“Ya no tengo motivos ni fuerzas para permanecer de pie, sólo quiero escapar de aquí, huir, y perderme en la nostalgia de un amor arrebatado por el encanto de una Feria miserable”



 



LA FERIA

 

Marité Ibarra

 

Ahora la Feria es diferente, la noche ya no brilla, todo está oscuro, aunque esté iluminado, nada es atrayente, sólo están los mismos personajes patéticos de siempre.

Aquella mujer barbuda que te invita a ver su ridículo show, que después de estar en taquilla y de cobrar, se va a mal poner su barba y después se convertirá en la mujer araña. ¡Qué basura venden!

Hay manzanas podridas cubiertas de sucio caramelo, pero parecen que brillan tanto, pues el azúcar caramelizado es tan engañoso, que mienten al ojo incauto y a la boca glotona, como aquellos hombres mañosos de los juegos de azar, o aquellos tontos que se emocionan tirando las canicas, otros sacan los peces esperando obtener un estúpido premio.

Hay risas fingidas donde sea, me choca el olor a polvo mezclado con cigarro, el olor de la gente con sus perfumes baratos, y aquellos payasos tétricos con sus trajes remendados, ¡que sosos! ¡que turbios! ¡ni quien los quiera ver!

Las luces parpadeantes ya no son atrayentes, ahora ya no fulguran como lo hacían antes, su color se ha ido opacando con la vergüenza de una Feria burlesca, sin gracia, todo sombrío y desvergonzado.

Al ir caminando por las veredas, veo a la gente sonriéndose, a otros vomitando por haberse subido a un viejo juego mecánico que no les brinda seguridad alguna, ¿para qué pagar para ser azotado por la gravedad y después estar vomitando?

Todo es tan corriente, una Feria grotesca, ruidosa y oscura, qué tontería estar aquí, qué desperdicio de tiempo, todo es tan deprimente y repugnante.

Odio la Feria, nada me hace feliz, sólo quiero esconderme y alejarme del ruido, de algarabía vulgar, de los colores de los globos, de lo dulce de los algodones de azúcar, de la música sin clase, del olor a polvo, saltar de la nube gris y tener un poco de tranquilidad en la quietud de mis pensamientos perturbadores, contemplar un nuevo atardecer lejos de la Feria, lejos de ti y de tus recuerdos que me invaden al ver cada foco de la Feria iluminando otros corazones menos el mío…

Ya no tengo motivos ni fuerzas para permanecer de pie, sólo quiero escapar de aquí, huir, y perderme en la nostalgia de un amor arrebatado por el encanto de una Feria miserable, la cual me dio todo, pero al final me lo quitó, me engañó como en los juegos de los aros, quise sacar un premio y resulta que perdí, lo que realmente gané fue conocer a la Señorita Soledad, la cual se aferra a mí y no piensa soltarme, y yo ya no lo soporto más…

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