"Todos podemos ser un tractor y lanzar piedras hacia atrás, sin darnos cuenta y sin importar a quien dañemos"






UNA VEZ MIRÉ PASAR UN TRACTOR


Alba Daniela Rocha Leyva


Una mañana, apurada salía corriendo de mi cama dispuesta a tomar el camión que me dejaba exactamente a las ocho en punto de la mañana en la universidad, la hora perfecta para llegar a mi primera clase, pero tal parece que esos anhelados 5 minutos más de sueño jugaron en mi contra ya que, como supondrán, perdí el camión. Ahora me encontraba ojerosa, despeinada, con sueño y hasta con frío, en aquella avenida que se encontraba tan concurrida como siempre. Al estar parada un buen rato esperando el siguiente camión recibí las palabras y gestos tan desagradables que suelen regalar los hombres con poca inteligencia a las mujere, sin importar cuan cubiertas o despeinadas se encuentren, es más, puedo asegurar que sin ni siquiera mirar realmente a la persona que tanto fastidian con sus actos, sólo les basta que su apariencia sea femenina; pero, bueno, dejemos tales infortunios de lado, luego serán expresados en otro texto o, al menos, así lo espero, volviendo a mi realidad ahí estaba yo, ahora me encontraba ojerosa, despeinada, con sueño, con frío y con una enorme molestia, sólo contaba los minutos para subir al camión y dejar de recibir tan desagradables atenciones que senfurecían mi pensamiento, pero de pronto llegó un hermoso ruido para mis oídos, era el sonido del camión por lo que instantáneamente me sentí mucho más feliz de lo que estuve hace cinco minutos, seguido me dispuse a buscarlo con la mirada, tras varios vistazos me di cuenta de que no era el sonido del camión sino que se trataba de un tractor, así como lo ven, un tractor en medio de una transitada calle, mi sorpresa no se debía a que nunca antes vi un tractor, porque si fuese así no sabría su nombre tan bien como lo sé, solamente me sorprendió su presencia ya que es poco común verlos fuera del campo donde pertenecen, después de analizar lo sucedido pensé vaya qué gran engaño el que me he jugado, algo molesta me dispuse a dar una mirada poco amable a tal maquinaria que pasada dejando a su paso un rastro de tierra ya algo seca, supongo que en algún punto formó parte de un charco de lodo. 

Al tener mis ojos tan despiertos observando el andar del tractor, pude ver como del techo caía una piedra de un tamaño considerable, era tan grande como una pelota de baseball, algo asombrada observé si alcanzó a golpear algún auto, pero no fue así, la piedra cayó y se quedó dando un par de giros en el asfalto hasta quedarse estática; luego dirigí mi mirada al conductor del tractor a quien el ruido de la piedra en caída no significó ni un zumbido a sus oídos, pero cómo culparlo, si éstos se encontraban disfrutando de una sabrosa cumbia a todo volumen que salía con fuerza desde la cabina del tractor; al final, la piedra no golpeó a nadie, pero ahora se encontraba siendo evitada por los conductores que se encontraban detrás del tractor. Pensativa, comencé a hilar una maraña de pensamientos en mi cabeza, por la cual me distraje un poco de mi objetivo que era el esperar al bendito camión, tan perdida me encontraba que me sorprendió ver a mi vecina cruzando la calle directamente hacia mi, había pasado mucho tiempo desde la ultima vez que la vi pasar por mi casa, al tenerla de frente la saludé y amablemente contestó mi saludo. Iniciamos una conversación sobre los últimos sucesos de nuestras vidas y familias, desde la última vez que tuvimos una charla de ésas habían pasado años ya. Después de que llegara su compañera de trabajo por ella, me volví a encontrar sola como en un inicio. 

Ahora tenía la cabeza llena de aquellos niños con los que jugaba en la cuadra de mi casa los cuales ya eran adultos al igual que yo, pensé cómo pasa volando el tiempo, ya no somos aquellos niños que jugaban a las escondidas y se quedaban platicando horas y horas hasta que nuestras mamás nos metían a nuestras casas del chongo, porque al desvelarnos se nos complicaba mucho despegarnos de las cobijas en las mañanas para salir a clases, ahora todos somos adultos terminando la universidad o ya graduados con trabajo.

Ahora estaba ojerosa, despeinada, con sueño, con frío y muy pensativa tanto por el mentado tractor como por la plática con mi vecina y llegó a mi mente ese pensamiento, todos podemos ser un tractor, podemos lanzar piedras hacia atrás sin darnos cuenta, sin importar a quien dañemos, estamos tan inmersos en nuestro propio mundo que, tal vez, dejamos tanto de lado a los demás que poco nos interesa si causamos algún daño al toparnos con las personas que son parte de nuestro caminar. Las verdades de la vida son propias y, muy privadas, poco sabemos de los demás y al pasar el tiempo y cambiar, nos distanciamos de aquellos que nos acompañaron en las noches estrelladas de nuestra niñez y juventud y, por ende, sabemos aún menos de la verdad de su vida, al verlos desde lejos me agrada saber que siguen aquí y me agrada mucho saber que esos niños tan platicadores ahora son adultos distintos a los que conocí de niña.

Todo esto llegó a mi cuando una vez vi pasar un tractor.


Comentarios

Las historias, Alba Daniela, surgen de todas partes y en momentos inesperados. Así es la vida y sólo hay que observarla para contarla. Me agrada que el Taller de Redacción ayude a que broten estas narraciones auténticas, espontáneas y tan humanas. Algo que nos hace tanta falta en la sociedad: mirar la vida con el asombro de ver pasar un tractor.

Saludos y felicitaciones por ti fresca narración. José Manuel Frías Sarmiento
Hola, mi estimada Alba Daniela. Las verdades de la vida son propias y, muy privadas, poco sabemos de los demás y al pasar el tiempo y cambiar...

Me parece que se va conociendo uno mismo, poco a poco vas tomando decisiones que se cree son las más adecuadas, por el bienesrtar propio. Se intenta dejar de lado todo aquello que puede causar estorbo "piedras" que se encontran sin querer queriendo por ahí. La vida es así, a pesar de todo LINDA.

Saludos. Bonito viernes último del 2022

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