“La maestra Maira, es el corazón de la Unidad que media entre la cabeza, que son nuestras autoridades, y las manos, que somos todos los empleados de la UPES Culiacán”
CORAZÓN MEDIADOR
María Madrid Zazueta
¿Cómo
pasó que un traslado en taxi a la universidad me llevó a Cosalá, luego, al
origen de la maestra Maira y desembocó en la expresión de una película muda del
cine alemán, que en un slogan dice: “El corazón debe mediar entre las manos y
el cerebro” (Metrópolis, Fritz Lang; Alemania, 1927)? Al inicio del día jueves,
batallé para salir de la cama, la verdad yo no deseaba levantarme; el
despertador había sonado hacía rato, para mí segundos. A veces sólo pasa eso,
mi cuerpo no tiene energía física, mental ni emocional, y la espiritual tiene
que sostener a las demás. Cuando por fin hubo la entereza de mirar la hora en
la Ipad estaban a punto de ser las 9 horas de la mañana. Mi clase iniciaba a
las 10. No tenía lista la ropa que me iba a poner, los perros y su comida, mi
lunch, pues ese día regreso hasta las 6 de la tarde. Ando apenas, y con penas, con
lo de los camiones, cómo le iba a hacer. Me puse lo que encontré y a los perros
mal alimenté y salí de prisa. Para entonces ya eran las 9:30. Lo supe de
inmediato, tendría que pagar viaje personalizado y pues ojalá estuviera don
“Víctor”, el taxista de mamá Chabe, el señor tiene como 30 años dando servicio
en la esquina de La Sanalona y la Manuel Estrada.
Llegué
al primer taxi y le pregunté al chófer, - ¿oiga, está don Víctor? - me dijo que
no pero que él me podía llevar, ¿cuánto le cobra él? – contestó. Cien pesos, le
dije. Aceptó, pero antes de irnos le pedí chance de comprar unas carnitas;
pensé en el maestro Frías y le pedí de una vez los cien pesos. Y allá vamos de
volada a ver por cuál avenida bajar al malecón nuevo que es la vía más rápida.
Entre cien y cien pesos, híjole, me gasté lo del psiquiatra, faltaban días para
la cita, podía ser que lo recuperara en el trascurso de los días. El caso es
que en el trayecto le pregunto al chofer, hombre entrado en años, cómo se
llama. Me dice que se llama Enrique Valenzuela, me dijo que llevaba muchos años
de taxista, como cuarenta. Le pregunté si recordaba cómo se llamaba la cantina
que estaba por La Sanalona, al otro lado de donde está la parada de taxis. Me
contestó que claro que se acordaba, pero ninguno pudimos decir el nombre,
aunque sí los locales que le precedieron, hasta el expendio y la clínica de
análisis de la doctora Paty Beltrán. Estos dos ya los quitaron, y actualmente
tumbaron todo, nos tienen a la expectativa qué otro nuevo negocio surgirá en estos
lares.
Apenas
íbamos dando vuelta por la Nakayama (Sabinos para los ricos), cuando me
preguntó don Enrique por dónde vivía, pasamos por la cuadra y le dije que por
esa. Entonces preguntó si vivía enfrente de don José, ¿cuál José? Dije. Le
mencioné de los que sé, pero ninguno coincidía. Don Enrique insistía, hasta que
me dijo casa por casa, en una que está pintada como de rosita, y que tiene unas
escaleras porque la hicieron como en lo alto…, - ah, don José, el de Nicha- sí,
claro que lo conozco, - el hijo de doña Yaya- el que usa sombrero y suele andar
impecablemente vestido. Ese José ya se quedó a vivir en Sonora, ya no puede ir
y venir. Y mientras escribo esto, un carro blanco se para en la casa de Nicha y
mi hermana grita – “es don Erineo, aaaah no, es don José; ahorita voy a
saludarlo”. Y estoy escuchando ya el sonido de su voz, ese en don José.
Continuamos
el viaje en el taxi de don Enrique y le pregunté por don Víctor, me dijo que en
realidad no había allí ningún taxista que se llamara así. ¿Cómo que no, si yo
lo conozco, es el chófer de mi madre, hasta a mí me ha llevado a la UPES? Ha de
decir Abel, un gordito, morenito, pelo canusio. Exacto, era él, don Abel. Me
pregunta don Enrique cuántos años creo que tiene él, no alcanzo a contestar
cuando me dice algo así como 73 o acaso 63…, le digo que se ve más joven, a lo
que responde que Abel es más joven y tiene más canas.
