Vistazos Alrededor 


“Algo compara con el viejo tsuru de su familia, la pequeñita cochera de su casa en la que apenas cabe el auto y ellos pasan pegaditos a la pared”






¿USTEDES SON RICOS VERDAD?

 

José Manuel Frías Sarmiento

 

Ya para retirarse de la casa de la tía de un amigo al que había ido a visitar, Daniel le dijo a la señora: “oiga ¿ustedes son ricos verdad?” La señora, con toda modestia le respondió: no, como crees, no somos ricos. A lo que Daniel replicó: ¿y entonces por qué tienen ese patiezote? El patio al que se refería este pequeño de seis años, era una superficie de trescientos metros cuadrados, en los que se asentaba una oficina, equipada con baño completo, una Lap Top, dos escritorios, un equipo de sonido con todos sus aditamentos, dos extensiones telefónicas, aire acondicionado, dos sillas personales y un sillón giratorio para ejecutivos.

En desnivel a la oficina, florece un pequeño jardín con diversas plantas que dan colorido al césped en que destaca una fuente de agua que brota del cántaro que en sostiene una estatua de mujer griega. Más a desnivel, aparece una pequeña cancha de básquetbol, con un tablero y aro empotrado en la pared de la barda de más de cuatro metros que protege el patio trasero de la señora que no acepta ser rica ante los ojos de un niño que vive en una casa cuyo terreno total (con casa, patio y cochera incluidos) no llega ni a la mitad del patio en el cual jugó por tres horas.

Junto a la cancha de básquet, hay un pequeño asador de brasas en el que caben tres kilos de carne, un cazo chicharronero de gas, dos mesas de cemento para picar las verduras y preparar la carne y las quesadillas, además, hay una pequeña cava para colocar los vinos, los whiskys y los tequilas que le gustan a su esposo; hay, también, dos baños: uno para mujeres y otro para hombres. En éste, hay taza y orinal por separado. El patio tiene acceso por un enorme portón metálico a una calle trasera, mientras el acceso principal a la casa de la modesta señora, se ubica en la otra calle del frente. O sea que la casita es de calle a calle. ¡No por nada el niño dedujo que eran ricos! Arriba de los baños y asador hay un salón equipado para ejercicios, al cual se sube por una escalera de mármol; y, desde ahí, se puede observar la casa con cinco habitaciones “y una más, con todo y baño, para la muchacha del servicio”; otro patiecito con plantas ornamentales, un cuarto de lavado y secado de ropa, un tendedero, una amplia cocina, un grande comedor para 10 personas, una sala con televisión de plasma, un cómodo recibidor, una cantina, un baño completo en la planta baja y otro más en la planta alta, aparte de los que tiene cada habitación y uno de ellos con jacuzzi, vestidor y closet integrados.

Daniel vuelve a decir con exagerada admiración ¡No son ricos y esa casa tan grande y bonita que tienen! La mamá del amigo de Daniel, le dice: no son ricos, pero ya casi lo son. Y la señora, “¡ay, no! ¿por qué le dices eso?”. Daniel hace cálculos, comparaciones y piensa que alguien está equivocado y no cree ser él; pero se calla porque en la cochera se topa con una Van Express Premier de lujo, que cuando él llegó no estaba. Al mirarla junto a la Mércedes de la señora, Daniel expresa mayor asombro y dice: ¡¡Iiiinnnga, y este camionetón, tan grandote!! A lo que la señora de la casa, opta por mejor ya no comentar nada, ante la incrédula e interrogante mirada de un niño que no entiende la razón de que alguien niegue la evidencia de su riqueza. Algo se remueve dentro de su cabeza. No encuentra respuestas a sus preguntas ni explicación a sus pensamientos y sale por debajo del portón eléctrico que se levanta a control remoto por encima de su pequeño cuerpo. Algo compara con el viejo tsuru de su familia, la pequeñita cochera de su casa en la que apenas cabe el auto y ellos pasan pegaditos a la pared; las diferencias de casa son notables y le perturba que haya personas a las que les dé pena tener lo que han ganado con su trabajo legítimo y a través de largos años de dedicación y esfuerzo. Algo rumia su inteligente cerebro y piensa que cuando él sea grande y haya estudiado mucho, no dirá nunca que no es rico si ha luchado para serlo y para disfrutar de tantas cosas de las que ahora su familia se priva por no tener el dinero que esta señora parece tener y que, aun así, dice no ser rica. Piensa, también, en lo mucho que deberá trabajar para ser rico, si ella dice que no lo es todavía.


Comentarios



Estimados lectores, les dejo aquí, en este Blog, un vistazo a la vida cotidiana de lo que miramos y escuchamos en el andar por el mundo. Es, apenas, un esbozo de una coma de la narrativa de la Humana Condición que, como a Zea y su circunstancia, nos salva o, por lo menos, nos devela para los demás.

Saludos, su amigo, José Manuel Frías Sarmiento
Laura Trujillo dijo…
Un acto de la vida cotidiana, como muchos más que son evidentes y aún así se niegan o uno no se cree, y aveces cuando se nos dice, como si fuera un pecado lo negamos. Gracias maestro por este texto tan bonito, con un gran mensaje.
Saludos cordiales
Marcelo Tolosa dijo…
Ingaturrona! Tras tras tras!! El chaka de chakas, el redentor de analfabetas, La Leyenda Frías se hace estrenar con un nuevo texto pa' que se pongan las pilas. Les dio chance a los pollos pa' que se crecieran. Jaja!

Fuera de broma...

Es todo. Me da mucho gusto leerlo nuevamente. Se le extrañaba "literariamente".

Que buen texto con ambas ópticas y sus choques culturales. Obviamente el plebe no esta tan mal, algo se las olía. Pero pues la dona no quería levantar "sospechas" jeje. Saludos.

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