“¿De dónde sacas que no tengamos el hábito de leer a los escritores de renombre internacional?”





TE DIRÁN…

 

José Manuel Frías Sarmiento

 

¿Qué pasaría si, nomás por fregar, preguntas a los investigadores de la Universidad en que trabajas si ellos, además de revisar y analizar los textos académicos propios de su línea de investigación, dedican tiempo a leer novelas, cuentos o poemas de literatos con reconocido prestigio universal?

Yo supongo que, con voz clara y profunda, te dirán mirándote fijamente a los ojos, que sí, ¡qué cómo no, qué claro que leen! Alzarán las manos, suavizarán el tono y, tal vez, hasta te tomen del brazo para volverte a decir ¡Chingado, Frías, de plano, cómo se te ocurren pendejadas! ¿De dónde sacas que no tengamos el hábito de leer a los escritores de renombre internacional? ¡Ya, de plano, ni la friegas, tú siempre buscando como rebajar el discurso y la reflexión intelectual a la simple cotidianidad, sin basamento científico, sin evidencia de trabajo empírico y, sobre todo, sin un rastreo histórico del estado del arte relacionado con el objeto de estudio al que, sin protocolo ni tratamiento metodológico alguno, ya le estás adjudicando hipótesis y conclusiones precipitadas!

Eso te dirán, pero tendrán serias dificultades para decir cuál libro están leyendo. Y si les dices que no se preocupen, que no es importante, por ahora y en esta situación, el título del libro que de seguro no leen; si les dices que, para no estresarlos con respuestas no meditadas ni apoyadas en extensa y bien seleccionada bibliografía sobre una pregunta inopinada, mejor te digan los libros que leyeron antes. Ahí sí, mi Frías, empezarán los problemas, pues eso que debiera ser tan fácil responder para cualquier profesor universitario, y más para ellos que son master y doctores, se les convertirá en un dilema más difícil de enunciar que los que con gran habilidad resuelven en sus bien documentadas y extensas investigaciones financiadas por el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), a través de las aportaciones económicas que mes tras mes les depositan en sus cuentas electrónicas. Ante cuestión de tan alto calibre filosófico, los verás entornar los ojos, desviarán la vista y buscarán palabras nunca leídas en sus academizados pensamientos.

Y te dirán, al rato, cuando ya no puedan evadir la respuesta, que, bueno, es verdad que hace tiempo no leen novelas ni cuentos, ¡poesía, ni pensarlo! porque, pues ¡entiéndelo, cabrón, ellos se han dedicado de tiempo completo a sus estudios de posgrado y a las investigaciones taaaannn rigurosas que en esos programas se exigen: que ya ves (aquí dudarán un poco antes de continuar porque les brincará al pensamiento que tú no has cursado posgrados así como los de ellos); pero, de todas maneras, como ya encarrerados en su discurso no hay quien pueda interponer ni siquiera una moción de procedimiento, mucho menos conseguir que ellos abdiquen de ilustrar al auditorio con su macheteada y automática reflexión, te dirán que, bueno, te imagines al menos, como son estos requerimientos de las maestrías y los doctorados subsidiados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (el famoso y deificado CONACYT). Te dirán que recuerdes la premura de los ensayos elaborados al cuarto para las doce y la urgencia de los fichajes para exponer las lecturas exigidas en cada sesión de trabajo. Que tomes en cuenta que todo eso les quita tiempo para leer cientos de cuartillas de los libros de la cultura universal, pero que sí han leído, ¡qué cómo supones que no lo hayan hecho! ¡Qué no te das cuenta que ellos, por fuerza, tienen que saber de cultura general! Qué, por supuesto que entienden a la literatura como una invaluable, rica y casi inacabable fuente del conocimiento humano y del desarrollo social. Esto último te lo dirán de carrerita y sin detenerse ni siquiera para tomar resuello; te lo dirán rapidito para decirlo tal y como lo escucharon en la más reciente de las cátedras itinerantes auspiciadas por la UNESCO. ¡A lo mejor, levantarán su vista al cielo, como buscando las palabras exactas con las que se los dijo el inconmensurable, y casi santón oficial, José Domingo Mota! Te verán sonreír y creerán que los apoyas porque sabes que así mismo se los dijo en las reuniones con los investigadores más reconocidos de la localidad ¡Ah, y si lo sabes, pinche Frías, ¡cómo es que sugieres, siquiera, la mínima sospecha de que ellos no estén enterados de las publicaciones recientes de autores como Saramago, Carlos Fuentes o Mario Vargas Llosa! No, de plano que son puras ganas de fregar las tuyas.

