“De esa manera fueron succionados nuestros amigos para nunca jamás volver, así recuerdo sus rostros moribundos y agonizantes”
Mi encuentro cercano con las piernudas… y
algo más
Marité Ibarra
Cómo
olvidarlo, era nuestra primera vez, esa que nunca se olvida jamás, ahí
estábamos, los mismos de siempre, el cuarteto inseparable, el Canuto, el
Alcanfor, el Perber y yo, con las piernudas delante de nosotros, ellas estaban
tan llenas de vida y sudaban sin cesar, quizá era por ese verano sofocante,
pero nos invitaban descaradamente a probarlas con tan solo 14 años.
Éramos
tímidos e indecisos, pero aparentábamos todo lo contrario, creíamos que
conocíamos mundo y de esa manera nos aventuramos a una nueva etapa de nuestras
vidas; así fue como comenzamos a sentirnos hombres, con el bote y la caguama en
la mano, con la piernuda que no se raja y que sabe a raíces de árbol viejo y
podrido, no me gustaba para nada su sabor, pero era el momento de comenzar a
tomar con los amigos… y así comenzó la etapa más oscura de mi vida…
Con los
ojos llorosos le daba cada trago, con el vómito al borde y las tripas de fuera
a cada instante, decidí seguir tomando para que no dijeran que era una
“nenita”, tenía que demostrarles que no lo era, aunque cada arcada me decía
¡basta ya!
Después
de tomar, cada vez me sentía muy mal, mal física y mentalmente, las piernudas
jugaban con mi mente, las veía volteadas en todas partes, esas malditas
caguamas que sabían asquerosamente y que me dejaban sin fuerza ni poder. A
pesar de mis malestares, disimulaba muy bien, como si nada pasara, pero deseaba
escabullirme sin que nadie me dijera nada, casi siempre tiraba la cerveza
disimuladamente, pareciendo que se me resbalaba la botella o cosas así, pero el
Canuto, ese desgraciado teporocho de quinta, era muy astuto y se daba cuenta de
todo, entonces comenzaba a decirme de cosas, siempre compitiendo a ver quién tomaba
más, ese infeliz ¡patas de palo! Y así seguimos tomando a escondidas, sin que
nadie nos viera, escondiéndonos entre las milpas y cultivos, hacíamos actos de
presencia en la escuela y luego nos pelábamos, ni rastros de nosotros.
Ya
teníamos nuestro punto de encuentro, era en esa bajadita del río, en el
Acapulquito olvidado, ese lugar donde casi nadie iba por ser traicionero,
arenoso y sobretodo misterioso. Se corrían rumores de que cosas extrañas
sucedían ahí, pero nosotros éramos denodados y valientes, y más con el valor
que nos aportaban las piernudas, además éramos buenos nadadores, pues habíamos
crecido entre los juncos y patos del
canal Cañedo, entre basura y animales muertos ¡qué nos podía pasar!
Ese día
como, llegamos a Acapulquito bien contentos, con las chelas bien heladas,
además trajimos música, pero no éramos tomadores comunes y corrientes, nos
gustaba tomar como lo hacían el Pato, el Beto, el Piri, el Saúl y el Pochas,
escuchando música oldie y con el volumen moderado, eso lo habíamos aprendido de
los “grandes” y queríamos ser como ellos.
Bueno,
la mañana transcurría sin novedad alguna, después de echarnos algunas caguamas,
por cierto, aunque ya me estaba acostumbrando a su amargo sabor, eso no
significaba que me gustara, seguía odiando su repugnancia como tal y sus
estragos, pero lo que me agradaba era sentir la adrenalina de lo prohibido a
menores, escaparme y sentirme hombre, hombre en plena adolescencia aún.
Seguimos
tomando sin parar, ya estábamos ebrios pero podíamos seguir, todavía había
muchas municiones, en eso el Perber se desnudó sin decir nada, todos nos reímos
y le dijimos que se dejara de perversiones, por eso era el Perber, pues le
podía hacer el amor al escape de una moto, pero en esa ocasión lejos de eso,
decidió bañarse dizque para bajarse lo mareado y seguir tomando, yo era el
menos ebrio, aún estaba lúcido pero tenía que aparentar que estaba borracho, a
cómo podía seguía tirando la cerveza disimuladamente. Entonces el Perber se
echó un clavado a la fosa de Acapulquito, a esa que tenía mala fama de que sus
aguas era malas y que habitaban seres extraños allí, pero veíamos al plebe
nadando plácidamente, así que todos decidimos bañarnos porque el calor
arreciaba, aquellos se desnudaron completamente pues andaban bien pedos, yo me
quedé en bóxer porque a mí sí me daba vergüenza y temía por el Perber, no
quería que se me rejuntara por ningún motivo.
Nadábamos
y nadábamos bien tranquilos, nos echábamos clavados y salíamos vez tras vez,
pero de repente el Alcanfor se echó un gran clavado, pues el Canuto y sus
absurdas competencias ya estaba rivalizando haber quien lo hacía mejor, en eso
que él cae al agua pero no salía, nos asustamos un poco pero finalmente salió,
sí salió pero con una cara de espanto y alegando que alguien o algo lo había
jalado pal fondo, no le creímos nada, pero el Alcanfor se quedó pálido con los
labios blancos y nos dijo que nos saliéramos de ¡ya!
