Charlas por la Educación y la Cultura


 “Una charla no es suficiente para descubrir los misterios del fracaso de la educación, ni para comprender la evolución tan lenta de ésta”








ASÍ HASTA YO ME PONGO A COSER


 

Andrea González López

 

Relato sobre la Charla “La formación docente en Sinaloa”, disertada por el Dr. Jorge Luis Sánchez Gastélum en la Unidad Culiacán de la UPES

 


El Grande, Jorge Luis Sánchez Gastélum, es licenciado en economía, maestro en historia y doctor en educación; es un hombre con voz hogareña que me hizo sentirme en confianza, porque, aunque en su charla sobre la Formación Docente en Sinaloa mostró mucho conocimiento, nunca perdió su amabilidad. Con unas cuantas bromas que nos hacían sacar el estrés y su sinceridad en el tema, me ayudó a comprender un poco más este enredo que cargaba sobre la historia de la educación. Y es que una charla no es suficiente para realizar tal hallazgo de descubrir los misterios del fracaso de la educación, ni para comprender la evolución tan lenta de ésta, pero Jorge Luis nos regaló un viaje al pasado para no ser totalmente ajenos al tema.

Jorge, para iniciar la charla, abre el tema con el primer esfuerzo del gobierno por un sistema educativo, el Plan de Estudios del Estado de Sinaloa de 1874, un escalón que da inicio a la modernidad, donde hombres y mujeres pueden estudiar, donde las mujeres además de llevar el plan de estudios debían llevar una materia extra que sería la de costura, ¿Costura? –pensé, ¿qué tiene de moderno eso? Pero bueno en ese momento no consideré el año del que hablaba, ahora que lo veo es un gran avance el simple hecho de estudiar, una dicha o una fortuna; ya que Sinaloa se encontraba en guerra por un gobierno legal, fue una guerra civil, pero qué bueno que les tocó estudiar y no matar, así hasta yo me pongo a coser.

Continuando con el viaje, nos aterrizó en el Colegio Rosales, antigua construcción ubicada frente a la Plazuela Rosales, El edificio del Colegio se construyó con las intenciones de ser habitada por el gobernador Cañedo en Culiacán y que, por una cosa u otra, terminó siendo el lugar que formaría a los futuros docentes; menciona El Grande que asistían pocos estudiantes, debido a la ignorancia de algunos padres porque sus hijos obtuvieran una educación, pues importaban más las tierras, eran las que daban para comer, y eso de los estudios les quitaba tiempo; me hizo recordar a mi abuela, una ranchera de Lo de Reyes, Navolato, hija de una india yaqui, que no sabe leer ni escribir, pero conoce todo sobre la siembras, incluso de ganado, sabe cocinar y todo le sale rico, sabe sacar cuentas porque se vio obligada a aprender después de trabajar tantos años en el campo y en una carnicería en el mercado de Navolato. A ella no se le escapa ni un peso. Mi abuela quiso criar a mi mamá de la misma manera en la que ella fue criada, puro trabajo y nada de escuela, pero mi mami es de esas mujeres que no se deja y sí fue a la escuela, había días en los que no iba porque no terminaba de vender todos los tamales, o no terminaba de cortar todos los tomates, iba descalza, con el mismo vestidito de siempre y con muchas ganas de aprender; presume mi mami que nunca fue de diez pero logró llegar hasta la universidad, así por su cuenta, bajo su propio interés y hambre por superarse, porque su único apoyo para estudiar fueron sus sueños. Lo mismo pienso que les sucedió a todos esos docentes egresados del internado del Colegio Rosales, en 1878, que después se convirtió en la Universidad Autónoma de Sinaloa.

