“Ahí es cuando nos damos cuenta que saber sí importa, que el diez es sólo una fantasía porque la realidad es que no sabemos casi nada”
¿Y
SI EL CURRICULUM SE EQUIVOCA?
Danna
Cecilia Orrantia Guerrero
El sistema económico
basado en el libre mercado y en la propiedad privada de los medios de
producción o bien llamado capitalismo es el sistema por el que nuestro país se
rige, hoy a México lo controla la economía, a nuestra sociedad la mueve el
ritmo del dinero, es justo esa globalización económica la que obliga a la
educación a que se modifiquen las acciones escolares, la escuela se ve obligada
a buscar y rebuscar distintas formas para lograr satisfacer las necesidades de
una sociedad que se mueve al sonido del dinero.
Pero entonces ¿Dónde
quedan las necesidades reflejadas en el curriculum? Porque hablemos también de
calidad educativa, las instituciones educativas deben mostrar esa calidad sólo
con efectividad, con que sus escuelas obtengan buenas evaluaciones y con
eficiencia, que sus alumnos logren graduarse y que se inscriban en el siguiente
paso de su formación académica, se evalúa esa calidad sólo viendo si los
alumnos lograron las metas propuestas o si no las consiguieron.
Como sabemos, los
estudiantes de hoy son autónomos, hablando de ciertos aspectos porque, aun con
esto, dependen de un profesor a la hora de obtener y comprender los
conocimientos que se establecen en el curriculum. Y los profesores se ven en la
tarea de ajustar sus prácticas a las necesidades de sus estudiantes. El
profesor debe lograr ese acuerdo y, con ello, sus estudiantes conseguirán
aprender y progresar, según los objetivos propuestos en el curriculum. Al final,
todo viene saliendo de ese mentado curriculum.
Pero el curriculum nada
más le dice a los profesores lo que se busca que el estudiante aprenda y cómo
el profesor debe enseñarlo. Deja de lado las capacidades, habilidades, etnia y
cultura de sus estudiantes. Y, con ello, dificulta el trabajo de los
profesores. Imaginemos un aula multicultural, no tenemos que ir mucho a la
imaginación porque todas las aulas ya son una multiculturalidad, en donde explicar
un tema ya será complejo para el profesor. Hablándoles de forma general a sus
estudiantes es muy probable que estos no comprendan el tema, en cambio, si se
ofrece un escenario que se comparta en el aula, un contexto conocido para todos
los alumnos, no sólo comprenderán el tema, sino que se ganará otro escalón
porque los alumnos pensarán en formas adecuadas para llevar esos temas a la
práctica; pero si se deja de lado los rasgos que conforman la identidad del
estudiante, surgirán las dificultades de aprendizaje; algo así como una caja en
donde, a la mitad, se atraviesa una tabla, bloqueando que el estudiante
demuestre su potencial como persona, se le está robotizando a sólo seguir un
curriculum y que deje de lado su aspecto humanitario. Álvarez J. (2001)
coincide con esto y agrega que dejando de lado esos rasgos que conforman al
estudiante como persona, se demuestra que no existe esa llamada calidad
educativa.
El curriculum limita al
estudiante solo al ambiente escolar, como si éste fuera su único contexto, sin pensar
que, justo ese contexto exterior, el natural del estudiante, es el que conforma
al centro educativo en general, porque pregunto, entonces ¿Cómo se elige qué
enseñar y para qué enseñarlo?
Yo creo que la sociedad debe
reclamar los cambios en los contenidos temáticos, para que los estudiantes dejen
sólo de prepararse para conseguir un trabajo; se debe dejar de ver a la educación
como una empresa en donde al estudiante se le prepara para cumplir con su rol,
previamente establecido, de ser un trabajador. La institución educativa está
conformada por las circunstancias que rodean a cada persona que labora ahí,
todas se involucran para que las instituciones funcionen y consigan que los
resultados se alcancen.
Defiendo que el contexto
debe contemplarse en los diagnósticos o evaluaciones, ese contexto también se
encuentra presente en los procesos de enseñanza y aprendizaje, en ese contexto
se determinan los límites con los que cumple una institución educativa. ¿De
quién más se sabría si una institución es cómoda y que además funcione si no es
de sus estudiantes? Entre los estudiantes se habla de si la institución cuenta
con buena infraestructura, si los servicios de agua potable, si la energía
eléctrica y demás servicios funcionan de forma adecuada, si los profesores
estén bien preparados, si el ambiente es agradable y si la escuela es segura. Los
estudiantes y las personas que trabajan en la institución, son quienes observan
con qué se cuenta realmente en la institución y saben a qué apoyos pueden
recurrir si los necesitan en algún momento.
