“En estos dos años que llevo como estudiante de la UPES, he aprendido que hay una unión entre el querer, el saber y el poder”
LA OTRA CARA DE LA MONEDA
Alexia Yamileth Torres Astorga
Cuando era niña y
me preguntaban que quería ser de grande, siempre decía que maestra, hasta me
gustaba jugar con mi hermana y mis primas a ser maestra, ponía unas hojas
pegadas a la pared y, según yo, les daba clases, dependiendo el grado en el que
iban. Y así me la pasaba todos los días, jugando e imaginando que sería
maestra. A veces, mi hermana se enojaba conmigo por querer jugar siempre a lo
mismo. Pero yo, entrada en mi papel, les daba actividades de acuerdo al grado
que iban en la escuela y, aunque a veces, se enojaban conmigo por querer jugar
a lo mismo. a mí no me aburría ese juego.
Mis familiares me
decían que les tenía mucha paciencia a los niños y que estudiara algo referente
a ello. Mi mamá siempre supo que yo quería Educación Inicial, pero los nervios
empezaron cuando me “gradué” de la preparatoria, y lo pongo entre comillas
porque aún no sé cómo llegué a ese punto, estando los dos últimos años en
pandemia y con clases en línea. En realidad, no fue mucho lo que aprendí en mis
últimas clases de prepa. Algunos maestros ni siquiera me daban clases y otros
sólo nos ponían trabajos, sin antes darnos una explicación de ello.
Cuando por fin me
tocó decidir qué era lo que quería estudiar, mi cuñado me comentó que había una
escuela llamada UPES, que era una escuela nueva que no tenía mucho que se había
convertido perteneciente a Sinaloa, ya que antes operaba como UPN (Universidad
Pedagógica Nacional), y que ahora era la Universidad Pedagógica del Estado de
Sinaloa. Yo ni siquiera había escuchado sobre ella. Me comentó que había una
Licenciatura en Pedagogía y le pregunté ¿Qué es eso? Yo no tenía ni idea lo que
era pedagogía y me explicó un poco y me puse a investigar y me gustó que tenía
mucho campo laboral. Le dije, sí me quiero inscribir ahí. Nunca me imaginé lo
que pasaría después de esto.
Pasó el tiempo y
fui a dejar los papeles a la Universidad. Me sorprendí bastante cuando entré,
era muy grande y pensé ¡a ver si no me pierdo! Desde luego que mi prepa no era
ni la cuarta parte de lo que era esta Universidad.
Cuando entré a la
Universidad, fue en clases presenciales y me topé con una realidad muy
diferente a lo que yo había soñado desde niña. Nunca imaginé todo el camino que
se tenía que recorrer para lograr a ser lo que tanto había soñado.
Nunca pensé que
sería tan difícil, pensé que era sólo a lo que yo estaba acostumbrada, a sólo
sentarme y ver cómo daba la clase el maestro; pero tener que despertarme a las
6:00 para llegar a tiempo, sin desayunar y tener que tomar dos camiones para
llegar a la escuela; y luego estar encerrada en mi cuarto en las fiestas
familiares haciendo mis tareas. ¡Y ni hablar de los conflictos que hay en el aula! Además de los
desvelos y cansancios que se tienen que pasar para entregar mis trabajos y
tareas a tiempo. Bien me decía mi abuela que todo tiene su recompensa, al final
del semestre, cuando te dan la calificación y no es lo que esperabas, te entra
la desesperación y la culpa de ¿Por qué no haberlo hecho mejor? Y es ahí donde
pienso en dejar todo y no seguir más ¿Pero por qué irme a lo más
fácil? ¿Por qué no seguir con eso que tanto me ha costado? Y no sólo a mí,
también a mis papás que se gastan el lomo trabajando para que yo sea mejor que
ellos, luchando en mi propio mundo contra mis miedos e inseguridades.
La Universidad
para mí, ha sido así. Sólo me habían contado lo bonito que iba ser cuando me
graduara, pero nunca me contaron lo difícil que sería conseguirlo. No te dicen
todo lo que tienes que pasar para conseguir ese título.
En estos dos años
que llevo como estudiante de la UPES, he aprendido que hay una unión entre el querer, el saber y el
poder. El querer de verdad. Estar
en las aulas de la UPES te mostrará el camino y te llenará de
oportunidades inimaginables, salirte de tu zona de confort y demostrarte a ti
misma que sí puedes; saber dónde estás parada y saber que tienes un mundo lleno
de posibilidades será la primera puerta que toques para
que todo
esto te lleve a un buen fin.
Para mí, la Universidad
significa una lucha constante conmigo misma, enfrentarme a mis miedos,
a mis tristezas, a mis debilidades, a los comentarios de mi familia; en fin,
creo que la Universidad te hace madurar, te hace ser mejor persona y llenarte
de ese conocimiento que no tienes o que ya conoces, pero te hace explotarlo aún
más. Como en las clases del Maestro Frías, que nos hace explotar
nuestra mente en cada clase y nos alienta a no quedarnos en esa esquina del
pizarrón, como dice él. En mi vida como estudiante, he aprendido que no es ir a
ocupar la silla del aula, es salir de cada clase y, de verdad, reflexionar si
aprendí o no. ¿De qué me sirve ir a la escuela y no haber aprendido nada? Es más
fácil quedarme en mi casa y no hacer nada, pero no, a esto me enfrento todos
los días, como cada lunes y miércoles nos hacía ver el Maestro Frías y que de
verdad nos hablaba con su voz fuerte y su imponente personalidad, que hasta
miedo me daba, pero que, sin duda alguna, es uno de los maestros al que más
agradecimiento le tendré en todo este camino de la Educación.
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Saludos, José Manuel Frías Sarmiento