Después del internado, nos contó que se creó la Escuela Normal de Preceptores en 1881 que no pretendía formar pedagogos, los estudiantes ahí aprendieron aspectos morales que los ayudarían a ser mejores docentes y, por lo tanto, formar a mejores personas, no simplemente a alumnos que supieran leer, escribir, de historia, geografía y operaciones básicas; sino ciudadanos que pudieran leer la Constitución Mexicana y lograran defenderla con juicio y moral. El interés de este tipo de formación era social, debido a que se buscaba el aumento de productividad laboral, era mayor el interés laboral que político. Me gusta pensar que, aunque la educación impartida tuviera una mayor inclinación hacia lo laboral, ya era un gran avance social; lo político se fue introduciendo poco a poco, pero por el simple hecho de formar a personas criticas considero que la educación avanzó en pocos años; se presume que los primeros egresados de esta institución fueron dos mujeres, Teresa Ibarra y Veneranda Batíz, catalogadas como transgresoras por ser las primeras profesionistas graduadas en Sinaloa, ¡Qué orgullo!

Jorge Luis entra un poquito al tema del Porfiriato y al proceso de industrialización que éste trajo a Sinaloa, resultó un gran avance social; sin embargo, la exigencia educativa aumenta debido a que los aprendizajes de los estudiantes no bastaban para la  evolución industrial que Porfirio  Díaz buscaba; por lo tanto, se creó el Plan de Estudios de 1895 y se agregaron dos cursos de pedagogía, cosa que en años anteriores no se consideraba necesario; esta parte me hizo pensar en dos respuestas para responder a mi duda ¿la educación por qué mejoro? No sé si se deba a un interés gubernamental por hallazgos o mejoras industriales que lleven a Sinaloa a una mejora económica, ya sea para el bolsillo del gobierno o para el bolsillo del ciudadano; o porque realmente les interesa tener una educación de calidad que les ofrezca a sus ciudadanos una mejor calidad de vida, conocimientos políticos y capacidades intelectuales de primer mundo. Le voy más a la primera opción, el gobierno es muy celoso y no le gusta ver al civil que exige, que sabe, que defiende y que pelea.

Mencionó que con el fin de la educación socialista de Cárdenas apareció la Ley de Educación de 1945 que cumplía con tres objetivos que llevaban al docente a enseñar a sus alumnos cosas prácticas y productivas; personalmente, el tercer objetivo: “proporcionar conocimientos científicos teóricos y prácticos para asegurar el éxito”, me pareció más útil que los otros dos, esto porque incluso Jorge Luis mencionó que en esa época  el gobierno buscaba que las personas fuesen más prácticas, más productivas, laboralmente hablando, y, además, yo pienso que se consideraron aspectos de superación personal del alumno, para que éste llegue al éxito a través de la combinación de lo teórico y lo práctico.

También, el Dr. Sánchez Gastélum, nos compartió que en ese mismo año se creó el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio, que manejaba un sistema para la titulación a docentes que capacitaban a campesinos, a través de la escuela por correspondencia y escuela oral; este intento falló, menciona Jorge Luis, por la mala comunicación y, por ende, no había aprendizajes; analizándolo, desde mi punto de vista, siento que fue por la duración que tenía de 6 años, a pesar de tener una motivación económica, de año con año, considero que es pesado llevar una educación de ese tipo, además de todos los factores que influyen, como el que no lleguen las cartas a su destino, ocupaciones del campo, fatiga, desmotivación, etcétera, quizás, si realmente el interés era cubrir esta necesidad educativa en las zonas rurales, lo más práctico hubiera sido la proporción de guías educativas, planes y programas, evaluaciones al docente regularmente, ejemplos, ideas o, incluso, un asesoramiento personal presencial y en menos años. Finalmente, es sustituido en 1971 por la Dirección General de Capacitación de Mejoramiento Profesional del Magisterio.

El tiempo se estaba acabando y Jorge Luis se apresuró a concluir con la charla y nos habló rápidamente de la Escuela Normal Urbana Vespertina de 1946 con duración de tres años, creada con el fin de profesionalizar a los maestros sin título; igual mencionó a la Universidad Pedagógica Nacional de 1978-79, que fue creada con el objetivo de ofrecer una licenciatura a  maestros que contaban con la educación normal básica; con el pasar de los años, ahora es la Universidad Pedagógica del Estado de Sinaloa, donde el Dr. Sánchez Gastélum impartió esta interesante charla. Sé que esta escuela cuenta con mucha historia, que aún hay mucha más dentro de ella por descubrir y que continúa escribiéndose en sus aulas.

