¿Cómo el profesor Lamberto pudo hacerme un favor de tal magnitud cuando yo tenía tantas cosas en contra?

UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

David Arnoldo García Pérez
Ahí estaba yo, con mil pensamientos en mi mente. Cursaba el 3er año de preparatoria, la verdad no sé cómo, pues debía seis materias de 2°. Debía de haberlo repetido, pero como tenía buena labia no fue así. Tenía 17 años y no me importaba más que los planes para el fin de semana.
Un día llegué a clase y todos platicaban de la carrera que iban a estudiar, y a mí ni siquiera me caía el veinte de por qué había agarrado la fase de ciencias sociales. La maestra preguntó, uno por uno, cuál carrera escogeríamos y cuando me nombró sentí escalofríos de los pies a la cabeza. Me sudaban las manos de la vergüenza; es más hasta casi se me bajaba la presión. 
Como yo era un joven muy ingenioso, o mejor dicho lo soy hasta la fecha, se me vinieron a la mente un sinfín de profesiones en las cuales por milésimas de segundo me proyecté, pero a la vez recordaba mis calificaciones y éstas mataban lentamente mis ilusiones de llegar a una carrera profesional; en eso, una idea iluminó mi cabeza y contesté: Quiero ser maestro. Eso era infalible, cualquier persona puede serlo.
Aún recuerdo las caras de mis compañeros y hasta la de la maestra al escuchar mi grandiosa respuesta, era tanto el impacto que nadie lo podía creer, es más hasta yo pensé ¿qué traía en la cabeza al contestar eso? Por mucho tiempo odié la idea de ser maestro y el tener que aguantar como a 40 plebes batallosos, durante una jornada de casi 8 horas con un sueldo deprimente, ¡Era horrible!
Así fueron pasando los días y las convocatorias universitarias salían y salían ¿Y qué creen?, en ninguna me admitían. De alguna forma me había enfocado en destruir mi historial académico y lo había logrado.
Después de todo aún me quedaba una esperanza, la poderosísima ENEES, recuerdo que había realizado mi registro en la plataforma de admisión y me habían aceptado, como quien dice ya tenía un pie dentro de la escuela; pero antes tenía que pasar por una entrevista. ¡Cómo olvidar ese día! Llegué a la ENEES y había una fila como de cien aspirantes responsables que habían madrugado para alcanzar un lugar; y a mí, como era de costumbre, se me había olvidado la entrevista. 
Para no aburrirles con tanto cuento, pasaron las horas hasta que me nombraron, ya iba todo empoderado con mi entrevistador, y éste primero tomó mis datos personales y comenzó a hacer preguntas académicas, las cuales estoy seguro que contesté mal. En eso me preguntó por mi promedio, no sabía si decirle que era por debajo del 8 o que era 8 exacto, y entre que medio alegaba pasamos a lo siguiente y me pidió mi certificado de la prepa.
En ese momento sentí como mis esperanzas de quedar inscrito se destruyeron, pues al verlo, me comentó que el no tener un certificado con promedio mínimo de 8 generaba que no fuera admitido en la institución. Y ahí voy, todo humillado, para afuera de la ENNES, otra escuela que no me aceptaba.
De alguna forma, ahora pesaba mucho el montón de tiempo que no me preocupé porque mis calificaciones me impidieran estudiar en la carrera que yo quisiera. Por un instante me detuve a pensar en mi futuro y en cómo podría ser éste si yo dejaba de estudiar, pues todo apuntaba para allá. A pesar de nunca ser un alumno destacado académicamente, le hacia la lucha y nunca había repetido un grado escolar hasta la fecha.