Y si tú, fregando de verdad, les pides que te cuenten de qué tratan los libros de esos autores, te dirán con el tono doctoral con el que apantallan en sus disertaciones a los que anhelan ser como ellos, que… bueno… este…, son temas innovadores que hoy se encuentran en discusión en los corrillos intelectuales. Sí, les dirás tú, por algo esas novelas están en boca de todos; pero, que a ti te gustaría conocer su opinión sobre las últimas publicaciones de tan connotados intelectuales. Entonces, ellos, los académicos beneficiarios de becas, ganadores de reconocimientos y usufructuarios de cargos en diferentes instituciones, te dirán, quizá, que los asuntos de esas novelas son temas de corte futurista como ese libro, La Silla del Águila, en la que Fuentes juega con la imaginación y nos muestra, dentro de un México desconectado del satélite de las comunicaciones, las profundas e intrincadas conexiones que urden los políticos para arribar y mantenerse en el poder, aunque sea por medio del género epistolar tan fuera de uso hoy en día por culpa del teléfono y del internet, tan perniciosos pero tan indispensables para el vertiginoso desarrollo en el que está inmerso el avance del mundo moderno y globalizado.

En este momento, no faltará alguno que te diga, con una sonrisa entre condescendiente y sabihonda, que las Tecnologías del Aprendizaje y el Conocimiento (las TAC, las nuevas siglas que suplantan hoy a las tan llevadas, citadas y traídas TIC’s de antaño), los absorben tanto que, ya ves, ni modo, ahora son y se sienten hombres cibernéticos conectados a la red mundial del pensamiento. (¡Ay, qué bonito, dirá alguna representante de la otra media humanidad, con doctorado en ciencias de constelaciones planetarizadas !). Luego, brincarán de la insidia política propiciada por la incomunicación inalámbrica, a la terrible condición humana y te dirán que les parece fantástico, así, ¡fantástico y desolador!, ese Ensayo Sobre la Ceguera, escrito por Saramago. ¡Ay, Frías, te dirán los más sensibles, qué bárbaro, qué manera de desnudar el alma humana y poner en entredicho la solidaridad en esta sociedad que conformamos! ¡Ya ves, dirán mientras brincan a otro tema, por qué son tan necesarios los cursos de Desarrollo Humano! ¿Ya ves por qué los intelectuales de ahora, concienciamos (así dicen varios de ellos, con engolada voz y con cierta inflexión europea) a los fríos metodólogos de la investigación para llevarlos, junto con las reflexiones de Domingo Mota, las orientaciones de Edgar Morín y el encanto del tierno y dulce viejito Roger Díaz Cosío, a entender y fomentar el análisis de las emociones y frustraciones afectivas de los alumnos y profesores en las aulas? Sólo así podremos, mezclar la profundidad de los bucles recursivos con la crítica tubular a los currículos actuales, analizados bajo la teoría de la Constelaciones Familiares, sólo así podremos enrumbar la educación actual, (carente de valores y apoyada sólo en las viles y pragmáticas creencias superficiales) al conocimiento real del verdadero Ser Humano.

Después de legitimarse con este párrafo, te dirán, como conclusión, que ya no des lata porque, claro que por supuesto que están enterados del análisis político de las consecuencias sociales de una dictadura latinoamericana, como la expuesta con magistral pericia literaria por Vargas Llosa en la fenomenal novela histórico-política La Fiesta del Chivo.

