“La mujer de pelo alborotado un día me amó de verdad y un día sin pensarlo yo la besé, la apreté de la cintura, y no la solté”





LA MUJER DEL PELO ALBOROTADO

 

Marité Ibarra

 

La mujer del pelo alborotado tiene ojos profundos, una mirada penetrante y una calidez de ensueño. Su piel trigueña es color de miel, bronce y ámbar y es suave como el terciopelo caro. Sus manos son pequeñas y delgadas, pero, sobre todo, femeninas y trabajadoras.

Esa mujer con largo cabello enredado es apasionada, es coqueta y sensual. Me arrastró a ella sin darme cuenta, sus cabellos me sedujeron, fue mirarla y no poder dejar de verla.

La mujer de pelo alborotado un día me amó de verdad y un día sin pensarlo yo la besé, la apreté de la cintura, y no la solté, sus cabellos se me enredaron entre mis dedos y así la sujeté fuerte para que no respingara, de esa forma comenzó a amarme, sin saber que yo la había amado primero...

Yo me sentaba por allá y sólo la veía de lejos, escuchaba sus risas cuando hablaba con los viajeros, la veía tocarse la mejilla, apretaba constantemente los labios y movía su cabeza lentamente hacia el sol. De vez en cuando ella volteaba a verme y, disimuladamente, nuestras miradas se buscaban y se encontraban, creamos un lenguaje cómplice que se convirtió en nuestro secreto, intercambiamos pensamientos de amor de esa manera, era muy sutil y divertido.

Me tenía siempre a la expectativa con sus miradas y sus sonrisas yo, simplemente, la esperaba y, al terminar la jornada, entre varios caminábamos juntos hacia la costa, yo me le acercaba lentamente y rozaba su hombro descubierto. Sin querer le acariciaba sus dedos, ella sólo movía su cabello largo alborotado de un lado a otro, y me correspondía disimuladamente. De todos esos hombres, lugareños y foráneos, ella me eligió a mí, sólo a mí...

Sin embargo, al final me dio miedo amarla, entonces, repentinamente retrocedí, sin saber por qué me acobardé, aunque compartíamos el mismo espacio, sentía que estábamos en dimensiones diferentes, yo no me aferré a ella ni ella se aferró mí. Sólo fue un chispazo de amor de mi parte, así que de la nada dejé de buscarla, dejé de mirarla, dejé de esperarla, y así murió la flor, y su esencia se esfumó.

Ahora, cuando a veces me la encuentro por el camino que va hacia la playa, yo bajo la mirada pues no puedo ni siquiera verla, tan patético fue mi amor que me siento avergonzado de haber amado así a una mujer de pelo largo que me correspondió en su momento y me escogió a mí. Mi amor contenido está latente aun, pero ella ya va de la mano de otro, a pesar de eso, esa mujer aun busca mi mirada…

Comentarios

Marité Ibarra dijo…
Muchas gracias profe Frías por publicarme!! Saludos a todos los compañeros que componen este hermoso Blog de escritores.
Fermín dijo…
Excelente escrito,me gustó
Marité Ibarra dijo…
Muchas gracias Fermín por darte el tiempo de leerme y comentar. Saludos!!
Sebas dijo…
Muy bueno.. me encantó
Marité Ibarra dijo…
Gracias Sebastián! Saludos!!!

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