Con todas las preocupaciones que rondaban por mi mente, ese mismo día fui a mi trabajo, no tenía nada de ganas de ir; sin embargo, ese día no fue del todo malo. Bien recuerdo que llegué a trabajar y a un lado de mi trabajo estaba un pequeño puesto de miel, yo sin saber mucho del señor que lo dirigía, todos los días llegaba y platicaba con él, sabía que sus pláticas siempre me dejaban reflexionando, ya que era una persona que tenía mucho conocimiento y a pesar de ello era maestro.
Su nombre era Lamberto Vizcarra Cárdenas. Él, por mucho tiempo, en nuestras pláticas largas siempre decía que esperaba algo de más de mí, que ser solamente un simple mesero aclarando que no menospreciaba ese trabajo; que él miraba potencial en mí.
Nunca pensé las vueltas que podía dar la vida. El día que llegué todo triste por lo que me había pasado en la escuela, Lamberto se acercó y me preguntó qué me pasaba, le conté la situación y él simplemente me sonrío, como que de alguna forma todo lo que le dije ya lo imaginaba; en eso me preguntó si de verdad quería estudiar, a lo cual le contesté que sí pero que tenía miles de cosas en mi contra.
Entonces me comentó que él era docente en la Universidad Pedagógica del Estado de Sinaloa, la UPES, pegadita a la ENNES, la que no me quiso aceptar. Me explicó, de forma general, la formación que se daba en la institución, luego me preguntó si quería estudiar ahí y de inmediato contesté que sí, aunque en el fondo yo sabía que sería muy difícil. Luego me dijo de una forma muy convencida y tranquila, que juntara mis papeles para que los llevara al día siguiente a la escuela, que ellos me llamarían; esto me dejó muy sorprendido y de alguna forma no lo creía del todo, pero simplemente le di las gracias por todo.
Al día siguiente estaba bien a gusto dormido ya que trabajaba de noche y en eso suena el teléfono, todo malhumorado lo contesté, era una llamada de la UPES, qué si podía pasar a recoger mi recibo de pago, que solamente hacía falta eso en mi registro; la verdad no lo podía creer, de lo emocionado que estaba. Salí de inmediato a la escuela y así fue: ya estaba inscrito formalmente. ¿Cómo le hizo? No lo sé, pero en ese instante reflexioné tantas cosas que me hicieron pensar en un futuro diferente.
¿Cómo el profesor Lamberto pudo hacerme un favor de tal magnitud cuando yo tenía tantas cosas en contra? Lo ignoro por completo. Lo que recuerdo y valoro es que nunca me negó su ayuda y es algo que hasta el día de hoy siempre le agradeceré. Él confió y creyó en mí cuando muchos maestros me dieron la espalda.
Reconozco que muchas de las cosas que me pasaron me las tenías merecidas por mis irresponsabilidades y por el desinterés que mostraba; sin embargo, siempre he pensado que todos debemos de tener una Segunda Oportunidad para todo. Los errores que cometemos en nuestra vida, no tienen por qué definir tu futuro y no debemos cargar toda la vida con ellos.
Por ello, para mí el poder haber entrado a la Universidad Pedagógica del Estado de Sinaloa, fue una Segunda Oportunidad que la vida me brindó para enmendar mis errores. Fue una lección que se me dio para comprender de cómo fue que, a pesar de odiar con toda el alma la idea de ser maestro, hoy es algo que me complementa y me hace feliz todos los días. Es algo que no lo podría cambiar por nada. 
¡Gracias Maestro Lamberto, por esta segunda oportunidad en mi vida! 
¡Muchas Gracias!

