"Los aprendizajes de ayer, no son los de hoy. Lo que se vivió en el ayer, es irrepetible"

PEDACITOS DE INFANCIA

María Luisa Álvarez Piña

Profe ¿Qué cree? Me fui por abajo del monte. Fui con mi abuelo, había un panal de abejas grandote y con una pedrada le di y salió la abeja reina y corrí, y me metí al cuarto. ¿Y no agarraste miel? Sí, apenas le hice así (señala la untada del dedo)

Profe, la Santa Muerte existe. Si te toca la frente te mueres. ¿A poco? Sí. Asombrado José replica: ¿¡Usted es profe y no conoce!? No. ¿Tú la has visto? Mi tía me dijo que iba al palacio de gobierno a trabajar y que mi tío Ernesto le dice: ¿estás viendo lo que estoy viendo yo? ¿Queeeé? dijo ella. Mi tío le señaló con el dedo: ¡allá! Era la Santa Muerte que esta así parada (Alan se queda como estatua, cuerpo rígido, brazos hacia abajo pegados al cuerpo señalando la posición de la Santa Muerte) y con la cabeza hacia abajo, y nomás vio que pasó el carro y la miró y dice que caminó poquito. ¿Y se aparecerá para que se muera la persona? No, dice mi tía que no. Nosotros checamos en Google por qué se aparece la muerte y dice que por salud de ellos y no sé qué más. Y fuimos para allá y ahí, seguía la muerte. ¿Tú la viste? Si.  ¿Cómo es? Es blanca y tiene un machete, parece que no tiene cara, pero si tiene. ¿Y cómo sería la cara? Como un cráneo toda raspada.  Está en la tumba quien sabe de quién. ¿No sería una persona? No, profe, es la Santa Muerte. La profe continua sin saber. ¿Es buena o mala la Santa Muerte? Hay una buena y una mala, la blanca es buena y la negra es la mala, ésa es la muerte.  La blanca es buena, nomas te mira y te da buena suerte; y la negra si la miras, tienes que irte corriendo porque si no te mata, ¿con el machete? No, haz de cuenta como un hechizo. 

Otro día en el aula escolar, en “Espacios libres”, se manifiesta lo siguiente. La maestra (intrusa) entra como la humedad. Con pasos lentos, fingiendo no ir hacia la esquina donde están cuchicheando, entre dientes y risas apretadas, un grupito de alumnos. Ella, sin previo aviso, escucha, para luego hacer extenso aquello que le inquietó. El resto de los alumnos fija la atención a lo que dice:

A ver, vamos a escucharnos.  ¿Quién es la Moni? Varios levantan la mano. Le cedió la palabra a Felipe. 

-Dinos Felipe.  

-La Moni vende pan. La canasta de pan la lleva arriba de la cabeza y, profe, no se le cae. Ella tiene pelo negro esponjado, es morena, más menos alta, tiene como 50 años, es llenita algunos le gritan en la calle: ¿¡tiene pan de panocha, Moni!? y ella se para de una y grita; dice cosas que no se puede decir. 

Alan interrumpe. - Ella va a la tienda y cuando mi tata se mete al cuarto, ella le roba una coca y luego se va. ¡Aaahh! y es muy buena para jugar a las maquinitas. Se parece mucho a la Yami (se escuchan las carcajadas de varios compañeros, al hacer ver que la Moni tiene parecido a la compañera de clase).

 -Yami se levanta para darle besos a Alan- Alan corre, dando vueltas en el salón.

- La maestra: ¿Y eso Yami?  Dice mi mamá que si algún compañero me echa broma que yo les de besos y dejaran de hacerlo.

 -Siéntate Yami, Alan ya no te dirá nada, ¿verdad Alan? 

 -Profe es de juego-

-Entonces de puro juego que Yami te dé un besito.

- ¡Aaah nooo!

 Continuamos. ¿La Moni, está bien de sus facultades mentales?

-yo creo que no profe o quién sabe.

