“Para mí, escribir es desahogarme, es liberarme; nunca sentí la necesidad de “pasar el chisme”, pero sí sentía la necesidad de escribir lo que me sucedía”
Sophia
Alexandra Velázquez Mendoza
Les voy a contar cómo
descubrí este mundo tan maravilloso del que he aprendido, sigo aprendiendo e
infinitamente se puede aprender. No sé por qué mis compañeras dicen que tengo
más callo si en realidad no soy mucho de leer, ni uso palabras diferentes al
habla de ellas al momento de escribir, no es nada de otro mundo. No les voy a
decir de libros y autores, o géneros de lectura de mi preferencia, pero sí les
voy a contar el cómo entré a un “nuevo mundo” (aunque éste siempre estuvo ahí).
Empecé a escribir por la
necesidad de expresarme. Para muchas personas, la sensación que les da por
querer contar un chisme y que no se sienten cómodos convirtiendo su pecho en
bodega, que no van a respirar hasta que se lo cuenten a una persona, bueno
pues, esa sensación siento por escribir. Para mí, escribir es desahogarme, es
liberarme; nunca sentí la necesidad de “pasar el chisme”, pero sí sentía la
necesidad de escribir lo que me sucedía, mis vivencias, mis sentimientos, la
forma en que yo veía y veo el mundo, sólo hasta plasmarlo me sentía satisfecha,
es por eso que me gusta hacerlo. Pero, para escribir necesito mí tiempo y mí
espacio y mi casa es casa de todos, así que no siempre puedo contar con esa
libertad y desvelarme no me es factible con la escuela. Nunca he buscado que
alguien lea lo que hago, mucho de ello sigue oculto y algunos trabajos (porque
cuesta trabajo) han sido publicados y leído por otros, aunque yo me siento
feliz con sólo escribirlo.
Por querer entablar
conversación con una persona, por acercarme a ella y conocerla, por querer
conocer un poco de su mundo, sólo por eso busqué el libro (novela) que más le
gustaba. Este libro me enseñó a leer, a tropezones y tartamudeadas; me enseñó
nuevas palabras; me enseñó ortografía, porque gracias a empezar a leer aprendí
a escribir mejor, ni cuenta me daba de mi mala ortografía, sabía que no era
buena, pero no era consciente de ello; con él aprendí que me gusta leer en voz
alta (para mí misma) y que así es como aprendo, porque escuchándome me daba
cuenta de una nueva palabra, de la expresión de una frase, del sentido que
tenía, y tiene, respetar una coma, un punto, sus acentos, sus exclamaciones e
interrogantes; este libro me enseñó satisfacción por leer, aunque no lo hago a
menudo, y una mayor por escribir de una forma un tanto más correcta y
entendible.
No es novedad que para
mis compañeras y maestro yo diga que no fui una niña de tener amigos y salir a
jugar, por lo que tenía tristemente a mis juguetes sin usar, como en Toy
story 3, así que me quedaba con la televisión y sus canales: me gustaba ver
un poco de Fox, National Geographic, History Channel, Discovery Channel, Discovery
Kids, y ni se diga de Disney Channel, Disney XD (antes Jetix), Nickelodeon y Cartoon
Network; con el paso del tiempo se vienen las redes sociales y, al tiempo,
todos los filtros de hoy en día, por lo que para mí es muy difícil imaginarme
cómo se vería algo de otro color, con otra forma, en otra posición, etc., pero
gracias a todos los filtros nuevos puedo ver lo que mi limitada imaginación no
me permite. En ocasiones, me siento hasta triste y rara por no poder imaginar
cosas tan simples.
El tomar un libro en mis
manos era un reto, pero quería cumplirlo sólo para hablar con alguien con quién
nunca me agradó platicar y ni siquiera hablamos de su libro, pero éste me abrió
un mundo a la imaginación, ya que, con su descripción de escenarios, de
personas, de movimientos, con todo el detalle que venía, gracias a ello hacía
que yo me sintiera feliz de inundarme en esa imaginación. Yo decía que el libro
me tragaba o que me sumergía en él, al grado en que ni prestaba atención de lo
que pasaba a mi alrededor, y eso que me distraigo hasta con la mosca que me
pase por enfrente o de lado, hacía que me perdiera por sus casas, calles,
colores, bosques, lagos, mares y demás, y que me gustara.
Leer me ha enseñado que
nunca hay tiempo perdido o desperdiciado y que cada uno sabrá cómo
aprovecharlo, incluso, sin un libro en las manos, pero antes, en mi caso, tuvo
que pasar al menos uno para darme cuenta de eso. Hoy en día, si sé que voy a
tener varios días con mucho tiempo libre, un libro es una buena compañía para
no volver a ver sola a esa niña en su habitación, de esta manera ella puede
salir a jugar, a explorar, a conocer, a divertirse, y luego regresa y me cuenta
por medio de su escritura, y si hay algo que no le entendí al leer, ésta se
percata y corrige su texto, porque tal vez una coma, un punto, un acento, un
sinónimo o antónimo no escribió bien, y así dialogamos, hasta que me cuenta
perfectamente todo su nuevo “chisme”.
Comentarios
Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
Saludos
Bonito miércoles (ombligo de semana:)