“En esta estampa, nos vamos a referir a familias de Charay que con sólo verles a sus miembros la finta o estampa, se decía de ellos: “éste es de esta familia, o es de esta otra”





AIRES DE FAMILIA

 

Adán Lorenzo Apodaca Félix

 

El título que da forma a esta estampa, es tomado del filósofo del lenguaje Ludwig Wittgenstein (1889-1952), él acuñó este concepto para referirse a palabras de una rama que tienen algo en común, es decir, se parecen. Pues bien, en esta estampa, nos vamos a referir a familias de Charay que con sólo verles a sus miembros la finta o estampa, se decía de ellos: “éste es de esta familia, o es de esta otra.

Iniciamos con el recuento de los miembros de la familia Rodríguez, ellos descendían del viejo patriarca Don Ismael Rodríguez, se distinguían por ser flacos, altos, canosos, bigotes blancos, tipos enterados de los acontecimientos del mundo, dialogadores, para no decir alegadores, condición esta última que con frecuencia practicaban en las pláticas pueblerinas, muy trabajadores, jamás flojos, se les recuerda con agrado.

Altos, flacos, se acercaban a los dos metros de altura y algunos los pasaban, trabajadores, buenos vecinos y padres de familias, ése era el aire de los Garcías, descendientes de Don Alfonso García. Su grandeza corporal les generó los apodos de Nanón, Gibón, Baluchón, Danielón, Luisón, Fernandón, Naborón; entre otros, creemos que esos aumentativos a sus nombres, expresan todo de esta familia de personas de gran talla. Las mujeres de este clan no se quedaban “chicas”, también ellas tenían grandes dimensiones corporales hacia las alturas, prueba de ello es la presencia de la Isabel, la Hilda. la Cuata, la Miralda, la Elena, la Aidé, la Sandra, la Josefa, La Chayito, la Malita, la Teresa, la Nora y la Lorena, entre otras de las muchas féminas de esta familia en referencia.

Caballerosos, finos al hablar y al comportarse, bien vestidos, fumando con clase y participando en comentarios orientadores del rumbo de la nación mexicana, así eran y son los miembros de la familia Fierro, orgullosos siempre de descender del general Adolfo Fierro, miembro distinguido del ejército de Doroteo Arango, “Pancho Villa”. Están otros Fierro, éstos son descendientes de Don Eleazar Fierro, ellos son altos y güeros, el comercio y las actividades del campo, preferentemente el trato con los caballos, los distinguían de muy buena manera.

Los Herrán, descendientes de Don Horacio Herrán y de Doña Flavia Gaxiola, son una familia extremosa, lo mismo tienen en sus filas a personas que se dedican a las labores del campo como a profesionistas que trabajan en distintas partes del país; altos, flacos, güeros, claros al hablar, así son los hombres y las mujeres de esta estirpe, vivieron en la alameda de Charay de niños, pero en su interactuar cotidiano, se fundieron con los pobladores de esta comunidad.

Los Pachecos, descendientes de Don Gorgonio Pacheco “El Viejón” y de Doña Leandra Valdez, eran y son flacos, fumadores y vaciladores con las cosas más funestas como la muerte, cazadores y beisbolistas al cien por ciento, tomadores de vino y de cerveza al por mayor, capaces de competir con los mejores del orbe en esta última actividad, así son y así les gusta que se les distinga.

Los otros Pachecos son descendientes de Don Pedro Pacheco y Doña “Coba” Cota, trabajadores también, buenos bebedores de cervezas en sus tiempos y amantes de la cantada y de la “artistiada”. Hay otros Pachecos, los sucesores de las familias de Don Francisco “Chico” Pacheco, de Don “Nato” Pacheco y del “Chaparro” Pacheco, trabajadores del volante la mayoría de ellos y excelentes personas. Se deben contar en esta “pachequiada” a los Pachecos de Don Martín “Maco” Pacheco”, chaparros, fuertes y morenos, son esas sus distinciones físicas.

Los Garibaldi eran chaparros y güeros, las cabezas de familias de este apellido eran Don Juan, Don Beto y Don Adán, con el tiempo sus hijos abandonaron el pueblo, pero éstos al verles la finta en la ciudad de Los Mochis, rápido se sabía de cuáles familias descendían. Proveyeron de trabajo durante muchos años a los habitantes de Charay y sus alrededores.

