“Te llevo en mi sangre y aun así me duele sentirte lejos, iluminas el cielo cada que lo veo y eso me recuerda que estás presente en cada paso que doy”






UNA VIDA SIN TI

 

María Isabel Abitia Icedo

                                                        

Esa fecha se repite constantemente en mi mente todos los días, como si la llevara tatuada, como si mi mente se negara a soltarla por completo, puedo citar la hora exacta en la que te fuiste y cada que la recuerdo duele porque está marcada en mi memoria y grabada en mi alma. 

Hay momentos en que parece extraño que el mundo continúe como si nada hubiera sucedido, cuando realmente mi mundo se ha detenido desde el día uno que tú no estás. Sí, mi vida continua, pero no tengo la seguridad de por qué sigue, cuando la tuya se ha detenido y ya no continuó. Una vida diferente se presentó frente a mí. Una, en la que físicamente ya no estás. Una en la que ya no te puedo ver regando los árboles y las plantas. Una en la que ya no te puedo ver tocando tu guitarra. Y ahora sólo me toca ver tu portarretrato en la sala cada que llego a tu casa. Duele que ahora sea una vida en la que ya no puedo escuchar todas tus anécdotas y aventuras. Duele ver como todo se va desvaneciendo a cómo va pasando el tiempo, pero tu voz sigue en mi mente, como si hubiera sido hace días que te escuché cantar. Tu olor aun lo siento, como cuando llegaba a tu casa y me recibías con un abrazo que desbordaba todo ese cariño que me querías hacer llegar. Y tu esencia… cómo la podría olvidar, si eras único en este mundo y, por mucho que lo intente, no puedo encontrar las palabras correctas para poder lidiar o acabar con este dolor que me atropella constantemente.

Siento que no me quiero despertar de este gran sueño, aunque constantemente me atropelle la realidad. Te llevo en mi sangre y aun así me duele sentirte lejos, iluminas el cielo cada que lo veo y eso me recuerda que estás presente en cada paso que doy. Aunque no te vea, siempre buscas la manera de estar ahí presente, mi alma me dice y me reitera que fuiste la persona más fuerte que pude conocer y más de una vez lo demostraste, que no había imposibles para ti, ganabas esa admiración con sólo verte, cada paso, cada mirada de esos ojos negros me reiteraba una y mil veces del por qué quería ser como tú, del por qué quería ser tan valiente para afrontarme a la vida como lo hiciste tú. Y sé que aquí en el corazón, uno nunca pierde a quien ha de verdad le tuvo ese cariño y amor de verdad; y aunque el tiempo pase, el amor y los recuerdos perdurarán para siempre en mí. Y no, no estamos separados por la muerte, sino unidos por el amor eterno, la luz que nos dejaste aquí nunca se apagará, sólo que ahora brillará en otro lugar. Te llevaré en mi mente y en mi corazón. Sé que tu memoria perdurará para siempre. Te amaré hoy y siempre: Octavio Icedo Avilez

Comentarios

Esbeidy Ruiz dijo…
María Isabel, cada palabra que escribes es como una suave melodía que resuena en mi corazón. A través de tus recuerdos, puedo sentir el amor y la conexión eterna que compartías con Octavio. Es como si sus momentos juntos hubieran sido tejidos en el tejido mismo de tu alma, dejando una huella imborrable en cada fibra de tu ser. Aunque físicamente ya no esté presente, su presencia sigue vibrando en cada latido de tu corazón y en cada suspiro de tu alma. Es reconfortante ver cómo encuentras consuelo en los recuerdos compartidos y en el amor que perdura más allá de la vida misma. Que la luz que Octavio dejó continúe guiando tu camino y que su recuerdo siga iluminando cada rincón de tu existencia.

Saludos, Esbeidy Ruiz.

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