“Sin saber por qué, me resistí a creer que su vida sólo fuera llegar a la Universidad, pasear, saludar, dar clases e irse a su casa. Aquella mirada tan misteriosa es por alguna razón”
FRÍAS 007
Kimberly Elizabeth Maturín Lezama
Un viento fuerte
azotaba en la ciudad. Formaba grandes y esponjosas nubes grises, llenas de agua
en espera, al parecer, de que algún bonito colibrí llegase y las pinchara, para
soltar la lluvia que refrescara con suave y deliciosa brisa a las personas que descansaban
fuera de sus hogares.
Camino a la Universidad,
se podían ver pequeños charcos en las calles y pequeñas gotas seguían cayendo,
pintando figuras en la calle como si de un lienzo en blanco se tratase.
Al llegar, se
podía ver un pequeño grupo de muchachas platicando y riendo a carcajadas, ¡que
alegres se miraban!, pero no se encontraban solas, a su lado se encontraba un
hombre de espaldas, con una pequeña taza de café negro, sin azúcar quizás, acompañado
de un pequeño libro cuyo título resaltaba con bonitas letras amarillas, El libro salvaje podía leerse, que
interesante, quizá lo lea, pensé para mí. Poco a poco, conforme continuaba
acercándome podía distinguir que se trataba de un hombre alto, con un porte distinguido
de saco y pantalón de vestir, con canas y con anteojos.
-¡Hola! Buen día
comenté y seguí mi camino.
-Buen día,
contestó él, girando su rostro para ver el mío, pero, al darse la vuelta, pude
observar bien a aquel hombre de tez morena, con una mirada misteriosa, como si
algo ocultara, ¿será algún mago?, o quizá un mortífago perteneciente a
Slytherin. Un millón de ideas venían a mi cabeza, tal vez sólo divagaba, sin
imaginar lo que más adelante lograría descubrir.
A partir de ese
día, se le podía observar y escuchar a diario en la explanada, siempre rodeado
de personas, ¿qué tendrá de interesante? Sólo es un maestro. Uno muy sabio al
cual mucho se le puede aprender, Frías es su apellido. Un Maestro muy conocido,
por cierto. Sin embargo, sin saber por qué, me resistí a creer que su vida sólo
fuera llegar a la Universidad, pasear, saludar, dar clases e irse a su casa. Aquella
mirada tan misteriosa era por alguna desconocida razón.
Esto quizás nadie
lo sepa, pero detrás de aquellos anteojos que, tal vez, sólo los utiliza para
despistar, detrás de esa mirada tan seria y llena de sabiduría se esconde algo
más, como si de otra persona se tratase. ¿Y cómo lo sé? Bueno, dejen les
cuento…
Una mañana al
salir, de casualidad pude verlo atrás un módulo, hablando por lo que parecía
ser un pequeño micrófono.
-Agente 007, ¿sabe
cuál es su misión?
- La sé, contestó
Frías.
¡Vaya!, quien lo
diría no me he equivocado, este hombre lleva una doble vida, es un agente secreto,
recibe órdenes misteriosas, pero ¿Cuál será esa misión? ¿Acaso rescatará a
alguien? ¿Será un matón? Mis pensamientos no me dejaban tranquila, cuando de
pronto escuché de nuevo esa cautelosa voz.
-Estoy enterado y
preparado para la misión, tan pronto salga de aquí me dirijo hacia el punto.
-Enterado, suerte
agente Frías, debes traerla sana y salva, puedes quitar del camino a quienes
lleguen a ser un estorbo.
Y la comunicación
se cortó.
De pronto aquel
hombre apareció frente a mí, con su altura y su consabido traje al que siempre
nos tiene acostumbrado. ¿Sabrá que lo escuché?
-Buen día maestro,
nos vemos en clase. Dije un poco seria.
-Adelante señorita,
respondió cautelosamente.
Luego, aquel
hombre sale de la Universidad para dirigirse a lo que sería su segundo trabajo:
“Mi nombre todos lo saben, pero me conocen como el Maestro Frías, pensaba yo que pensaba él, soy agente secreto, trabajo
para una Organización desde hace poco más de 10 años, necesitaba esto en mi
vida, un ligero respiro entre lo que más me gustaba y lo que también soñé desde
pequeño”.
“Mi misión es rescatar
unos documentos de la bóveda del banco junto con la gerente, debo ser precavido
ya que podría poner en riesgo la vida de las personas dentro de ese banco e,
incluso, la mía la cual arriesgo cada que realizo una misión”, decía el agente
para sus adentros.
Un estruendoso
sonido se escucha de pronto, una ventana del banco había sido volada, miles de
pedacitos de cristal caían sobre aquel hombre. Todo pasó muy rápido, parecía
una buena película de acción, el agente había logrado completar con éxito la
misión, ¡claro, como siempre!
De pronto, las
noticias inundaban las redes de comunicación, dando a conocer la nota principal
de que, milagrosamente el banco había sido salvado, no pudieron robar la bóveda
llena de dinero, nadie resultó lastimado y los culpables fueron encarcelados.
Aquel hombre volvió a su lugar de trabajo como si nada hubiese pasado, con los
documentos en su maletín. Pero ahora el secreto, aquél misterioso secreto, yo
ya lo sabía.
Hoy podemos saber
que el agente Frías no sólo tiene la misión de impartir Educación, de motivar a
sus alumnos para ser grandes lectores y escritores, propiciar que desarrollen el
pensamiento lateral y la imaginación y creatividad en sus vidas; no, ese hombre
alto, con canas y mirada misteriosa, esconde algo más en su tranquila y
apacible vida: es un agente que recibe órdenes y las cumple al pie de la letra.
Así que cuando necesiten algún trabajo de investigación, de misterio y acción,
ya saben dónde encontrar al agente Frías 007.
-Agente Frías…
-Dime, ¿cuál es la
nueva misión?, contestaba aquel hombre.
Continuara….
Comentarios
Kimberly, la ficción a veces es más intensa con la realidad, pero ésta siempre será más terca e interesante que aquélla. Sin embargo, la ficción literaria, como relato imaginario, puede dar pie a la escritura de textos como éste que hoy nos presentas como un divertimento intelectual surgido en un Taller de Creatividad, libre de toda libertad.
Saludos y gracias por la deferencia. José Manuel Frías Sarmiento