"¿Por qué embelesarnos en unas pinceladas, olvidando el vibrante contenido del conjunto?"

¿QUIÉNES SOMOS LOS SINALOENSES?


José Manuel Frías Sarmiento

En una campaña por la gubernatura de Sinaloa, colaboradores de un candidato me invitaron a comentar acerca de la identidad cultural de los sinaloenses y del papel que los medios de comunicación desempeñan en su construcción. Esas inquietudes anteceden a las reflexiones de este artículo.

Y, para entrar en calor, qué tal si nos preguntamos todos: escritor, lectores y los candidatos a la próxima gubernatura, ¿Quiénes somos los sinaloenses y Cuál es nuestra identidad cultural, en relación con las actividades que desarrollamos, los comportamientos que asumimos y las actitudes que adoptamos en nuestro diario trajinar en los municipios, sindicaturas y comunidades varias del estado?

¿Seremos los sinaloenses esa gente de piel tostada por el sol, la sal y la suave brisa marina del Puerto de Mazatlán; los jornaleros agrícolas de los campos legumbreros de la zona centro del estado; los ancestrales indígenas de Charay, Tehueco y Mochicahui; los camaroneros y changueros de las bahías; los trabajadores migrantes del sur del país que malviven en los galerones de los fructíferos campos del valle de Culiacán y de Navolato; los sierreños madereros de los montes y montañas, los ejidatarios y pequeños propietarios productores de maíz, frijol y garbanzo; los jornaleros de Badiraguato, La Noria, El Pozo, y otras comunidades asoladas y beneficiadas por la singular forma de trabajo en esas regiones; seremos los casi novecientos mil alumnos que luchan por transformar sus condiciones de vida por el rumbo lento y firme, pero más seguro y alentador, que significa el estudio constante y sostenido en los centros de estudio del estado; los miles de presos en las cárceles de Sinaloa, y otros tantos prófugos que, con o sin orden de aprehensión, nos acechan en las calles o atendiendo en alguna refrigerada oficina; los paisanos en el otro lado que ahorran y nos envían dólares para mantener a sus familias en los pueblos de los cuales ellos emigraron; los desnutridos limpiabrisas de los cruceros; las prostitutas (callejeras o empleadas en teibols, casas de cita, centros de masaje o en los bares que abundan en las principales ciudades); los lavacoches de los estacionamientos; los borrachos, alcohólicos y drogadictos; los comerciantes, ambulantes, empresarios, médicos, profesores; los sindicalizados y voluntarios; los discapacitados, políticos, policías y militares;  los fieles de los diferentes credos religiosos; los millonarios que recorren el mundo en viajes de negocios o para comprar ropa decente y algunas otras cosillas; los empleados de los supermercados y comercios de pueblos y ciudades; y, en suma, todo el titipuchal de mujeres, hombres y niños que andamos en la calle por veredas y caminos del terruño; seres con rostro, cultura e identidades propias que habitamos las costas, los valles, las montañas; las ciudades, el campo, los breñales y las marismas del Sinaloa que todos queremos hacer mejor para vivir mejor; aunque la pobreza y el desempleo, la violencia y la impunidad nos hagan, a veces, renegar del lugar en que vivimos; o, mejor dicho, de los comportamientos y acciones de algunos de los que radicamos en esta bella región del Noroeste del país.

Y es que Sinaloa somos estas personas, sin quitarle ninguna y más bien poniendo a varios que nos faltan: como los funcionarios estatales y municipales, los diputados y magistrados; los encampañados para sucederlos y la enorme cauda de colaboradores que los acompaña, desinteresados y comprometidos, dispuestos a ofrendar su tiempo, su dinero y hasta sus amistades en pos del triunfo de los mejores hombres que para ellos son sus candidatos. Todos somos Sinaloa: nos agrade o nos disguste, nos sintamos inocentes o los culpemos de lo peor, los persigamos, nos muramos de hambre y de miseria o nos hartemos de dinero y de placer, ¿quién podría negar que somos sinaloenses?

