“Las personas que se introducen en estas aguas, lo hacen porque padecen de artritis, reuma o enfermedades de las articulaciones”
IMALA
Alfredo Zañudo Mariscal
Salimos entre las
7:15 y 7:30 de la mañana para asistir a este lugar. En cuanto pasamos la Ciudad
Educadora y la Escuela de Medicina de la Universidad de Durango se empieza a
ver un paisaje verde, el cual indica que dejamos atrás la ciudad de Culiacán y
que, en dos o tres minutos, pasaremos el primer ranchito llamado los Colgados.
Enseguida siguen las Guasimas. Lo interesante al pasar por estas comunidades es
que si ustedes, amables lectores, son amantes de consumir tamales, pan y
coricos, aquí pueden comprar. También hay un restaurant de estilo campirano
donde me ha tocado observar a algunos ciclistas que llegan a desayunar.
Después de caminar
unos 10 kilómetros, llegamos a otro rancho llamado Mesquitita. Aquí nos
desviamos a la derecha para seguir hacia Imala, porque si seguimos de frente
iremos a dar a una comunidad llamada El Pozo.
A partir de este
lugar se empieza a transitar por algunas curvas en el camino; aunque es hasta
llegar y pasar por Jotagua cuando se hacen un poco más pronunciadas y
riesgosas. Eso sí, aparte de las pendientes de la carretera es necesario
conducir con cuidado para no atropellar a algún ciclista. Sobre todo, si se
viaja el fin de semana. Y es que esta carretera es un corredor turístico, en la
que seguido hay competencias deportivas en bicicleta o a pie.
Pero en ese
sentido, un servidor no se preocupa mucho porque la dueña de mis quincenas,
perdón, perdón, ya no lo es desde que me jubilé en educación primaria y tampoco
la Upes me paga quincenalmente, pues tiene varios años de ser mi copilota o
copiloto no sé cómo es más correcto decirlo (por aquello de la equidad de
género), es muy buena para echarme el grito: ¡Cuidado, no lo vayas a
atropellar!
Pero, a veces,
también se le olvida eso de ser precavida. Sobre todo, cuando vamos detrás de
un auto que no podemos rebasar. Entonces ella hace el siguiente comentario: ¡Bueno,
ése parece que comió ligas, va muy lento, en cuanto puedas rebásalo!
Lo interesante de
este recorrido, además de las curvas es admirar los hermosos paisajes verdes
que se ven a la orilla de la carretera, después del tiempo de lluvias. Pero
cuando el paisaje se torna más emocionante, claro desde el punto de vista de un
servidor, es cuando se pueden reconocer los árboles de amapa silvestre que
destacan entre los demás por sus hermosas flores rosas. Esto se observa a
mediados de noviembre y parte de diciembre. Y viene siendo un requisito casi
obligatorio como turista, el tomar algunas fotos, ya que, de verdad, en ninguna
otra época del año es posible diferenciar estos árboles de los cerros, debido a
la cantidad y diversidad de flora que existe por estos lugares.
También sabemos
cuándo falta poco para llegar a nuestro destino porque vamos a ver dos siembras
de magueyes en las lomas que están muy cerca de la carretera.
De tal manera que,
al pasar la última siembra, empieza la curva que se debe subir y enseguida una
pendiente muy pronunciada en la que un letrero dice: Bienvenidos a Imala,
seguro te diviertes. Yo le digo a mi mujer que mejor debería decir seguro es
que te mojas, porque gran parte de las personas que visitan este lugar van a
pasar un rato en la alberca mayor, por sus aguas curativas que se dice tiene
propiedades medicinales.
Eso sí, hay que
tener mucho cuidado y buenos frenos al llegar, porque esta bajada está muy
pronunciada y muy larga de tal manera que los autos, aunque se baje pisando el
freno alcanzan una velocidad de 60 y 70 kilómetros por hora. El quedarse sin
frenos, debido al desgaste de las balatas ha provocado algunos accidentes a la
llegada de este pueblo señoríal, porque a ambos lados del camino hay casas de
sus habitantes.
