Tiene una fachada de estilo neocolonial clásico, con elementos de ascendencia morisca








  MERCADO SAN JUAN DE DIOS 


José Manuel Frías Sarmiento 


Pocos saben que se llama Libertad, pues todos lo conocen por Mercado San Juan de Dios. O San Yony, para los más confianzudos y conocedores de sus tres niveles repletos de lo que se les antoje comprar,  comer o beber. 

Sobre el desconocimiento de su nombre hasta por muchos tapatíos, me contaron que en cierta ocasión vinieron unos ejecutivos de Santiago de Chile a una reunión con directivos de la filial de su compañía en Guadalajara y, después de agotar su agenda laboral, pidieron que les llevaran al Mercado Libertad, pues querían conocer el mercado techado más grande en toda Latinoamérica. Los directores jaliscienses, nacidos, educados y criados en la Perla Tapatía, se miraron entre sí y luego dijeron  a los ejecutivos chilenos que no había o no conocían ese tan, para los sudamericanos, famoso Mercado Libertad. Entonces, un joven ingeniero industrial, llegado de Sinaloa y con escasos dos años viviendo en Guadalajara, sonrió y les dijo que claro que lo conocían pues era el Mercado de San Juan de Dios, al que todos alguna vez han visitado y si no han ido, deberían de hacerlo, pues la vida y Cultura de una ciudad se empieza a conocer por el movimiento en los mercados, por sus comidas, por su gente y por el ambiente de pueblo auténtico que en ellos se siente y se vive. Y el San Yony es uno de los mejores escenarios para tomarle el pulso a una ciudad. 

En sus más de 3000 puestos puedes encontrar lo que sea que busques: ropa, comida, videojuegos, lentes, celulares, zapatos, joyería, juguetes, sillas de montar, jorongos, pipas para fumar, aparatos eléctricos, fruta, carne, verdura, dulces, aves, jugos, cocos, Cañas, pan, pescados y hasta fondas y restaurantes pequeños con mobiliario de artesanos y talabarteros jaliscienses. Hay de todo y todos llegan a él, vengan de donde vinieren aunque algunos de las zonas nice o de las Lomas de Zapopan le hagan, muchas veces, el feo y se vayan a pasear por Plazas como Andares o La Perla a comprar bolsos y zapatos de marca, que también en San Juan pueden encontrar si los piden como “calzado y accesorios de calidad”. 

Y si piensas que te aturdirás con el barullo de tanta gente, semejante a una colmena pletórica de abejas en movimiento constante, también hay espacios y momentos musicales; de pronto, en el Segundo Nivel, entre las mesas de las fondas, algunas con elegante y nuevo mobiliario, se escuchan las alegres notas del Mariachi Jalisciense con El Son de la Negra o El Son de los Aguacates. Y si te mueves un poco y bajas a la Explanada que preside la estatua de San Juan de Dios, con el niño en brazos, entonces te deleitarás con la Marimba tocando a todo lo que da, después de haber recorrido varias cuadras de la comercial Calle Obregón. Por eso te digo que Si vas de compras, de simple mirón o, de plano en plan cultural, hallarás lo que andes buscando y hasta lo que no, también lo encontrarás. 



¿Y por qué le dicen San Juan de Dios, si su nombre oficial es Mercado Libertad? 

Bueno, es que además de estar en el Barrio de San Juan, el mercado está asentado en lo que hace años fue la margen oriental del Río San Juan de Dios. Y por ese lugar llegaban a la ciudad, a través de un hermoso puente de piedra, los víveres y bastimentos que traían de la Ciudad de México. Y también en esa zona, la Cofradía de los Hermanos Juaninos construyó un Hospital y una capilla anexa dedicada a su santo patrono y fundador, San Juan de Dios; luego, en 1726, la capilla fue sustituida por un templo más grande, dedicado al mismo Santo. Y tal vez, por el río, la capilla, el templo o el Hospital para los desamparados, al Mercado se le haya nombrado así. Pero ya desde 1880, se tiene noticia de la existencia de él, aunque por esas fechas no fuera más que un tianguis grandote, un típico tianguis mexicano de la época, al aire libre, con los productos de venta depositados en el suelo o sobre mesas y tablas cubiertas del sol con lonas y palmas de por ahí. Así se mantuvo por largo tiempo hasta que, ya con los vientos de la transformación revolucionaria, en 1928, el gobierno decidió darle una bonita cara y un mejor espacio a los jaliscienses para vender y comprar sus alimentos y ordenó la edificación de un nuevo mercado, cuyo proyecto y construcción estuvo a cargo del arquitecto Pedro Castellanos Lambey, al que se le puso, oficialmente, el nombre de Mercado Libertad, el cual tenía, cito textualmente, "Una fachada de estilo neocolonial clásico, acertadamente aderezado con elementos de ascendencia morisca".

Ese Mercado que adecentaba el comercio de la época y ofrecía su mercancía en 12'000 metros cuadrados, fue luego insuficiente y apenas 30 años después, entre 1957 y 1958, se construyó un nuevo mercado con un poco más del doble de capacidad, pues eran 25'000 metros cuadrados y una estructura de dos niveles. El gobernador de Jalisco en aquel entonces era el gran escritor Agustín Yáñez y el arquitecto encargado de la construcción del mercado fue Alejandro Zohn. A quien cito directamente para darles una idea más precisa de la arquitectura del Mercado Libertad, inaugurado el 30 de diciembre de 1958:

"Se procuró tener un cierto orden, pero sin rigidez ni frialdad matemática, sino buscando el ambiente natural y espontáneo que se observa en los mercados callejeros.  Se trató de hacer un conjunto agradable. Además, se añadieron un conjunto de servicios públicos y sociales que da al mercado un sentido prácticamente de centro cívico".