Seguimos
por el malecón nuevo y me pregunta cómo me llamó yo, a mí mamá si la ubica,
pero a mí no, le digo María Madrid Zazueta. ¿De qué Zazueta eres? Quiere saber,
pues de los que vienen de Tamazula, luego del Coyonqui (también hay Alcoyonqui)
y luego a Carboneras. Le digo que don Abel conoce a muchos de mi familia por
partida de padre y de madre, sin intención de ofender. Me cambia el tema y me
pregunta si tengo familia en Cosalá, le digo que no recuerdo. Me dice que él
viene de aquellos lados. Se vino joven a trabajar a Culiacán. Me dijo que allá
en Cosalá conoció a un supervisor de zona, a don Pedro Beltrán Aguirre. Le pegunto
si conoce a Maira Zazueta, es la actual directora, es una mujer alta, muy guapa
y güera. Me dice que no recuerda, pero sí conoce a muchos Zazuetas, hay muchos
en Cosalá. Hay Zazueta y Aragón. Los Zazueta son altos y con ojos de color.
Pues mi tata Loreto era alto, igual que mi tío Isidro, y algunos primos tienen
ojos claros, entre café miel, verdes y azules. Don Enrique sigue contando que
en Cosalá están los Diarte, los Padilla. Los Padilla son familiares de los del
Llano de la Carrera, le dicen así porque allí jugaban carreras, y también está
la pista de los aviones. De la Higuera son los Padilla. Me dice - Yo soy del
Carrizal y otros Padillas de allí son hermanos de Aguilar Padilla. Son pura
familia en Cosalá. Yo soy de los Valenzuela del Carrizal, pregúntele a su
directora si conoció a don Manuel Enrique Valenzuela, mi padre -. Y llegamos a la UPES, me iba a bajar sin
pagar el viaje, recordé a tiempo, le pagué a don Enrique e indiqué por dónde
siguiera para que salir de la Unidad. Antes de despedirse me dio un papelito
escrito con pluma donde venía en letra pegada su nombre completo y teléfono. Me
dijo, - para lo que se le ofrezca yo puedo ir por usted a su casa -.
Ya en
la Unidad Culiacán entre una clase y otro me quedan dos horas, comí, por cierto,
muy rico. Frías a final de cuentas no quiso porque ya era su hora de salida y
estaba esperando que vinieran a recogerlo. Zulma sí quiso, dijo que le
guardara, ella había desayunado y tardaría en desocuparse. Ya poniéndome a tono
para comer, en plena explanada pues que pasa el rector y nomas me dice
provecho, le ofrecí, pero dijo gracias y siguió su camino, quizá vio toda mi
cara llena de hambre. Luego pasó el maestro Arturo y qué me toma la palabra y
nos servimos el primer taco doble, me dijo que a él sí le gustaba el hígado y
le dí una de las cuatro partes. Daniel Gómez Alfaro iba y venía, pero decía que
no. Que iba a pedir algo más tarde. Después de una buena charla y cuando yo ya
iba por el tercer taco se fue el maestro Arturo. Pasó Daniel y le volví a
insistir, entonces se acercó y nos servimos otro doble, luego Alí también pasó,
primero dijo provecho muchas gracias, mas cuando le dije que eran carnitas y
había hígado se acercó y se echó su taco de doble tortilla. Fue así como terminamos
con el lunch aunque Zulma quedó pendiente. Y es que hay comidas que son del
momento y con buenas compañías no se deben desaprovechar esos dichosos
momentos. A Daniel le gustó mucho la carnita que me dijo que a la próxima le
avisara para encargarme. La maestra
Maira Zazueta también me dijo provecho y si gustaba un café, le dije que ya
tenía uno mostrándole el vasito de unicel.
