“Es nuestra obligación como promotores sociales empezar a dar conocer de manera correcta el valor cultural de nosotros”
‘NUESTRO PENACHO CULTURAL’
Itzel Karyme Rubio Espitia
Tlatoani
Moctezuma Xocoyotzin, mejor conocido como Moctezuma II, fue el tlatoani del
antiguo México Tenochtitlan y Emperador del Imperio Mexica. Pero ¿Por qué
comenzamos hablando de este histórico personaje? Bueno, hay cierto aspecto de
este personaje que me gustaría destacar y es su famosa forma de resaltar su
realeza con sus bellos penachos.
Estos penachos eran obra de los amantecas o
artistas mexicas que eran expertos en la creación de objetos con plumas. Este
bello penacho, conocido internacionalmente por estar en el Museo de Etnología
de Viena, tiene una altura de 116 cm. y un diámetro de 175 cm. Principalmente
está hecho con plumas de quetzal color verde, las cuales miden hasta 55 cm de
largo, aunque también, esta hermosa obra de arte, lleva plumas de ave de xiuh
totol y tejuelos de oro junto con piedras preciosas. Si, así es, si sólo el
leerlo nos parece impresionante, ahora imaginen el verlo en persona o, mejor
aún, ¿Pueden imaginar el impacto que causaba Moctezuma haciendo acto de
presencia con alguno de sus penachos? Seguramente, aunque alguien no lo
conociera y lo viera con alguno de estos adornos en la cabeza, sabría de
inmediato que esa persona tiene un elevado puesto y que muy seguramente destila
un tesoro cultural gigantesco.
Ahora
remontémonos muchísimos años después de Moctezuma, al mero siglo XXI, es verdad,
que, políticamente hablando, no tenemos ningún puesto elevado como el de
Moctezuma, pero ¿Qué hay de nuestra posición social? ¿Acaso ésa no importa?
Bueno, lamentablemente, la cultura actual ha servido como una moneda de cambio
por el equivocado significado que se le ha dado ¿Es sólo culto aquella persona
que tiene un papel que acredite su nivel académico elevado? Por supuesto que
no, pero a lo largo de los años el concepto de cultura se ha asociado a sólo
aquellas personas que son capaces de llegar a estudios superiores. Y, claro, no
me mal interpreten, no estoy en contra de los que se esfuerzan por alcanzar un
nivel académico alto. Pero, miremos un poco más allá del panorama y dejemos de
pensar en la cultura colectiva o, como mejor me gusta llamarlo, ‘pa’ que los demás vean que sí sé’. Y
mejor enfoquémonos en nuestra cultura individual o, como me gusta llamarlo, ‘pa’ sí saber de verdad’.
La
cultura individual va más allá de un simple título de ‘Maestro’ o ‘Doctor’
antes de nuestro nombre, tiene que ver más con un aspecto personal y,
curiosamente, a diferencia de la falsa cultura colectiva, ésta se parece mucho
a los penachos que usaba Moctezuma II, ¿A cuántos de nosotros no nos ha tocado
conocer personas verdaderamente cultas que a veces ni la primaria tienen?
Entonces, es momento de separar la cultura de gente que se hace llamar a sí
misma culta, cuando ni siquiera podemos percibir una sola pluma de su penacho
cultural. Entonces ¿Qué nos importa más? ¿Qué los demás nos crean cultos sin
serlo o empezar a desarrollar nuestra cultura individual y que por nuestra
forma de actuar se nos reconozca culturalmente?
Empezar
a desarrollar una cultura individual es como aquellos artistas mexicas que
adornaban el penacho, cada conocimiento nuevo, reformado o construido, es como
irle agregando una pluma o adorno más a nuestro penacho cultural. Y aunque actualmente
no portamos uno en la cabeza, sí portamos uno en nuestra forma de actuar y
expresarnos, así que debemos auto examinarnos detenidamente y preguntémonos de
qué tamaño es nuestro penacho. ¿Inexistente? O, al igual que Moctezuma, ¿con el
sólo hecho de hacer acto de presencia en algún lugar, nuestro penacho habla
inmediatamente?
Es
nuestro deber y obligación, sí, así es, es nuestra obligación como promotores
sociales empezar a dar conocer de manera correcta el valor cultural de
nosotros. Nuestra cultura nacional, antigua y mundial está en nuestras manos.
Como
seres humanos, no podemos evitar ser parte de la transición cultural que se da
todos los días en nuestra sociedad. Y sí, es muy fácil quejarnos de todo lo
malo que vemos en el comportamiento de ésta, pero si queremos lograr un cambio,
primero debemos cambiar nosotros para poder ayudar a cambiar. Imaginen a un
educador con un penacho con dos o tres plumas, eso sería realmente deprimente,
pero les aseguro que sí lo hay, así que si esto nos afecta de manera negativa a
todos ¿Por qué no lo cambiamos?
Aunque todos nos encontramos construyendo ese
penacho, me gusta pensar que nos acercamos a buenos artistas que nos ayuden a
decorarlo de forma correcta. Y, sobre todo, nos orienten en la búsqueda de hacer
ese penacho más impresionante; así que dejémonos guiar por los amantecas
actuales que llevan años de experiencia en la elaboración de penachos
culturales. Revisemos nuestro propio penacho para determinar si éste de verdad
nos representa; pero para hacerlo debemos ser honestos con nosotros mismos al revisarlo,
para de esa forma hacer los cambios necesarios. ¿Y tú, ya empezaste?
Comentarios
Te felicito por tu excelente y analítico relato que alimenta al espíritu y renueva un poco a la Cultura.
Saludos, Mtro. José Manuel Frías Sarmiento
Saludos