“El padrino mete la cabeza del cochino en el mole y empieza a salpicar a los invitados, hasta que un valiente se levanta y forcejea con el padrino para quitarle la cabeza”
CABEZA DE COCHINO
Marité Ibarra
Estaba yo en la escuela Cuitláhuac, en la
pintoresca comunidad de Calpulalpan, Tlaxcala, la cuna del pulque, en un evento
cultural de presentación de rondas y bailables infantiles. Eran doce escuelas
de la zona 05 las que participaban en dicho evento.
Todos los maestros de la escuela donde yo
trabajaba en aquel entonces, la gloriosa escuela Agustín Yáñez, turno
vespertino, asistimos para apoyar a nuestro profesor de Artes, un joven
inexperto, maestro recién egresado y a los niños que harían su nerviosa
aparición.
La escuela anfitriona estaba muy bien
decorada y todo se veía muy bonito, hasta que arrancó la demostración y comenzó
el desfile de participaciones de todas las escuelas invitadas.
Yo estaba parada en la sección que se nos
había asignado, junto con el resto de maestros que conformaba nuestro
colectivo, procuré estar en primera fila y contemplar así mejor los bailables,
ya que a mí siempre me han gustado los bailes tradicionales y me emocionaba ver
tal espectáculo.
Hubo escuelas que hicieron excelentemente
bien su papel que hasta escenografía y toda la cosa llevaban, algunos maestros
tocaron música en vivo, dando un plus a sus participaciones, y los niños muy
bien entrenados, responsablemente danzaron. Mi escuela no sobresalió mucho,
pero fue aceptable su humilde participación, ¡pobre profe Rafa cómo le fue
después con la regañiza que le dio Ninfa, nuestra Directora, pues era muy
especial y dedicada a su trabajo!
Hubo como tres escuelas bidocentes que
montaron muy bonitas coreografías y se les reconoció públicamente su esfuerzo,
pero de todo lo que pasó en esa fría mañana, hubo un baile que se robó mi
atención, no supe qué escuela lo presentó, pero el número artístico se llamaba “Cabeza de Cochino”. En
ese baile los niños salieron en fila y el que estaba en medio llevaba cargando
una cabeza de cochino bien hechecita de papel y pintada color rosa, estaba
montada en un plato de cartón muy bien decorado.
A esa
cabeza le estaban haciendo caravana y no sé qué otras tantas cosas más, yo
sinceramente comencé a reír de lo gracioso del baile, pero a un lado mío tenía
a un compañero maestro oriundo de ese lugar, el cual me preguntó el por qué me
reía, yo le dije pues que del baile y de esa cabeza de cochino, él me dijo que
eso era un baile típico de la región y me explicó que aún se lleva a cabo en
algunas bodas tradicionales. Me comentó que el padrino de la boda compra su
cabeza de cochino y la mete en el mole, aquí cabe aclarar que la comida popular
en las fiestas en este estado es el mole con arroz rojo y barbacoa de borrego
en bolsa de mixiote, por eso a quien se le llega a decir que es un “huelemoles”,
significa que es un golletero que se la lleva de fiesta en fiesta; pero, bueno,
regresando a la boda, el padrino mete toda la cabeza del cochino en el mole y
empieza a salpicar a los invitados, hasta que un valiente se levanta y forcejea
con el padrino para quitarle la cabeza, y quien se la quita se la queda pero al
otro día tiene que preparar taquitos y consomé bien rico para el recalentado.
Yo,
al escuchar todo esto, me dio más risa y mi compañero se me quedó viendo sin
hacerle ninguna gracia, hasta que me dio pena y guardé compostura.
También,
en la presentación de ese día, hubo bailes de carnaval y de unos mentados
huehues, cosas muy raras para mí, una norteñita recién desempacada, pero
comprendí que cada estado tiene su cultura, sus usos y costumbres, tradiciones
marcadas con las cuales se diferencian, y que hay que respetarlas si queremos
que se nos respetan las nuestras, así que guardé silencio y seguí viendo el
gracioso baile de Cabeza de Cochino…
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