Al Mercado Libertad actual acuden miles de compradores y visitantes todos los días, de distintos lugares del país y del extranjero. A la mayoría de los que somos de fuera se nos advierte que las mujeres, sobre todo, vayan vestidas de la manera más casual y discreta posible, que no lleven joyas a la vista y que tengan mucho cuidado con sus bolsas y sus carteras. Hay mucho robo, dicen, aunque yo nunca he visto nada inusual ni delictivo cuando he ido por allá. Sólo una vibrante expresión del pueblo mexicano en distintas facetas de su vida cotidiana. Es más, hasta nos gusta ir y dar la vuelta para comprar Cajeta de Celaya y hasta unos ayales para llenarlos de tequila y brindar por otros cien años del San Juan.

El Mercado San Juan de Dios es el centro comercial más vibrante y con mayor vida social del Centro de Guadalajara; si te animas a darle un rol puedes, luego, ir a otros lugares emblemáticos cercanos, como El Hospicio Cabañas, La Catedral de Guadalajara, La Rotonda de los jaliscienses Ilustres,  El Museo Regional de Guadalajara, El Palacio Municipal, entre otros lugares históricos y culturales, como el hermoso Teatro Degollado, a cuyas espaldas se coloca, exhibe y regala a la gente que lo visita, el Mazapán Más Grande del Mundo, con más de 8'200 kilos de rico y sabroso polvo de cacahuate prensado y endulzado, en una escultura del Mazapán de La Rosa que tanto disfrutamos de pequeños, en tamaño miniatura, si lo comparamos  con los tres metros de ancho y 1.2 metros de altura que tiene ese que cerca  del San Yoni me tocó ver y saborear.

Como les digo, aunque a muchos tapatíos no les guste ir al estructuralmente más bello de sus mercados, yo les sugiero que vayan y se queden unas dos o tres horas para que lo conozcan, lo huelan, lo saboreen, lo escuchen y aprendan del marketing popular, del don de gentes de los comerciantes, del sazón de sus fritangueras, de lo fresco y dulce de sus jugos de caña y de la energética agua de coco y de la música popular que se escucha por todos sus puestos y niveles. Yo les aseguro que es toda una experiencia que muchos de los que nos leen saben que es verdad y, por ello, no me dejarán mentir, Y ya por último, les diré que siendo bonita la palabra Libertad, me agrada más el San Juan de Dios.



Comentarios

Estimados Lectores, les dejo aquí un bosquejo de lo grande y maravilloso que es el Mercado San Juan de Dios. Una obra cultural, con hondo servicio social de gran contexto histórico y artístico. Sé que me quedo corto. Ustedes lo ampliarán con su imaginación y mejor expresión y conocimiento de los que lo han visitado.
Saludos, su amigo, José Manuel Frías Sarmiento
Oooohhh que buena historia del Mercado San Juan
de Dios, Guadalajara. ¡ Mi querido México ! Cuanta historia, cultura que da identidad.

Canadá…es bello pero “Como México
Ninguno”

Saludos

María Porcella dijo…
Qué buen relato, querido Frías. A mí me gustó mucho ir al Mercado, sus tres pisos son encuentros con experiencias diferentes y asombrosas. Justamente en la plaza despejada del medio me sentí sin energía y me senté unos minutos a descansar. Ese enorme edificio lleno de gente y cosas que mirar me logró cansar. Para mí sería visitarlo por días, uno por cada nivel, dependiendo de la sección. En alguna pasé muy rápido por donde están los santeros, es el nombre que se me ocurre. Es sin duda un lugar donde se concentra la cultura de la región, tan antigua como se pueda y tan moderna como se pueda, se encuentran muchas cosas. No sabía el nombre original ni su historia. Sólo tenía una experiencia empírica en mis visitas a Guadalajara y su querido centro histórico.
Pues ya ves que dicen que los viajes ilustran mi estimada María. Y ahora me dio por contar unas pequeñas historias de algunos lugares de Guadalajara. Mal contados, tal vez, pero con cariño y atención
Saludos, Tu amigo. José Manuel Frías Sarmiento
Dr. LEA-V dijo…
Le conocí, al mercado San Juan de Dios. Debido a que ahí en Guadalajara, estuve seis veranos, en la Escuela Normal Superior de Especialidades del Estado de Jalisco (ENSEJ). Es impresionante la vorágine de gente y de voces diferentes. Para que me alcanzara la lana, y traer algo de regreso a San Pedro. Ahí me compraba algunos cassetes de rolas variadas, un par de tenis pirata, los clásicos de mezclilla que no podían faltar, algunos dulces típicos. Pero el aprendizaje principal, con mi compadre Eduardo Hernández, fue cuando degustamos unos guisos típico de la Perla Tapatía, en donde aprendimos que "las aguas de sabores", resultaron ser más caras que nuestros guisos.

Lindo su texto, que en su proceso, hace más grandioso este gran mercado popular.

Salud y vida mi estimado Tal Frías.

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