Y si esto es así ¿entonces, por dónde le entramos a la construcción de la identidad sinaloense, si es que ésta se puede construir? ¿No será más realista pensar que ya está construida y que todos y cada uno de los que nacimos y vivimos en Sinaloa tenemos nuestra propia identidad? ¿Porque quién que no tenga identidad puede proclamarse como sinaloense? Podrá hacerlo quien responda a otra cultura y exhiba otra identidad; pero eso implica que ya tiene una, aunque no sea la nuestra. Y, por mucho que él desee ser como nosotros, no será un sinaloense así lo grite a los cuatro mil vientos; porque ser sinaloense no es cuestión sólo de gritos y sombrerazos, sino de sentir y actuar como sentimos y actuamos los del solar de la tambora y de los tamales barbones; de la machaca y del chorizo, del camarón y los tomates; del fastuoso carnaval de Mazatlán y del sincretismo religioso de los mayos, visto como folklore de la Semana Santa en Sinaloa.

Para construir una identidad es necesario, primero, que no haya tal identidad; porque si ya existe y nos parece que no es asumida como debe ser, a lo más que podemos aspirar es a modificarla. Pero también cabría preguntarnos si es que esta identidad es múltiple y está dispersa en todo el estado. Valdría la pena elucidar si el juicio de que no hay identidad estatal lo emite una fracción de la globalidad cultural presente en Sinaloa; una fracción con la fuerza y los medios suficientes para elevar la voz diciendo que es necesario construir la identidad cultural que nos falta a quienes nacimos, vivimos y trabajamos en Sinaloa. Una voz que, al no ser la de todos, no se escucha en toda la geografía de nuestro estado. Y si no es la de todos ni está en todas partes, habrá otras con menor presencia en los Medios de Comunicación, pero con la fuerza necesaria para influir en los comportamientos y en las actitudes que conforman la identidad de cada fracción cultural del mosaico sinaloense.

Y si la identidad cultural de los sinaloenses asemeja un enorme mural en el costado occidental de nuestra patria, ¿por qué embelesarnos en unas pinceladas, olvidando el vibrante contenido del conjunto? ¿por qué fortalecer la invisibilidad cultural de las ricas y diversas tonalidades cromáticas, prestando sólo atención al trazo proteico, y en ocasiones grotesco, de quienes tienen capacidad y están en circunstancias para resaltar en este lienzo multicolor del que todos, nos miren los demás o no, somos parte fundamental; aunque algunos intenten utilizar a la mayoría como un sencillo telón de fondo o una simple ambientación musical para la estridencia de la fracción cultural que se intenta erigir como la cultura que identifique a Sinaloa. Una cultura que pierde legitimidad al invisibilizar la presencia de lo que a ella no le parece digno de rescatar ni de presentar en los Medios de Comunicación. Una cultura que no propicia ni pugna porque todos los sinaloenses nos conozcamos y nos enorgullezcamos de lo que somos y de lo que podemos ser, con asiento en las identidades que nos confieren estratos y comunidades en las que vivimos.

Por eso, más que construir una identidad cultural sinaloense con el apoyo de los Medios de Comunicación, es necesario que quienes poseen, dirigen, trabajen e influyan en estos Medios se convenzan de la importancia y se empeñen en hacer presentes las ausencias culturales de muchos lugares, de muchas profesiones y de muchas voces y actividades que la radio, la prensa, y la televisión, en general, parecen ni ver ni oír; pero que, sin embargo, ahí están.

Y ya con la presencia y el conocimiento de lo que somos y de lo que hacemos en Sinaloa los nacidos en Sinaloa, tejeríamos redes de interacción para socializar y fortalecer los aspectos culturales, las formas de vida y los lugares que reflejan el sentir y el hacer de los hombres, mujeres y niños sinaloenses.

Aquí es donde los Medios de Comunicación pueden jugar un papel de gran valor, con la colaboración del sector educativo, de las instituciones difusoras de la cultura, y, por supuesto, con el decidido apoyo de los gobiernos del estado y de cada uno de sus municipios.