David Arnoldo García Pérez                              
Estudiante de Sexto Semestre                                                                                                            Licenciatura en Educación Primaria                                                                                                                de la Unidad Culiacán de la UPES                                                                    

Comentarios

David, tu relato me gusta mucho porque revela tu espíritu guerrero y tu valentía para enmendar el rumbo equivocado que empezabas a caminar.
Pero me agrada más, todavía, por la faceta que revelas de un gran amigo que muchos tuvimos en la Unidad Culiacán de la UPES, en la persona del Mtro. LAMBERTO VIZCARRA CÁRDENAS, un gran educador y un excelente artista plástico que nos dejó un hermoso y educativo legado con su Mural. Saludos y gracias por estos recuerdos
María Porcella dijo…
Buenos días, bonito recuento de tu historia con mi querido e inolvidable compañero Lamberto. Y exquisito relato de tu vida escolar como preparatoriano, que como mucho no teníamos noción de que esa etapa implica prepararse para la elección de la que será nuestra profesión. Me complace corroborar que hoy eres un estudiante con alto rendimiento. Siempre pudiste serlo solo que no estabas enfocando. Fuerte abrazo. Bienvenido en este mundo de la expresión a través de la narrativa.
DAGP dijo…
Buenas dia profe Frías, la verdad muchas gracias, este texto me gusta mucho y es bastante nostálgico para mí,el profesor Lamberto fue y siempre será una persona muy especial para mi, gracias por darme de nuevo la oportunidad de formar parte del blog.

Maestra María, muchas gracias por su comentario, me agrada que le halla gustado mi texto y sus palabras, igual gracias por su apoyo dentro de la universidad, saludos.
DAGP
Marcelo Tolosa dijo…
Buena historia David. Mas confirmo mi teoria o idea. A lo largo de nuestras vidas tanto yo como personas que he conocido llega una persona desinteresada en momentos que parece que no hay esperanza y nos avienta un salvavidas. Y termina dandole un nuevo rumbo a nuestras vidas. Yo creo que son Angeles. Te mando saludos y gracias por compartir este texto tan cercano a ti.
Ada Quevedo dijo…
BUENAS TARDES, ME IDENTIFIQUE MUCHO CON ESTE RELATO DE DAVID, TE FELICITO!! YO TUVE LA FORTUNA TAMBIEN DE CONOCER AL MAESTRO LAMBERTO CREO QUE FUE UN SER QUE SIEMPRE CREYO EN LAS PERSONAS QUE ALGUIEN MAS NO CREYERON, CREO QUE TUVO UN OJO CLINICO POR ASI DECIRLO PARA IDENTIFICAR NECESIDADES ACADEMICAS, MORALES O MONETARIAS Y FUE UNA PERSONA QUE DEJO UN MUY BUEN SABOR DE BOCA EN NUESTROS CORAZONES; APROVECHO PARA AGRADECERLE AL MTRO, FRÍAS QUE CADA VEZ QUE ME MANDA UN TEXTO ME HACE SENTIR QUE SIGUE CREYENDO EN MI Y QUE A PESAR NO E SIDO CONSTANTE EL SIGUE FIRME. MIL GRACIAS!!!!


Ada Quevedo dijo…
EL TEXTO DE ARRIBA LO ESCRIO ADAENA.... SORRI OVLVIDE PONER MI NOMBRE
Muy emotivo su relato compañero García, efectivamente eso hacen los buenos maestros como Lamberto Vizcarra. En la vida uno se encuentra con personas de una condición humana inigualable.Eso somos a veces los docentes, multiplicadores de las buenas obras, por lo leído, creo que usted es en parte una obra "vizcarrista". Interesante texto. Lo felicito. Un abrazo desde Los Mochis.
Adán Apodaca
DAGP dijo…
Así es estimado Marcelo Tolosa, el profesor Lamberto fue una persona que llegó cuando más la necesite y jamás me dejó de apoyar, gracias por su comentario, saludos.

Adaena me da gusto que le halla gustado mi texto y como usted menciona el profesor Lamberto fue un gran ser humano al que creo que aquellos que tuvimos la oportunidad de conocerlo siempre lo llevaremos en nuestros corazones, saludos.

Maestro Apodaca gracias por su comentario, la verdad el profesor Lamberto fue alguien con un gran corazón, como usted menciona una parte Vizcarrista siempre formará parte de mi, saludos cordiales.
DAGP
Unknown dijo…
Bonito recuerdo esos fabores nunca se olvidan y como dijo don lamberto echales ganas y no me agas quedar mal el te brindo una gran oportunidad amigo

Entradas más populares de este blog