Una
vez que comí, me deshice de la evidencia y me dirigí a la dirección, la maestra
Maira en seguida me pasó. Le dije que iba a preguntarle por unas personas, le
nombré primero a Enrique Valenzuela, dijo de momento no tenerlo presente, pero
sí conoce a los Valenzuela y cada apellido que le mencioné. Me preguntó de
dónde viene mi apellido Zazueta, que al parecer hay tres hermanos que vinieron
de España y se dividieron entre Cosalá, Durango y no recuerdo el otro lugar. Le
dije que mis dos familias proceden de Durango, mis bisabuelos maternos de Las
Milpas, Tamazula, y Maira hizo seña con la mano de afirmativo. Por mi parte
paterna vienen de Topia, Durango. También hizo afirmativo. Mi familia de ambas
partes también se distribuyó. Conozco a los primos más cercanos, Gómer Monárrez
González es primo segundo por parte de alguno de mis abuelos que son hijos de
mi tatarabuela, mis primos mayores han convivido con él, es de los primeros
Madrid que llegaron a Sinaloa. Yo lo conocí fortuitamente porque fue uno de los
comentaristas de una publicación donde escribí, y le gustó mi texto, algo dijo
de la sencillez y del apellido de mi familia. Lejos estaba de imaginar el
parentesco lejano, sobre todo porque yo no lo he tratado. En otra ocasión lo
saludé en un evento en Ciudad Educadora, pero de esos saludos políticos donde
los chacas miran pero no ven. A mi prima Rosi sí la identifica, y seguro a mi
primo Arturo Madrid, alias “El Comandante”. Ay, mi primo, en los años 70 u 80
fue perseguido y desterrado de nuestro suelo y familia y fue a parar a
Alemania. Regresó y en su proyecto de vida llegó a ser vicerrector de la UAS en
Mazatlán; yo me quedé con los recuerdos de la infancia, con las llegadas de los
guachos a revisar las casas y. en una ocasión especial, la nuestra con la orden
precisa de encontrar a Arturo Madrid; los guachos llevaban a uno de los entonces
muchachos que anduvo en el movimiento estudiantil al lado de mi primo, éste los
llevó hasta el rancho de unos de mis tíos, no recuerdo si a San Antonio, donde
mi tío Alejandro fue comisario, o al Arroyo Hondo, donde mi tío Ángel le compró
el terreno a mi tata, y por ser ejidatario le dieron parte de tierra y de los
cerros. El caso es que mi primo Arturo, posiblemente andaba en eso de
trasladarse al viejo mundo. Algún día me gustaría escribir sobre esos años,
sobre Arturo, quien para mí sólo fue mi primo, el hijo de mi tío Rolando, quien
le pusieron así porque le decían Roles, por su cabello en el que se le hacían
roles; su nombre real fue Antonio Madrid Núñez.
Y
seguimos conversando la maestra Maira y yo. Ella me dijo que efectivamente sus
abuelos tenían su casa y su terreno frente a la plaza principal de Cosalá y al
otro lado vivían los Aragón. El terreno de los abuelos era muy grande, al
parecer abarcaba la manzana, lo mejor es que daba al río. Debió ser muy hermoso
ese terreno, lo quiero imaginar lleno de árboles frutales y flores donde Maira
y sus primos se perdían jugando. Como en nuestra casa hacíamos constantemente
cuando venían mis primos, o en el racho, cualquiera de los dos que coinciden en
un punto cercano a los cerros. Cuando llegábamos al monte parecíamos caballos
desbocados que nos acababan de soltar la rienda y lo primero era correr a los
cerros, al arroyo, a la ladrillera. Y también al cerro dizque por arrayanes que
no me acuerdo haber probado como sí recuerdo a mis tías venirse de nalgas de
los cerros, cuando no rodando. Así con esa nostalgia y amor Maira habla de sus
terruños, de la versión actual que es ahora un municipio que favorece lo
cultural, el patrimonio de las casas antiguas y se rescatan y promueven las
tradiciones, además de su hermosura ecológica, de hacer la mejor conserva, el
piloncillo, y sus grandes historias que lo han vuelto un atractivo turístico.
La
maestra Maira me exhorta a que visite Cosalá, y lo haré, primero Dios. El
Cosalá de mis recuerdos es de entre 12 y más de 20 años atrás. Primero por los
días enteros que nos pasábamos en capacitaciones de CONAFE en una escuela que
era a la vez albergue. En un local que algo tenía en el nombre de Real.
