“¿Qué tan importante puede ser compartir en el aula aquello que nos aqueja, nuestras inquietudes, intereses o problemas?”



 



UNA CLASE FUERA DEL CURRÍCULO

 

Dinora Guadalupe Aguirre Maldonado

 

En una clase que irrumpió la cotidianidad del aula, la maestra encendió el proyector y la computadora. Lo que parecía ser una clase normal se convirtió en un espacio de reflexión. Y todo comenzó porque la maestra compartió en la proyección dos videos musicales: "Nadie es eterno en el mundo" y "Un puño de tierra".

Recuerdo escuchar a mis compañeras decir: "Jueves con sabor a viernes". "Me dieron ganas de bailar". Y una hasta se atrevió a decir en voz baja: "Saquen los botes". Lo que en su momento fue una actividad que nos sacó de la rutina (pues podría apostar que eso no estaba planeado), de pronto se transformó en una sacudida de emociones y sentimientos que, al parecer, estaban enterrados, pues a pesar de que, a simple vista, "todas nos encontrábamos bien", nuestras caras evidenciaban las emociones a flor de piel.

¿Le tienen miedo a la muerte? - preguntaba la maestra - ¿Por qué? ¿Alguna vez se han imaginado o han sentido que van a morir? Estás preguntas me aturdieron tanto que no sabía por cuál pregunta comenzar; en mi mente un sin fin de respuestas se cruzaban y, poco a poco, empecé a sentir ese dolor en la garganta que impide dejar a las palabras salir. Mi pulso estaba a mil, sentí como mi cabeza empezaba a palpitar y un vacío tan inmenso en mi estómago, que me hacía sentir que me arrojaba por un tobogán con dirección a las profundidades del mar; tan oscuro, inmenso y tan salado.

La verdad, no me atreví a hablar; el cómo me sentía en ese momento me incapacitó de compartir aquello que quería ser expulsado a toda fuerza y que, por algún tiempo, lo he ocultado. Sí, tengo tanto miedo a morir. Me siento vulnerable y frustrada. Muchas veces me cuesta bastante abrir los ojos por las mañanas; y, por las noches, el insomnio y la tristeza se hacen presente, justo cuando todos duermen y nadie ve.

Cada quién tiene sus obstáculos y los enfrentan a su manera y con lo que tienen, lo sé. Pero yo me siento en un abismo del que intento saltar desesperada para poder salir. Creo que me encuentro en un duelo conmigo misma. No es sencillo aceptar algo que te acompañará toda la vida, que estará contigo en todo momento, a pesar de toda la distancia que intentes tomar; se tiene que aprender a vivir con ello, pero también desaprender aquello que te limita a llevar una vida normal. Lo rutinario se vuelve tan complejo y realizar lo que se debe de hacer por obligación, resulta fatigante.

No puedo evitar pensar, después de este texto, que sí, la escuela es para la vida, sobre todo cuando los contenidos salen del plan de estudios; cuando van más allá de buscar competencias y logros en los alumnos. En la escuela aprendes tantas cosas que, dejando de lado los conocimientos científicos, son aprendizajes indispensables para cualquier ser humano; el autoconocimiento, pero también el conocer a los demás.

Hoy aprendí que, si el nudo en la garganta te impide hablar, el poder escribir te permite expresar todo aquello que no eres capaz de pronunciar. Aprendí que es fabuloso tener maestros que vayan más allá del currículo; que les interesen nuestras emociones, pero que también estén dispuestos a compartir las suyas.

¿Qué tan importante puede ser compartir en el aula aquello que nos aqueja, nuestras inquietudes, intereses o problemas? ¿Cuánto podría mejorar la enseñanza y el aprendizaje? ¿Qué tanto sería el impacto en la creación de la confianza entre maestros y alumnos, maestros y maestros; o; alumnos y alumnos? Creo que es importante, porque cosas como éstas pueden ser una barrera, tanto para que el maestro se desenvuelva de una mejor manera, como para que los alumnos se motiven a mantener una participación activa.

¿Qué tanto sabemos de los maestros y que tanto de los alumnos? ¿Realmente la escuela satisface las necesidades sociales? Y si es así, ¿Sólo satisface las necesidades que van de la mano de la economía o también aquellas que van en la mente y en el corazón de cada actor escolar?


Comentarios

Dinora, algunos maestros nos esforzamos y creamos Situaciones de Aprendizaje para que las alumnas expresen sus sentimientos, sus emociones y sus saberes, pero muchas veces, más de las deseadas, nos topamos con un inexplicable mutismo estudiantil. Es, ahora lo entiendo con tu relato, como si algo les atenazara la garganta y les impidiera hablar. Un miedo a no saben qué, pero tan fuerte que les deja mudas, queriendo hablar.

Tu relato es muy explicativo. Y triste. Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
Marcelo Tolosa dijo…
No'mbre, imagínese estimada Dinora, quien no se pone así al oír esas rolonas. Me llevo la hielera en vez de la mochila jeje (Pura broma. Claro que no).

Que bueno que se desarrollo la clase así. Muchas veces ignoramos ese tema. Pero cuando lo tocamos nos hace enfocarnos en lo que realmente importa. Y desarrollar soluciones. Te mando un gran abrazo Dinora.
Laura Trujillo dijo…
Querida Dinora, la importancia de la escritura y sobre todo un espacio donde se den a conocer este tipo de relatos, pues a través de ellos podemos conocer las realidades y sentimientos de nuestros compañeros, los cuales podemos tener sentados a un lado nuestro durante 4 años y no logramos conocer a profundidad. Tal como lo dices, cada quien lidia con sus propios demonios, utilizando sus propias fortalezas, y si los profesores pudieran conocer todo aquello que traeos en nuestra pesada mochila, las cosas serian distintas. Te admiro y te abrazo.
Tu amiga Laura Trujillo
Principalmente, cómo dice Laura, la importancia de la escritura y de un espacio para compartirla. Por lo tanto, agradezco profundamente al profesor Frías por esta oportunidad de libre expresión.
Cómo dice el Sr. Tolosa, el acercarnos a temas que no están plasmados en un curriculum permite expresar sentimientos que muchas veces preferimos tener guardados. Además, cuando se tiene una vista más profunda sobre las personas involucradas en el acto educativo mejores beneficios se han de tener.
Gracias por sus comentarios 😊.
Dinora, las temas fuera del currículum. Desde luego, nos llevan a la reflexión al pensar; cuál es mi misión en esta bendita tierra y otras tantas a profundizar como lo es la muerte… la felicito por su relato.

Saludos
María Porcella dijo…
Gracias por animarte a expresar esta experiencia. Me da gusto que en el presente ese nudo se va desvaneciendo, a la vez que la mano se va soltando. Te mando un fuerte abrazo.
Sencillamente, me encantó. Me fascina encontrarme con colegas que tienen preocupaciones similares a las mías sobre el sistema educativo. Creo que el primer paso para un cambio real es el autoconocimiento, como bien dices; conocernos a nosotrxs mismxs es la clave para conocer a lxs demás, luego, la empatía y la comprensión de y sobre el entorno.

Felicitaciones, Dinora, por un texto tan sincero; nunca dejes de cuestionarte las cosas. Saludos.

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