Pero todo esto, Frías, te lo dirán de oídas o en recuerdo de alguna reseña cultural del periódico que compran todos los días, o por comentarios del segmento literario de alguno de los noticieros que ven en sus televisores de plasma grande y plana. No te lo dirán porque hayan leído los libros que elogian con tanto fervor. Eso lo compruebas, con facilidad, si les comentas pasajes de las novelas y, al aire, sueltas una afirmación que requiere complementación de su parte para concretarla y corroborar lo dicho; hazlo y verás cómo, otra vez, sus ojos viajarán por la bóveda celeste y empezarán a parir cuates para decir algo en verdad relacionado con esas novelas. Hazlo y verás que no podrán decir nada por la simple y sencilla razón que no las han leído y, muchos, no las conocen, a veces, ni de vista. Te soltarán, entonces, un rollo dizque filosófico e intelectualoide, para distraerte y olvidar lo que preguntaste. Pero sí continúas firme, chingando, para que ahonden en las estructuras literarias, en la recuperación de la memoria colectiva y en el manejo lingüístico, presentes en esas obras del arte universal, lo más seguro es que conseguirás enfadarlos y entonces sí, con toda la enjundia y coraje de los que son capaces, ten la seguridad, plena y precisa, que te dirán que vayas y chingues a tu madre; pero que, por favor, ya dejes de estarles preguntando pendejadas que a nadie le interesan.


Comentarios


Estimados lectores, este Blog en ocasiones divaga y se adentra en escrituras que revelan pensamientos que anidan muy adentro del subconsciente; y luego las vierte al espacio digital para ver si anidan en otras mentes igualmente desocupadas a las que, como al autor de este relato, puras barrabasadas se le ocurren.

Por eso, si lo dicho aquí se asemeja a alguna de las realidades que conocen, por ésta que les juro que es pura y merita coincidencia.

Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
¡Muy buenos días!

¡Hash pero que bueno empezar leyendo tal importante pregunta de gran profundidad estimado frías! Ahí, donde la reflexión apuñala al ego profesional, y te tumba como "pata de mula" que tan solo imaginarlo dolería mucho, no tanto en lo físico sino lo que creemos ser al pregonar que "somo chingones por tener Master o doctorado" desde luego que dirían en silencio:¡pero como chinga este cabrón de Frías, ya ni la amuela" Mira que, preguntarme qué libro estoy leyendo, basta con tantas teorías, pedagogía, ciencia además de la revisión tesis de investigación y otros asuntos encomendados por el sistema. Suspirarán, moverán la cabeza de un lado y para el otro y de nuevo suspirarán con media sonrisa digo yo.

Porque el reconocer que no leemos novelas, cuentos, crónicas, poemas... y demás géneros literarios (al menos uno) lastima fuertemente la ignorancia que creemos no tener, tras la pegunta sobre lecturas de autores literatos de renombre internacional. Gritamos a los cuatro vientos que sabemos mucho de pedagogía y demás conocimientos intelectuales, nuestros discursos bonitos apantallan al alumnado universitario, máximo si publican en revistas intelectuales que nadie lee, solo ellos. Dirían algunos estudiantes son aburridos, legando del sentir propio de las necesidades subjetivas.

"... soltarán, entonces, un rollo dizque filosófico e intelectualoide, para distraerte y olvidar lo que preguntaste. Pero sí continúas firme, chingando, para que ahonden en las estructuras literarias, en la recuperación de la memoria colectiva y en el manejo lingüístico, presentes en esas obras del arte universal, lo más seguro es que conseguirás enfadarlos y entonces sí, con toda la enjundia y coraje de los que son capaces, ten la seguridad, plena y precisa, que te dirán que vayas y chingues a tu madre; pero que, por favor, ya dejes de estarles preguntando pendejadas que a nadie le interesan."

¡Oooohhh NOOOO! ...pendejas que a nadie le interesan.