Recuerdo sus calles con casas en hileras como las que me gusta ver en Mazatlán
de la parte más vieja. Luego volví en un viaje para maestras jubiladas, al
menos la mayoría lo era. Me invitó mi amiga Eva que entonces era directora de un
equipo de apoyo de educación especial. Fuimos en un camión y una bióloga nos
guiaba. Llegamos a la reserva de la UAS, yo no me quise pasear en esos cables
que va uno volando por los cielos, mejor me dispuse a ver el paisaje y darme
cuenta que abajo estaban trabajando en sacar un mineral. Me pregunté sobre qué historia
tendrá esa mina, a quién pertenecerá, qué tan segura será, pues mi abuelo
Antonio sobrevivió a un derrumbe de una mina, pero perdió su pierna que se la
tuvieron que amputar. Luego, casi al final del viaje de maestras, llegamos a la
cabecera municipal, comimos en un restaurante en la parte que da a la calle.
Recorrimos la plaza y los negocios de alrededor. Posiblemente, en varios de
ellos trascurrió la niñez de la maestra Maira.
Pensando
en todo esto, reflexiono en la aventura de lo que ha significado para Maira su
existencia, de ser la niña que disfrutaba la estancia de los abuelos a estar en
grandes puestos de gobierno, de ser maestra a llegar a la Secretaría de
Educación, de ser una mujer luchadora y mantener su sencillez, desde luego que
es mujer de mando, lo ha tenido que ejercer en muchos entornos donde le
antecedieron muchos hombres. Una vez, mi profe Héctor Manuel Jacobo, mi
paciente director de tesis, cuando supo que Maira Zazueta era la nueva
directora de la Unidad Culiacán, dijo -
“es un puesto muy chico para ella”-. Pero hablando con ella, le escucho
decir que estar en este espacio, en este momento, es para ella un descanso y un
lugar que le permite rodearse de sus seres queridos, continuar aprendiendo de y
en la educación e impulsar la cultura y el arte; entre ellas, la de mantener al
colectivo de escritores que ya nos toca que las autoridades no sólo volteen a
vernos, que nos prometan que se nos dará algún espacio, que digan que lo desean,
pero hay cosas más apremiantes. Así que, para mí, ella, La maestra Maira, es el
corazón de la Unidad que media entre la cabeza, que son nuestras autoridades, y
las manos, que somos todos los empleados de la UPES Culiacán en los distintos
puestos; sobre todo de aquellos que deseamos dar el paso de acercar a las
nuevas generaciones con un arte vivo, con una escritura y lectura que les dé
identidad y ganas de realizar. Que aprendamos junto con ellos a volar al pasado
y al futuro, a aprender del presente y conocer nuevos terrenos, sus historias,
el origen e identidad propia. Como yo lo he estado haciendo desde que fui
estudiante de la Unidad Culiacán y se me permitió incluirme en el primer taller
que era libre y creativo, y publicamos entonces, publicamos después, estamos
publicando ahora, y primero Dios y los colegas, seguiremos haciéndolo junto a
la nueva juventud de escritores upesinos.
Comentarios
Estimada María, este oficio de escribir es de los más lindos del mundo, y lo es más cuando tengo la suerte de crear y organizar espacios para que mentes lúcidas y creativas como la tuya nos deleiten con esta joya de recuerdos y de Literatura Coloquial. La Maestra Maira, debe de sentirse orgullosa de contar en su Unidad con mentes tan ingeniosas y brillantes como tú, pues son Ustedes, los maestros los que hacen la talacha desbrozadora y fertilizadora del conocimiento en las juveniles mentes de los que pronto serán los mentores de la educación en Sinaloa. Ojalá, yo lo deseo con todo el corazón, estas nuevas profesoras entiendan y sientan que la Literatura es la más grande y enriquecedora de todas las pedagogías, porque en cada obra vibra y se muestra el sentimiento humano al cual debe de ir toda la educación que podamos prodigar y propiciar. Ojalá María que quienes pueden decidir, opten por la cultura y por la expresión escrita como un baluarte y una plataforma para educar.
María, de verdad, qué gusto volverte a publicar. Un abrazo, tu amigo, José Manuel, El Tal Frías, como dice nuestro compa el Director de la Normal, Luis Enrique Alcántar Valenzuela
Muchas felicidades!
Adaena Quevedo
Y que buen homenaje le hace aquí , a la Lic. Maira Zazueta, con una buena trayectoria admirable y fiel participante en este blog. Ojala después nos regale un texto.
Le mando un saludo.