Ahora que lo pienso, yo entré a la licenciatura de esa institución con muchas dudas y curiosidad, pero jamás imaginé los esfuerzos del gobierno y de los profesores por conseguir una educación de calidad y una preparación docente completa; en algunas ocasiones, ellos tuvieron que vérselas duras, y yo que simplemente decidí estudiar sin mayores complicaciones, sin las dificultades de tal magnitud como las de mis antepasados; quizás por ellos es por lo que hoy podemos gozar de esa accesibilidad o facilidad de preparación académica, porque ellos fueron los inicios de lo que hoy existe y magníficamente lograron desarrollarse dentro de las aulas como héroes, claro, con sus errores, pero tenían un valor muy alto ante la sociedad, y a pesar de todas las dificultades que se presentaron lo lograron. Son parte de la historia y son una fuente de inspiración.

Jorge Luis en su pequeña charla despertó mucho en mí, hasta me puso a investigar y retomar lecturas que ya tenía olvidadas; no lo conozco del todo, pero por la manera en la que se expresaron todas las personas de él, me hizo sentir que es una persona con mucho conocimiento, valores y amigos; quizá sea la respuesta de por qué el maestro Frías lo llama “El Grande”, porque no creo que sea por su estatura o peso. Me fui con esa duda.

Cuando el Dr. Jorge Luis mencionó la frase “El maestro es una parte de la ecuación y el alumno es la otra parte importante”, me dijo tanto, pues, aunque seamos estudiantes de la docencia a veces se nos llega a escapar este detalle tan grande: que es un trabajo en equipo con el alumno para lograr experiencias satisfactorias. Extrañamente el tiempo se me fue rápido y le presté atención, quizá porque su voz era muy cálida y me sentía como si me estuviesen narrando un cuento o porque el ambiente en el auditorio estaba muy relajado. Muchas gracias al Dr. Jorge Luis Sánchez Gastélum por regalarnos un pequeño viaje al pasado.

 

Comentarios

Andrea, te felicito por tu relato, a la vez que dulce, enriquecedor, pues nos remonta a la nostalgia de un pasado en el que la Educación parecía tener un sentido más humanista y de mayor compromiso social que en la actualidad.

Sin duda que el Dr. Jorge Luis, es un charlista muy ameno y cálido en su hablar y muy sabio en su conversación. Y a las alumnas en formación les hace mucho bien, escuchar esos decires de gente que conoce de la educación y se presta para charlar con nosotros, como en febrero lo hará el Dr. José Ignacio Barreras Salcedo, con la Charla La ansiedad en las jóvenes universitarias.

Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
Marcelo Tolosa dijo…
Andrea. Excelente. Tu texto nos habla mucho de la impresión que causo en Ud el Dr Jorge Luis Sánchez y también nos habla de su personalidad.

Pero lo que mas me puso a pensar al ir leyendo la historia que nos redactaste ,es, la infinidad de movimientos, hasta vidas que se han perdido, para gozar lo que ahora damos como un derecho. Como algo que nos merecemos por el hecho de existir.

Un saludo Andrea.
Anónimo dijo…
Acabo de leer un verdadero relato histórico que me fascinó. Por un momento pensé que era mi maestro Frías lo estaba traduciendo. Deduzco que eres una excelente escritora. Pero también me uviese gustado más, como el porque seguimos fallando en la Educación; día con día me atrevo a decir que mucho solo ven la cuenta bancaria para el uso común pero quien se detiene a pensar el que su estudiante aprenda y se transforme de una manera productiva. Las prácticas se olvidaron ahora son puras tecnologías. Las costuras ya no siguieron su rumbo y el cultivar se perdió en el mal uso del teléfono. Será que la ignorancia sigue al pie del cañón uno de eso es no sabernos defender de forma educada lo digo también por mi, pues también a veces el enojo hace de las suyas sin control y es que llego a la conclusión que me falta mucho por aprender. hermos relato Alma Beltrán

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