Los medios de comunicación pueden comenzar, como ya lo hacen algunos de ellos, por difundir la riqueza geográfica de Sinaloa, por comentar las diferentes formas de vida que propicia la sierra en relación con la costa, los valles y las ciudades del estado. Con ilustraciones, fotografías, videos y descripciones presentados en Los Medios, conoceríamos la arquitectura habitacional y comercial; los centros religiosos y escolares, los lugares de esparcimiento y diversión; la producción de cada lugar; los estilos para vestir; las comidas tradicionales y, en fin, la forma de vida diaria y cotidiana de los sinaloenses de todo el estado.

Cada periódico, cada estación de radio y televisión, pueden convocar a pintores, escultores, fotógrafos, narradores, músicos, poetas, bailarines, compositores y cantantes para participar en programas y colaboraciones especiales, con el fin de rescatar y presentar lo representativo de los rincones de arroyos y cañadas, de cada risco de los cerros y montañas, de las ondulaciones de los valles y las playas, del apacible y, a veces, furioso pero interminable canto y vaivén de las olas del mar. Rescatar los miedos y las alegrías, los lutos y las tristezas, el amanecer y los atardeceres, las fiestas y los velorios, el trabajo y la depresión, la inseguridad y la prepotencia; pero también la esperanza y la franqueza de la mano amigable y el rostro risueño de cada sinaloense.

Además, en cada escuela, desde las de primaria hasta las de las universidades, los profesores podemos promover actividades que pongan a nuestros alumnos en relación con los diversos matices de la cultura sinaloense; podemos, también, conversar con los directores y con los reporteros de los Medios para que nos ayuden a difundir esas actividades y los productos de ellas entre el grueso de la población del estado. Con la participación conjunta de los medios de comunicación y el sector educativo en Sinaloa, podemos empezar a conocernos mejor y a construir no una identidad homogénea, sino una idea global y generadora que nos explique cómo y por qué somos así los sinaloenses. Una idea cultural que nos permita saber quiénes somos y de qué manera hemos conformado nuestra identidad en cada parte del terruño local sin tener fricciones, o teniéndolas, con las identidades de los grupos de las otras partes de Sinaloa.

Trabajar por esta idea sería más productivo que el intento de imponer la cultura de unos a otros que no tienen, no quieren o no pueden cambiar la suya por aquélla que les ofrecen mejor. Y aquí lo importante no es quienes tienen identidades culturales “mejores”; sino las posibilidades de comunicación que podamos establecer para propiciar una mayor interacción entre los diferentes sectores sociales de la entidad. Una comunicación que acorte las distancias entre la sierra y la costa, entre El Fuerte y Escuinapa, entre los pobres y los ricos, entre la ciudad y el campo, entre los escolarizados y aquellos que no tuvieron (ni tienen) la oportunidad de ir a una escuela.

Todos podemos hacer algo por conocer nuestro estado y nuestra gente; todos podemos participar en la difusión cultural de lo que para nosotros y para los otros resulta significativo para la subsistencia en cada comunidad. Todos podemos hacerlo, pero hay quienes tienen mayores niveles de responsabilidad en la preservación de las costumbres y de las acciones que identifican a cada parte del terruño y a cada grupo social de los varios que integran Sinaloa. Entre éstos destacan, por su cobertura y su presencia en casi toda la población, las instituciones escolares y los medios de comunicación. Cada uno, por separado, puede implementar actividades que permitan en sus áreas de influencia ir construyendo y consolidar, paulatinamente, esa idea cultural a través de la cual nos percatemos de quienes somos los sinaloenses, cuáles son nuestras relaciones y en cuáles condiciones desarrollamos el pensamiento y las actividades que nos dan identidad. 