Los López, eran inconfundibles, enorme era el parecido que tenían los hijos de Humberto López, Gastón Alonso López y Rafael López, primos y familiares muy respetuosos han sido siempre los miembros de estas familias al igual que las mujeres. Muchos descendientes de esta familia están dispersos en la República Mexicana. Los distingue su don de gentes y su amabilidad.

Los Castros, en este apellido existen varias ramificaciones, están los Castros de Telésforo Castro “Léporo”, ellos eran finos y de caras blancas, pulcros y elegantes en su manera de vestir y de hablar. Estaban también los Castros de Don Segundo Castro, roncos para hablar y dedicados a las labores del campo. Los Castros de los Cellelys, inconfundibles ellos en los campos de béisbol y en donde se paren hacen la fiesta. También están los Castros de Don Gonzalo “Chago” Castro, trabajadores, bromistas y buenas personas. Los Castro de Don Rafael Castro.

Los Bacasegua, ellos son hijos del matrimonio que formaron Don Samuel Bacasegua y Doña Flora Valenzuela, chaparros, fuertes y decididos, esa era su condición distinguible, comerciantes, muy trabajadores y luchones por la vida, siempre han sido así, hombres y mujeres.

Los Vázquez, la mayoría de ellos llegaron del estado de Durango, espacio geográfico del que procedían Don Román Vázquez Peña y Doña Francisca Hernández, se distinguen por ser muy trabajadores y perseverantes, hombres y mujeres de bien que se asentaron en Charay, se dedicaron por mucho tiempo al negocio de acarrear arena en los dompes de su propiedad.

Los Ruiz, eran una familia numerosa, descendientes de Don Abraham Ruiz y de Don Serafín “Toto” Ruiz, con extensa ramificación en el pueblo, sus hijos y nietos se han acomodado en la rutinaria vida pueblerina, son hombres y mujeres que se caracterizan por ser buenos ciudadanos. Son roncos y enérgicos al hablar y muy claros en sus tratos y acciones.

Los Gastélum son descendientes de Don Aureliano Gastélum cuyos hijos Don “Lupe” y Don “Chayo” formaron familias ejemplares, con hijos todos hombres y mujeres admirables. Altos, morenos y morenas son las personas que descienden de esta familia. También están los Gastélum, hijos del matrimonio que formaron el profesor Donaciano “Chanito” Gastélum y la maestra Consuelo Pacheco, ellos y ellas grandes personas y profesionistas destacados en los ámbitos que se formaron.

Los Véliz, eran altos desgarbados, de piernas chuecas, muy carrilludos, francos, trabajadores y claridosos, se distinguen los Véliz, hombres y mujeres por ser muy canosos, sus descendientes heredaron eso de las canas, tal como es el caso del Guillermo “El Guille” Véliz Barrera y Gilberto, de los mismos apellidos.

Los Cota, los hijos de Don José Cota y Miguel Cota se distinguen por ser chaparros y fuertes, trabajadores y deportistas, hombres y mujeres respetuosos  que han contribuido en la armonía pueblerina.

Los Ramos, son descendientes de Don Fulgencio Ramos, Don “Cuencho”, con ese mote se conocía en el pueblo y sus alrededores, muy trabajador; por ello fue el ejemplo de una base de familia que se caracterizaban por ser buenas personas, ahora sus hijos y nietos deben recordar con agrado a ese pilar de familia muy bueno para trabajar en las labores agrícolas.

Los Leyva, eran descendientes de Don Martín Leyva y Doña Dolores Rojas, Saturnino “Nino” Leyva, Roberto “Beto” Leyva, Ramón “Mon” Leyva y Modesto, fueron figuras importantes en los acontecimientos del pueblo de Charay, chaparros, fuertes y fumadores, así eran estas personas, sus descendientes conservan esas características.

Los Armenta eran descendientes de Don Dolores Armenta y Doña Jesús Acosta, fueron ellos también unos padres muy prolíficos, tuvieron muchos hijos, saludadores, de voz ronca y trabajadores como unos “burros”, esos eran los Armenta, respetuosos y honrados, como se estilaba decir antes, “a carta cabal”.

Los Armenta de Don Celso Armenta, “somos de otros Armenta”, solían decir los miembros de una y de otra familia cuando se generaban algunas confusiones por los apelativos, éstos también eran trabajadores y bromistas empedernidos, aún son festejadas las vaciladas de Indalecio y de Fernando por los moradores del pueblo.