Los estudiantes son
únicos, sabemos que cada uno de ellos cuenta con un estilo propio de
aprendizaje, visual, auditivo, verbal, kinestésico y otros más que aparezcan.
Los profesores, entonces, deben contar con métodos y formas de enseñanza que se
ajusten a las necesidades educativas de sus alumnos, aunque muchas veces éstos
no logran ajustarse a esas necesidades. Y ahí se ven involucradas las
dificultades que sus alumnos traen en sus mentes, problemas familiares,
distracciones en el aula, enfermedades, preocupaciones, sentimientos
encontrados, hambre, entre otras cuestiones. Se le pide al docente que auto-reflexione
y analice las deficiencias con las que cuenta, que busque nuevas metodologías
para impartir los contenidos curriculares con éxito y sus alumnos consigan los
resultados esperados; porque, vamos, al final es lo único que importa, que los
estudiantes consigan un diez perfecto, que la escuela sea bien evaluada. No
interesa mucho que esos temas vistos en clase, el alumno los olvide a los tres
días. Claro que no importa porque la evaluación salió excelente. Pero cuando sí
importa es al momento en el que los alumnos llegan a la preparatoria o a la universidad
y sus profesores se estresan porque sus alumnos no saben ni las tablas de multiplicar,
no conocen las palabras agudas o esdrújulas, no saben cómo escribir textos
académicos ni diferenciar entre un control de lectura, una síntesis y un
resumen. No, no lo sabemos, nunca nos dijeron para qué sirve, ni siquiera nos
importa aprenderlo, aun cuando es necesario para salir de esa esquinita del
pizarrón y conocer el maravilloso mundo que se nos presenta. Ahí es cuando nos
damos cuenta que saber sí importa, que el diez es sólo una fantasía porque la
realidad es que no sabemos casi nada.
¿De verdad la tarea de
transformar el curriculum depende sólo del profesor? Porque a ellos es a quienes
se les pide que reflexionen sus metodologías. A los padres no se les pide que
le enseñan a sus hijos lo importante que es el que conozcan sus raíces, el que
les muestren su cultura y que logren integrarla a cualquier ámbito en el que se
vean involucrados.
No sólo es tarea del
docente descubrir y describir el comportamiento de los estudiantes, ellos también
pueden hacerlo consigo mismos. Los encargados de estudiar y construir los
contenidos curriculares, son también responsables de que no se vea al
estudiante como persona, de que la educación sea robótica y repetitiva. Al
final, todos somos culpables y lo que martiriza es que nadie se da cuenta de
ello. Parece que no se busca estudiar todos los factores que intervienen en la
educación, solo los técnicos que son propuestos en el curriculum, dejando de
lado las interacciones y los contextos del estudiantado. ¡Qué decepción!
Yo, que quiero trabajar
en cualquier ámbito educativo, espero analizar y tomar conciencia real del
proceso educativo, ponerme como compromiso sugerir adecuaciones al curriculum
para todos aquellos estudiantes que lo necesiten, pensar en que el curriculum
debe analizar la cultura, porque cultura no es sólo traer contigo tradiciones,
valores, costumbres, sino que involucra el qué se hace con esos saberes. En
esencia, eso es educación. Imaginemos clases en las que todos compartan un poco
del conocimiento que con ellos traen. Sería una clase única. La socialización
entre los estudiantes formaría un vínculo de cercanía. Conociendo los ambientes
culturales de cada uno de los alumnos no existirían aulas complejas, serían un
lugar en donde todos serían partícipes. ¿Suena como la clase perfecta, cierto?
No entiendo porque sólo tiene que ser una propuesta de una alumna de Pedagogía,
debería estarse buscando que sea una realidad desde hace muchos años atrás.
Maestros, ustedes que
buscan un vínculo con sus alumnos, intenten que éste sea un ejercicio
fundamental de acercamiento, en donde logren encontrar aspectos personales de ellos,
destacar para qué sirve lo que se les enseña, en el futuro para qué les servirá
saber lo que ahora saben. Alumnos, a nosotros que nos robotizan, empecemos a mostrar
nuestras capacidades de cualquier forma que encontremos; al final, verás como
más personas se unen a tu iniciativa. Créeme que encontrarás a un gran maestro
que te ayudará a subir escalones en tu desarrollo profesional. De verdad
existen profesores que buscan el avance de sus alumnos y adecuar el curriculum
y sus tecnicismos a la vida real y personal.
Maestros, sólo me queda pedirles
que analicen el pensamiento libre y creativo de sus estudiantes. Les aseguro
que obtendrán mejores resultados si potencian a los alumnos que, por ahora, nos
sentimos tan presionados por una sociedad tan exigente.
Comentarios
¿Te animas a propiciar y a generar esa idea entre tus amigas?
Saludos y felicitaciones por este excelente artículo. José Manuel Frías Sarmiento