logre identificar a quien le pertenece, el propósito de la vida en Jisig es crecer, crecer como un árbol.

Hazel una joven de 18 años todos los días va con sus padres a revisar el crecimiento de sus árboles, todos son tan grandes y hermosos, con excepción el de Hazel que, a pesar de ya haber pasado 18 años, su árbol sigue siendo un pequeño tallo, cosa que hace que deteste ir a ese lugar y siempre se termina haciendo la misma pregunta ¿Por qué no crece?

Hazel decidió caminar un poco por los alrededores, encontrándose con un Anciano que estaba regando un enorme árbol, estaba tan impresionada por el tamaño de éste, nunca había visto árbol tan grande como ése.

¡Woow!, es un gran árbol – le dijo Hazel al anciano

Lo es – dijo el anciano sonriendo – ¿Quizá el tuyo también es impresionante no?

Hazel algo apenada le respondió – no es así, mi árbol no impresiona a nadie o, bueno, quizá sí impresiona a todos, pero por lo pequeño que es, sólo es un tallo que durante 18 años no ha podido crecer más.

Necesitas creer en ti – le dijo el anciano – necesitas creer en que eres capaz de crecer tú, de que puedes lograr todo lo que quieras, sólo tienes que creer y cuando lo consigas tu árbol crecerá tan grande como ni te imaginas; recuerda que el árbol es un reflejo de tu persona, todos empezamos siendo una semilla, pero ¿Qué estamos haciendo para hacerlo crecer?

Hazel se quedó pensando en las palabras que le dijo el anciano y, de regreso a casa, por su mente sólo pasaban esas palabras: “Cree en ti”.

Hazel decidida a hacer crecer su árbol se propuso creer en ella misma, día con día realizaba todo apasionadamente, empezó a estudiar como nunca antes, decidió desarrollar sus habilidades en lo que mejor se le daba y el tallo que era el árbol de Hazel comenzó a tener ramas, ramas con brotes de hojas que eran las decisiones que Hazel tomaba en su vida y le llevaban a tener resultados que la hacían ser y crecer como mejor persona, pero había ramas que no tenían brotes, ramas que eran otras decisiones que, quizá, eran incorrectas y no tenían buenos resultados, pero aun la hacían crecer como persona porque de esos errores aprendía. Y, día con día, el árbol fue creciendo y creciendo y, al pasar de los años, el árbol de Hazel era tan grande como aquel que un día vio del anciano que le hizo ver que su árbol era el crecimiento de su vida. Su persona era tan grande como la de ese árbol.

Hazel, después de esos años, quiso buscar al señor para agradecerle por las palabras de aliento, así que fue en busca de ese árbol gigante que una vez vio. Al encontrar el árbol, vio a una joven frente a él que parecía ser familiar del anciano que conoció, ya que tenían ciertas características similares, y se acercó a ella.

Disculpe, ¿Conoce al anciano de este árbol? – pregunto Hazel

Sí, era mi abuelo, éste es su árbol, el árbol que dejó – le respondió

Hazel se dio cuenta de a qué se refería la joven, aquel anciano que una vez conoció y que la motivó a creer en ella, había partido. Tu abuelo se ha convertido en un gran árbol y fue este árbol el que sirvió fue de inspiración para mi Árbol de Vida, así que venía a agradecerle por aquellas palabras que en algún tiempo me dijo, dijo Hazel retirándose para ir a regar su árbol.

Cuando llegó se encontró con una niña que miraba anonadada su árbol

¿Cómo es que su árbol sea tan grande? El mío sólo es una pequeña ramita que no quiere crecer – dijo la niña.

Al escuchar a la niña Hazel, recordó ese momento de hace años y ya sabía que necesitaba responder; pues, a veces, con unas solas palabras somos inspiración para los demás, para hacer crecer nuestro Árbol de Vida.


Comentarios


Alicia, todos, en alguna ocasión, seremos inspiración de alguien; y eso es más probable si somos educadores. Y nuestros árboles pedagógicos, personales y culturales, crecerán a la par de lo que hagamos con nuestras vidas.

Felicitaciones. José Manuel Frías Sarmiento
Esbeidy Ruiz dijo…
Alicia, es muy lindo tu texto.
Consideró que las palabras son pequeñas ramas para fomentar nuestro gran árbol de vida, sin duda alguna, las experiencias y conocimientos son esenciales en este camino llamado vida, cada palabra y acción influyen en nuestra formación, por lo tanto cada opinión es importante para crecer y ver las cosas de otra manera.

Saludos, Esbeidy Ruiz.
Alicia, tanto podemos inspirarnos en alguien o en algo, como el ser inspiradores de árboles u otro accionar en el hoy.

Saludos

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