-Pero vende pan. ¿Lo hace ella? 

No profe, otra señora. Cuando le compran pan, ella se agacha para que el otro lo tome con una bolsita. Ella no toca el pan para nada, solo las monedas.

 

- ¿A ver Jonathan, por qué te hacen burla con Moni?

De nuevo interfiere Alan. -Porque le gusta profe, suelta la risa.

- ¡No seas mentiroso Alan! – contesta Jonathan.

-Si profe, es que ayer jugando en mi casa le empezamos a echar burla al güerito (Jonathan). Estábamos en la esquina platicando. Iba pasando la Moni y le dije: ¿Moni, quieres ser novia de éste que está sentado a un lado de mí, el de la bicicleta roja con negro? y dijo la Moni: ¡Me encantaría! – (de nuevo las carcajadas)

-Jonathan sonríe a media luna moviendo la cabeza que no es cierto. Interrumpe la profe: 

-A la mejor la Moni quiso dar a entender que le encantaría que fuera su hijo para darle pan regalado. 

-No, para darle muchos besos, dice Alan.

Jonathan aguanta la burla como buenos amigos

-Oye, Jonathan ¿dicen qué viste a la Moni hacer del privado, en la calle? -

-No, yo no (agacha la mirada) Mi mamá la vio.

 Del “Espacio libre” se pasa al lenguaje artístico. 

 Dibujen lo que más les guste, lo que se les ocurra. 

Axel mostró su dibujo que título: Quedaron 50. Un sol amarillo con una gran sonrisa, dos nubes color gris (porque no tenía color blanco), un avión con muchos pasajeros, vistió de color diferente a cada pasajero.

Un breve texto al lado del dibujo que decía: un día yo fui a México y hubo turbulencias y se estrelló y sobrevivieron. Pasaron los días. Día tras día. Un día murieron diez y quedaron cincuenta y llegaron a sus casas ¡todos vivieron felices para siempre!

Éramos niños. Desaprender cuesta mucho, “es el nacimiento de un parto”, dirían los psicólogos humanistas. Duele sacar de la mente los procesos arraigados de una cultura-social desde la infancia que van caminando en la adolescencia y así en la adultez, se van cruzado en los diversos acontecimientos bueno y no tan buenos; pero valen la pena ambos, porque define, se aprende, se aprecia, y se valorar lo más sagrado la vida. Cuestión de tendencia a actualizarse en términos humanistas. Todo lo que ocurre tiene su razón de ser, de acuerdo a Carl Roger somos un sistema cósmico, somos una parte del todo: biológico, científico, social, cultura… los aprendizajes de ayer, no son los de hoy. Lo que se vivió en el ayer, inclusive lo que se vive en el hoy día a día, es irrepetible. Éramos, es pasado. Desde luego, que los momentos son irrepetibles. Desaprender no es tan complicado, sólo es cuestión de observar, estar atento a la escucha, a las ideas, historias, cotidianidades, ocurrencias, fantasías de infantes para reflejarse en ellos. El adulto lo olvidó, lo escondió sin querer queriendo. Y se marchita, me parece. 

Vete leyendo…   Vivir dichoso es algo muy sencillo, basta con sentirse pequeño, me refiero al estado de ánimo admirar todo aquello que nos rodea es algo tan bueno que convierte al más miserable en marajachá.

Los marajachás eran unos magnates de oriente que viajaban en elefante hasta para trasladarse a la habitación contigua, según los mayores, los niños se maravillan con las cosas más tontas, es triste dejar de ser niño y suponer tontas las cosas que antes nos gustaban. El secreto de la felicidad consiste en seguir admirando las cosas pequeñas, porque, así como la riqueza se logra acumulando monedita sobre monedita, el agregar goces a otros goces, llega a formar una dicha completa, yo comencé por extasiarme ante el tesoro del armario de mi abuela, un gran ropero que no solo contenía ropa antigua sino mil chucherías encantadoras.

Francisco Gabilondo Soler "Cri-Crí, el Grillito Cantor"