La escuela y los medios, en conjunción con las instituciones de cultura sinaloense, pueden crear un crisol en el que se fundan las diversidades culturales y del cual brote una visión más completa, más integradora y más explicativa de las identidades de todos los que, para bien o para mal, hemos nacido en Sinaloa. Con esa nueva visión, quizás podamos iniciar la consolidación de una coexistencia más armónica y menos diferenciada. Y, con ella, podremos consolidar una mayor identidad, personal y colectiva.

Comentarios

Pues aquí estamos, de nuevo, con una pregunta que pareciera de Pero Grullo, Pedro Grullo o Perogrullo, como es más conocido este paremiológico personaje de la picaresca literaria y popular.

Así, pues, suena como ocioso preguntarnos quiénes somos los sinaloenses, sin embargo, somos tan diversos los que vivimos en este estado que sería interesante una pequeña reflexión.
Yo escribo unas notas; ustedes terminen el discurso.
Saludos a todos y bienvenidos las aportaciones.
¡Excelente reflexión!; los sinaloenses somos precisamente eso... una búsqueda constante de la pregunta ¿Y quiénes somos los sinaloense s?, que contestamos diariamente con nuestras acciones, con nuestro vivir, más allá de eso como bien lo señala profesor... la identidad sinaloense se posee por naturaleza y es tan distinta, tan diversa, que acaba siendo maravillosa. Concuerdo en la parte de difundir cultura, arte y riqueza sinaloense.
Rubí, ustedes que ya casi concluyen su preparación universitaria, tienen todo un camino por delante en el ramo educativo para imaginar y construir escenarios en los que sus alumnos comprendan las diversas identidades de quienes vivimos en Sinaloa, y de como aceptarlas para convivir en armonía
Unknown dijo…
YO no sé que tengo de sinaloense ni mirándome al espejo, cuanto estoy afuera de mi comarca, muy afuera, en el centro del país escucho que me dicen: ¿Eres del norte? y más afuera, en el sur del país, me señalan, hasta con cierto aire de sorpresa ¡Eres sinaloense!! Pues ni como negarlo, aunque sea el último en reconocer esos rasgos que nos identifican.

Es un realmente complejo ser consciente de lo que somos. Eres lo que construyes voluntaria o involuntariamente, también eres lo que otros construyen de ti.

¡¡¡Tremendo paquete meterse en ese lío Estimado Frías!!!
LEA-V dijo…
Un bello texto de Antropología Cultural y del vetusto problema de las Identidades socioculturales, de un país como México y de cada uno de sus estados. Es una estética de la existencia humana, que se conforma con varios ecosistemas naturales y simbólicos. En efecto maestro y amigo J.M. El Frías S., las identidades sinaloenses son múltiples y además cambiantes en su corta historicidad. Celebro rescate el carácter de las múltiples culturales que interaccionan en nuestros terruños y además intensifique con sus palabras que Sinaloa, es mucho más que la flor de la amapola, la pitahaya y otras estéticas que se han querido erigir, sobre las más humildes, populares y que quedan excentas de los poderes e influencias de Los Medios de (des)comunicación social.

Un texto muy bien armado, que además puede ser referente para cualquier abordaje de las culturas en Sinaloa.

Qué bárbaro, que sapiensa y capacidad para hurgar por sobre lo más evidente. Mis felicitaciones maestro, y más amigo, Frías Sarmiento.

Querido Luis Enrique, como acostumbra decir nuestro Secretario de Educación cuando nos manda un correo, su alocución (nunca tan bien y mejor empleada esta palabra), compromete mis escasas luces en lo que a identidad desde la cultura antropológica refiere; a lo sumo, podría esbozar algunas ideas desde la cultura humanista, y no creo lo hiciera bien, pero pos al fin y al cabo, este Blog es para soltar los amarres y dar rienda suelta al Pensamiento Lateral.
Por eso es que agradezco su comentario, al que tal vez el compa Tolosa, el Marcelo, que hace rato no comenta pudiera agregarle más.
Saludos, un abrazo y mi más sincera gratitud a la amistad de siempre
JM, El Frías S

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