“Vivir cada día como si fuera el último, regalar una sonrisa, extender la mano y también pedir ayuda”

 

SIMPLEMENTE GRACIAS…

 

Zulma Judith Santillanes Terrazas

 

Cuando las personas se marchan de nuestras vidas,

siempre quedan palabras que nunca se dijeron,

reconocimientos no entregados, aplausos no brindados.

Pasamos las etapas de la vida obviando todo, 

pensando que el tiempo queda inerte, que los viajeros

que nos acompañan estarán siempre y que yo misma estaré ahí.

Transitamos, aprendemos, nos caemos y nos levantamos

como una rueda que gira todo el tiempo,

quedando atrapados en un espiral

y con lo vana ilusión de ser inmortales.

Cuando no aprendemos la brillante lección

que el tiempo nos brindó,

  la vida no perdona,

aparecen los mismos escenarios,

nuevos rostros, pero las mismas vivencias,

todo es para detenernos y revisar cada momento,

 que amenaza con repetirse.

Es ahí, justo en ese fractal de tiempo,

donde la vida nos exige una mirada consciente,

nos invita a quitarnos la máscara

que creamos necesitar para sobrevivir,

nos dice que es el momento

de salir a escena con nuestro mejor papel:

ser nosotros mismos.

Vivir cada día como si fuera el último,

regalar una sonrisa, extender la mano

y también pedir ayuda,

dar las gracias por todo,

por lo bueno y por lo malo;

finalmente, son maestros ambos

que vienen a mejorar tu guion.

Aprender que quien está a tú lado en el viaje se bajará hoy, 

                            mañana, quizá sin previo aviso.                                

Nos grita la vida que es menester HOY,

divorciarnos de los miedos, de las sombras,

de los fantasmas disfrazados de logros con cimientos de arena,

Distinguir con una mirada hacia adentro 

y no a través de un noticiero;

Cuándo hay que extender la mano en lugar de un fusil,

cuándo hay que callar en lugar de tener la razón,

cuándo hay que ceder en lugar de insistir,

cuándo decir, Simplemente Gracias.

Sabiduría para elegir lugares, situaciones, personas,

 para distinguir cuándo transitar y evolucionar.

Sólo entonces diremos, como Amado Nervo:

“Vida nada me debes, vida estamos en paz”