Frías, que te puedo decir, gracias por hacerme ameno esta mañana de viernes. Porque la lectura y escritura muevan las emociones, y aplaudo de pie.

Saludos cordiales.
María Luisa Álvarez

Estimada María Luisa, en la Literatura encontraremos la más grande y la más rica esencia de la Pedagogía del Pensamiento Escrito; pero, por desgracia, sólo un pequeño porcentaje de los que sabemos leer nos acercamos a esa inagotable fuente del conocimiento educativo y cultural. En él se dan cita los caracteres y comportamientos humanos que definen y muestran las culturas de los grupos sociales presentes en las páginas de los grandes escritores.

Ya el inmenso Octavio Paz prescribía que a los Políticos les haría bien leer Poesía; y, nosotros, en este mundano y desapercibido Blog, pensamos que a todos nos haría mucho pero mucho muy bien leer, aunque fuere los libros que sugieren los libros de lectura de primaria y de secundaria; pero leerlos completos y, enseguida, comentarlos con los amigos, con los alumnos o con cualquier semejante que de preste a escucharnos y a platicar sobre los relatos que con pasión les compartiremos para acercarlos y enamorarlos de la Literatura.

Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
Yo veo a un profesor de aula que no lee, hasta lo hacen ver en platica de pasillo o bien en el CTE mismo que marca en párrafos como aprendizajes esperados...¿por qué no comprender los escolares? vista esta problemática a resolver durante el ciclo escolar. ¿Incongruencia, desatención...?

Me entristece y me apena la opinión ajena de maestros que no leen a sus alumnos por el placer mismo. Cumplen lo establecido por el currículum escolar; que se tuvo la oportunidad en pandemia hacer algunos cambios sustánciale es decir, acércanos más entre sociedad mediante la lectura buena. Unificar padres de familia, alumnos y maestros... pero es tan simple de entender. Si no me gusta leer por gusto, ¡pos cómo pues! Como exigir a los escolares que comprendan tan siquiera un párrafos de español, matemáticas o ciencias.

¿Así cómo?
Marcelo Tolosa dijo…
Decia Mark Twain : "Los bestsellers son los libros que todo mundo habla, pero que nadie lee". Todo un espactulo literario leer su razonamiento plasmado en estos parrafos. Le mando un saludo estimado amigo Jose Manuel.
Suena a comedia cuando "los que saben" no saben nada. Y es que bien se dice por allí: 《No es ignorante el que no sabe leer, es más ignorante el que sabe y no lee》.
Uno se da cuenta de la formación académica forzada de nuestros superiores que se conforman con el clásico "uno trae el don de la enseñanza en la sangre" y por ello se preparan lo básico para dar clases; y se lo dice una alumna que cuestiona mucho un plan de estudio. Pero ni hablar ¿qué se le puede hacer?
¡Le mando muchos saludos, maestro Frías!
Estamos de nuevo por acá...
Héctor Armando dijo…
Mi estimado profesor, JM. Frías S. A propósito del comentario del Ingeniero Tolosa. Siguiendo la ley de Chéjov; ya se mencionó Mark Twain, así que voy a dispararlo. Su texto me recordó a las preguntas incómodas y a la vez inteligentes de uno de los personajes más conocidos de este autor norteamericano: Tom Sawyer.

Me imaginé, al maestro Frías, con esa misma astucia del niño curioso, provocando al mundillo adulto, de las altas castas académicas, para con sus exiguos hábitos de lectura. Muy divertido el dominio de la narración y el mensaje. Se sabe el poder de la literatura y tenemos que hacerle su espacio entre los "alud" burocráticos del día a día. Saludos y un abrazo.

Estimado Héctor Armando, el inquieto e inteligente Tom Sawyer, los habrá puesto en mayores aprietos, porque tal vez no sólo inquiriría sobre títulos y autores, sino en las razones y argucias para no leer y en las terribles consecuencias que tales actos acarrean en los cursos que ellos imparte.
Gracias amigo escritor, saludos, José Manuel Frías Sarmiento

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