“Su taller, maestro Frías, fue más que sólo un taller. Se lo digo de verdad. Usted me ayudó a expresarme con mis propias palabras, me ayudó a darme a entender”
DE FRÍAS A FRÍO EN
UN SOLO PASO
Axel Aragón
Espinoza
Es
difícil ver las cosas de diferente manera. ¿No me explico? Es raro ver una
clase como un descanso o un momento de diversión. Tantos momentos, tantas risas.
La verdad, yo tenía una idea muy pero muy equivocada de Usted. Cuando nombraban
al profesor Frías, pensaba ¿Quién chingados es y por qué lo nombran tanto? ¡Ah,
es un escritor! ¡Válgame, ha de ser una persona muy especial, de gustos muy
selectos y, tal vez, puede que sea arrogante o muy mamón! Y más me sorprendió
cuando me tocó estar en la primera sesión de su Taller de Redacción Libre y
Creativa y lo escuché decir: “Éste no es un taller para escribir bonito ni mejor
o para checar la ortografía, es para divertirnos y escribir de lo que nos dé la
gana”.
Desde
ese momento se ganó algo más que mi respeto, se ganó una tremenda admiración, que
aumentaba cada vez que citaba tantos autores como se les venía a la mente; unos
sí recordé y otros no, pero la importancia no es la cantidad, sino la calidad
de información que usted les agregaba. Los que más recuerdo fueron dos: El del
soldado ruso que tomó un libro en una biblioteca de Berlín y a los años
descifró un código maya, sin haber estado nunca en México; y la otra, es el
cuento Lalo, que Usted escribió sobre la conferencia de su hermano a la cual no
asistió, pero que la contó como si hubiera estado ahí. Y es que aprendí también
que no sólo es contar la historia, sino la manera cómo la cuentas. Ese sabor
que Usted le da a las cosas tiene algo que me atrae y me deja atónito. Su
taller me dejó mucho en qué pensar. Me gustaría estar más tiempo en él.
Otro
deseo es tenerlo de maestro en mi salón habitual. Seria entretenido ver cómo
hace agarrar el rollo a mis compañeros de clase y ver como se asustan por saber
que usted les daría clases; verlos temblar con sus preguntas para que, al final
del primer día, termine diciendo una de sus frases que tanto me divierten. Aunque
no tengo seguridad si esas cosas se las guarda sólo para el taller. Usted me
recuerda a un profesor de secundaria que me daba dos clases: un taller de
soldadura e historia de México; en el taller decía tantas groserías y doble
sentido a morir, pero en clase de historia era todo lo contrario, hasta parecía
otra persona. Por eso no tengo idea de qué pasaría con usted y, en cierta forma,
me da algo de curiosidad.
Podría ir a mil talleres, pero creo que no sería lo mismo, no sería igual como escuchar las historias de Frías. Por eso, a veces, en mi interior me preguntaba: ¿Qué tan estricto y qué tan malo puede ser Frías, para que hablen de él con tanto respeto y temor? Me gustaría saberlo en carne propia.
He asistido
a diferentes cursos, me han golpeado la moral y han intentado hacerme creer como
un pequeño para hacerme llorar y así disque valorar mi entorno y mi familia;
para nada lo comparo con su taller; pero me daba risa que usted hiciera honor a
su apellido y en esos momentos fríos, donde una compañera lloraba al leer su
texto, usted la ponía a seguir leyendo. Me recordó esas películas en las que les
dicen a las personas, “si no puedes hacer algo es porque no quieres, así que
hazlo”. Ver a mis compañeras llorando por una historia que ellas mismas
escribieron y verlo a usted con una servilleta de papel en la mano, ya lista para
secar unas lágrimas ya esperadas fue muy divertido.
Su taller, maestro Frías, fue más que sólo un taller. Se lo digo de verdad. Usted me ayudó a expresarme con mis propias palabras, me ayudó a darme a entender; a veces no podía escribir muy bien porque me parecía que entre más escribía menos coherencia tenía, y por eso evitaba escribir mucho. Con su taller escribo cada vez un poco más. En su taller los temas que me tocaba escribir eran de mi agrado y aunque no pude entregarle uno que otro escrito, sabe que cuando podía escribir lo hacía con gusto; obvio que unas veces mejores que otras. Le agradezco el tiempo y fue un gusto estar en su taller, nos veremos pronto. Esto no es un adiós, ya lo verá. Saludos.
Comentarios
Axel, gracias por el recuerdo de un Taller Presencial, en el que las alegrías y las tristezas desembocaban en relatos llenos de Literatura Personal, de vivencias y de percepciones que, hasta verlas escritas y leerlas en público, cobraban su exacta dimensión emocional.
Siempre fue un gusto y un aprendizaje compartir el Taller con tus relatos y con tus charlas amenas e interesantes.
Saludos, un abrazo, tu amigo, José Manuel Frías Sarmiento