Las personas que
llegan temprano al balneario se van directo a la alberca principal, que tiene
varios veneros de aguas termales. Y es que la mayoría de las personas que se
introduce en estas aguas, en las que en tiempo de calor alcanzan hasta los 44
grados centígrados, lo hacen para gozar de los beneficios terapéuticos, porque
padecen de artritis, reuma, enfermedades de las articulaciones o han sufrido
algún accidente y desean que se les desinflame alguna parte de su cuerpo.
En el caso de
nosotros, también asistimos para tomarlo como terapia por la enfermedad que
padece mi mujer. Para ello, quienes son clientes asiduos a este balneario,
recomiendan estar un tiempo de 10 15 ó 20 minutos en el agua caliente y después
cambiarse otro tiempo a la alberca de agua fría.
Pero también
asisten muchas personas a este campestre, sobre todo los fines de semana a
pasar el un día relajado y sacudirte del estrés que provoca el vivir en la
ciudad. Además, que este lugar tiene sus palapas y asadores, donde es posible
descansar y consumir lo que se lleve de botana o comida formal.
Ahora que si lo de
ustedes, amables lectores, es pasar la mayor parte del tiempo dentro del agua
también lo pueden hacer, porque, además de la alberca de agua caliente también
existen otras dos con agua templada en las que es posible aventarse los clásicos
clavados. Junto a la alberca de agua caliente existe otra con dos niveles de
profundidad, para que se bañen ý diviertan los niños más pequeños.
Imala tiene gran
afluencia de visitantes que van a disfrutar de su rica gastronomía. Y es que
existe varios restaurantes campestres, en los cuales se pueden disfrutar de suculentos
desayunos campiranos, o bien comidas de medio día que satisfacen hasta el paladar
más exigente. Los platillos van acompañados con tortillas hechas a mano,
situación que poco se observa en los restaurantes de la ciudad.
Pero si nada más
quieren venir de paseo a este pueblo antiguo, lo pueden hacer y sentarse en las
bancas de la plazuela para degustar de un rico raspado, comerse un coco y otras
frituras que venden en los puestos de los alrededores. Pueden admirar la
iglesia, que cuenta con más de 200 años de antigüedad y está construida a base
de ladrillos rojizos y ocres.
Por último, quiero
comentarles, amables lectores, que, si tienen espíritu aventurero, pueden tomar
la salida de Imala rumbo a la Presa Sanalona. Hay carretera pavimentada para
llegar a ésta. Pero antes van a ver un letrero y un camino de terracería que
los lleva a la comunidad de La Cofradía. Es la ruta que se sigue para llegar a
la famosa Narnia de Culiacán, lugar que todavía no he tenido el gusto de
visitar.
Por eso les digo que,
si desean salir de la ciudad, visiten Imala, comunidad que no está tan retirada
de la capital y que les permitirá salir de la rutina. Y si ingresan al
campestre, como lo dije al principio, seguro es que se mojan.
Comentarios
Estimado Maestro Alfredo, estas viñetas del terruño y de la orografía sinaloense, nos deleitan y afirman nuestra identidad. Bendita sea la Narrativa Literaria que, al ser compartida, se torna pedagógica.
Gracias por permanecer atento y colaborar siempre en este Blog que es lo que es, por las plumas que en él escriben.
Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
Muchas gracias también a ti Dana Cecilia, por tus comentarios tan centrados y certeros en lo que compete a conocer un poco más de la geografía sinaloense. No sé si leíste las misiones de San Ignacio, texto que también está en el blog. En éste se narra la parte histórica y cultural de algunas comunidades de ese bello municipio. Saludos cordiales a todas y todos.
Yo he ido varias veces a Imala y he degustado de su gastronomía, así como disfrutar del baldeario, y créame que cada vez es como ir por primera vez. Y al leer su relato, con esa claridad que lo escribe, es como visitar de nuevo este bello lugar