Los Verdugo, eran todos descendientes de Don Gorgonio “Goni” Verdugo, formales y respetuosos, vivieron en el centro del pueblo. Había otros Verdugo, los hijos de Don Juvencio Verdugo, ellos vivían enfrente de la escuela primaria y se recuerdan como una respetuosa familia que vivió en esta comunidad.

Los Acosta, son descendientes de Don Manuel Acosta y Doña Susana Villegas, ellos conformaron una buena familia cuyos hijos e hijas se caracterizan por ser personas respetables, la Mirna, el Cuate, la Cuata, el Chapo y Rafael, son descendientes de esta familia de antiguos pobladores del pueblo.

Los Panduro viven en lo que los pueblerinos denominan la “punta del pueblo”, Don Pedro Panduro se encargó de formar una familia cuyos descendientes se deben sentir orgullosos de esta estirpe filial, son altos, saludadores, buenas personas los hombres y las mujeres.

Los Galaviz hijos de don Francisco “Chico” Galaviz, son importantes referentes para explicar la vida pueblerina, Marcelo,”Tolito” y la “Panchita” Galaviz fueron importantes hombres y mujeres de bien, el acontecer del pueblo de Charay se explica con la acción de todos ellos.

Los Apodaca era una familia descendiente de Don Roberto Apodaca y Doña María de Jesús Félix Álvarez, ellos se encargaron de formar a hombres y mujeres dedicados al trabajo honesto. Bromistas consuetudinarios.

Los otros “Garcías”, aunque parezca de película, eran hijos de un señor que le decían “Chalo” Chapo, él fue de los ejidatarios fundadores del ejido Concepción de Charay, “Chaly”, “el Prieto”, “el Mono” y Alberto, eran los vástagos de Don “Chalo”, eran muy llevados con los vecinos, fuertes y enérgicos al hablar, buenos tomadores de cerveza y fumadores de cigarros, así eran los descendientes de esta familia.

Los otros Rodríguez descendían de Don Conrado y la “Guera” Nolasco, éstos eran güeros y altos, hombres y mujeres tenían ese porte que paseaban por el pueblo y sus alrededores. Muy claridosos para tratar algún asunto de su incumbencia, se recuerda a La Canto, Ticho y Mario.

Los Herrera, también ésta es otra numerosa familia del pueblo que es recordada en este libro de estampas, ellos son ramificaciones de la familia formada por Don “Beto” Herrera y Doña “Licha” Ruiz, hombres y mujeres de bien que se asentaron en el pueblo y le han dado prestigio a éste en su interactuar cotidiano.

Los Almeida eran una familia que se encargó de crear Doña Arcelia, ellos eran morenos, bromistas, trabajadores, fumadores y consumidores de cervezas de todas las marcas, El Loco Chuy, Nestor, Juan, Chayo y Silvina se les recuerda con nostalgia en este texto.

Los Zavala, hijos de Don Ignacio Zavala y Doña Librada Román, ellos son fuertes y chaparros hombres y mujeres, de voz ronca, trabajadores y muy bromistas, personas de bien han sido Alejandra, Javier, Eligio y Dolores “La Lolita” Zavala.

Los Figueroa de Don Pablo Figueroa también merecen estar en este recuento familiar, estrafalarios, de voz aguda, dedicados a la panadería, a arreglar motos y de oficios diversos, así eran los miembros de este grupo que se les recuerda agradablemente en este volumen de añoranzas.

Obviamente no están todas las familias, faltan los Valdez de Don Chuy Valdez, los Valdez de Don Octavio Valdez, los Venturas de Don Fidel, los Valenzuela, otros Castros, Los Valdez del “amigo Luis”, los Peña, los Ruiz de Don Mauricio “Guicho” Ruiz, los López de Don Alberto “Beto” López, los Valenzuela “El Teco”, Clemente y Santiago, los Velázquez de Don Eladio y Don Epifanio, los Amador de Don Primitivo y de Don Ángel, los Véliz de Don Carlos “Lico”, los verdugos del “Bayaqui” Verdugo, todos ellos y los no mencionados, estarán en el volumen cuatro, de eso estamos seguros. Ahí les vamos a dar una “aireada”.

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