El
comenzó a nadar para tierra firme y poder salirse inmediatamente, nosotros permanecimos
juntos en medio de la fosa y le gritábamos de cosas, nos reíamos lastimosamente
de él, pero entonces vimos que ya cuando casi llegaba, algo lo jaló de nuevo y
se hundió sin motivo ni razón, entonces lo vimos con nuestros propios ojos e
intentamos salir lo más rápido posible de esas aguas malditas. Pero, por alguna
razón, el agua se hizo muy espesa y llegar parecía eterno, entonces nos dimos
cuenta que el Perber también fue jalado pal fondo, el Canuto y yo no sabíamos
que hacer, todo era tan extraño y caótico. De pronto, sentí algo que me raspaba
las piernas y me quería agarrar, pero a como pude pataleé como nunca antes en
mi vida y logré desenredarme sólo así pude avanzar, el Canuto venía nadando
detrás de mí y ambos logramos salir de la fosa, pero con las piernas bien
aruñadas y sangrando, con un ardor que parecía que me quemaban vivo.
Ya
fuera de la fosa, comenzamos a gritarles al Alcanfor y al Perber “¿Dónde
están?” “¿Dónde están?” pero las aguas se comenzaron a revolver tanto como si
hubiera mareas furiosas y remolinos atlánticos dentro de ella, después comenzó
a burbujear como pantano de lava, era tanto nuestro desespero y terror por no
saber de nuestros compañeros de parranda y por lo que estaba pasando en ese
lugar. En uno de esos llamados incesantes que teníamos, ambos salieron en medio
de la fosa solo hasta su pecho, ya estaban todos ensangrentados, pero las aguas
comenzaron a agitarse aún más y ellos gritando desesperados y llorando con las
caras desencajadas, seguían pidiendo ayuda y sus ojos sumidos en la
desesperanza, y con la canción de Épocas de Sol (Terry Jacks) de fondo sonando a todo lo que daba, De esa
manera fueron succionados nuestros amigos para nunca jamás volver, así recuerdo
sus rostros moribundos y agonizantes.
Al
reportar el suceso y al llegar las autoridades a ver la tragedia, nos
explicaron lo que realmente sucedió según ellos. Al llegar al hospital nos
revisaron e hicieron exámenes y supuestamente seguíamos altamente intoxicados
por el alcohol (cuando yo casi no había tomado nada), nuestras versiones (la del Canuto y la mía), aunque coincidían
completamente, dijeron que eran producto de nuestra imaginación, ya que las
piernudas de ese día estaban adulteradas y entonces comenzamos a alucinar
fuertemente, ya la Policía tenía reportes previos de venta de alcohol
adulterado en la zona ¡con razón el alcanfor las había conseguido más baratas!
Mis
piernas y pies estaban rasguñados pero por la maleza que se había desprendido
de tanto relajo que teníamos en la fosa, nos dijeron que tanto el Perber como el Alcanfor se
habían ahogado por lo mismo, que comenzaron a sufrir de calambres masivos y
convulsiones, y que su sistema nervioso
central había colapsado en el agua, según los informes forenses y periciales.
Sin embargo nosotros nunca los vimos en tales circunstancias, jamás vimos que
convulsionaran o que se acalambraran, no quiero desacreditar la versión de la
Policía, pero hay cosas que no pasaron así, muy dentro de mí quiero creerlo,
quiero pensar que alucinamos y que vimos otras cosas, pero no me siento seguro
con eso.
Así fue
mi encuentro cercano con las piernudas y algo más, y con las piernudas
envenenadas de aquel inolvidable día. Gracias a ellas perdí a dos amigos, sigo
teniendo pesadillas horribles y tengo serias secuelas tanto en mente y cuerpo
de ese trágico momento en mi vida. Aunque ya han pasado más de veinte años no
logro entender ciertas cosas, de cómo pasaron ciertos sucesos, de ese
Acapulquito que sigue sin ser visitado. Después de lo que nos pasó a nosotros,
se convirtió en un lugar altamente prohibido, hay restricciones claras y
específicas, sin embargo, siguen los rumores de que continúan pasando cosas
extrañas en ese lugar, yo que fui un sobreviviente puedo asegurar que así es,
aunque la Policía diga otra cosa sobre los hechos.
Mi vida
ya no fue la misma, quedó marcada para siempre con ese terrible incidente,
jamás volví a tomar alcohol, ni una sola gota, nunca me gustó de hecho, jamás
he vuelto a tener a ninguna piernuda entre mis manos, las odio tanto. El Canuto
actualmente se encuentra internado en una clínica psiquiátrica, no logró
superar ese episodio, en ocasiones tiene ratos de lucidez pero su estado se
deteriora más y más, dicen los médicos que él creó un mundo alterno como
mecanismo de defensa, pero que de él ya no salió.
No
espero que el tiempo cure mis heridas pues ya ha pasado bastante y sigo
viviendo el mismo día vez tras vez, es tan desgastante, sigo investigando por
mi propia cuenta, y aunque hay cosas que no cuadran, al menos me he propuesto
de una vez y para siempre dejar eso de lado para poder comenzar a vivir. He
decidido vivir por fin, olvidar todo y empezar de nuevo largándome de este
mugroso lugar, cosa que debí hecho desde hace mucho tiempo.
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