“Nos hicieron personas dependientes de ellos y a las comodidades de lo artificial a lo cual estamos tan acostumbrados que nos da miedo lo natural”


 



UNA CULTURA AMBIENTAL PÁ LA FREGADA

 

Maritza Yunehiry Medina Arredondo      

 

Hoy en día, los jóvenes estamos inmersos en un mundo tecnológico, el consumismo y la inmediatez, lo que nos aleja de la conexión real con la naturaleza y con el mundo a como se debe de apreciar. Con la tecnología y los problemas ambientales, nosotros somos más de “Usar y desechar”, lo que hace que tengamos una mentalidad de que todo es desechable y podemos remplazarlo con rapidez; y esto, lamentablemente, lo queremos hacer con el medio ambiente. Existe tanta desconexión entre los jóvenes y la Naturaleza, debido a la urbanización de la sociedad y a la dependencia a dispositivos electrónicos que nos afecta el aprecio por los ecosistemas y sus servicios vitales.

Es cierto que la mayoría de los jóvenes tenemos planes de “Visitar” espacios ecológicos o paisajes naturales, y me incluyo entre esos jóvenes, pero no nos hagamos tontos, el 90% de los que los quieren hacer sólo lo hacen para sus historias en redes y andar presumiendo, en vez de disfrutar de sus alrededores; el otro 10%, sólo va porque los obligan o para acompañar a ese 90% que quiere sacarse fotos lindas para sus redes sociales.

Se puede poner un ejemplo, en Sinaloa existen muchos lugares para visitar muy bonitos, que muchos jóvenes usan para tomarse fotos; uno muy marcado son los girasoles de Mocorito, la verdad yo nunca he ido, sí he pasado y he visto lo bonito que son, pero creo que mi forma de ser no es como la de los demás, cuando veo que algo le gusta mucho a las personas, yo pierdo el interés por eso; en un tiempo sí tuve curiosidad y le decía a mis papás que me llevaran, pero hubo otro tiempo en donde todas las personas que conocía fueron y subieron a sus historias de WhatsApp, Instagram y Facebook fotos en ese lugar, lo cual provocó que yo perdiera el interés en ir. Cuando mis papás decidieron llevarme junto a mis hermanos, les dije que ya no quería ir, que mejor me llevaran a otro lugar y así lo hicieron, me llevaron a una pequeña playa cerca del racho de donde soy, en donde no hay para nada señal, y me sentí en paz, porque ese lugar pertenecía a uno de los pocos lugares apartados de la sociedad que siento único y diferente, que no está contaminado por la sociedad al robarle la privacidad y estarlo divulgando a todo el mundo.

Aunque ese lugar me gusta a mí, obvio a mis hermanos que están más metidos en la tecnología no les parece igual, a ellos no les gusta ir ni al rancho ni a esa playita, nomás saben que vamos a ir al rancho, empiezan a estar renegando porque casi no hay señal; aunque en la casa haya internet, a veces se batalla con él, en este tiempo no les gusta ir porque salen animales que les dan miedo como los grillos; además de que en el rancho, mis abuelos son muy amantes de dormir en el patio de atrás o dormir con las ventanas y puertas abiertas; en el rancho les gusta disfrutar de lo natural, el aire, la brisa, los ruidos que les relajan y la paz que se siente estando ahí. Está clarísimo que el rancho no es igual que la ciudad; aquí en la ciudad, si duermes con las puertas y ventanas abiertas te roban; si llegas a dormir en el

patio para poder disfrutar de algo de natural, la gente te critica y te tiran de loco por preferir dormir afuera que estar disfrutando del aire artificial dentro de tu casa.

Por eso es importante involucrar a los jóvenes en la toma de decisiones relacionadas con el medio ambiente, ya que eso nos puede llegar a brindar un sentido de empoderamiento y responsabilidad hacia su entorno; además de poder tener un dialogo abierto y constructivo sobre temas ambientales entre las familias, no sólo en la escuela; aunque, sí, la falta de educación ambiental adecuada en la escuela y escasez de modelos a seguir ha traído carencia de conciencia ambiental; pero también le tenemos que dejar tarea a las familias, porque bien dice una pared pintada en una primaria de Culiacán: “Mi escuela es mi segunda casa, pero mi casa es mi primera escuela”. Si en las casas se les proporciona desde pequeños, información veraz sobre lo que se vive en el planeta, tal vez nos anime a explorar soluciones innovadoras para poder evitar que el planeta muera. Dicen que nosotros los jóvenes somos agentes de un cambio potencial para crear una cultura ambiental sólida, y es verdad, somos bien chingones para solucionar cosas que nosotros no tenemos por qué solucionar, si nos dan un espacio y herramientas adecuadas podemos liderar esfuerzos significativos para las practicas sostenibles, influir en políticas públicas y fomentar cambios en las comunidades.

Los adultos mayores quieren que nosotros seamos amigos de la Naturaleza para proteger al medio ambiente, aunque yo creo que ni ellos se entienden. Si no hacemos nada, nos regañan y dicen que ya estamos grandes para, por lo menos, intentar hacer cosas que ayuden; pero si hacemos algo, se cierran en su mundito de que no sabemos lo que hacemos y que nos falta experiencia para poder hacer las cosas. Sí, es verdad que los jóvenes tenemos una cultura ambiental pá la fregada, pero nosotros apenas estamos empezando en la vida de adulto, ¿No creen que los que deben de empezar a pensar en cómo salvar el planeta son los adultos? Porque digo, también a ellos les falta cultura ambiental y sí afecta a la sociedad de manera significativa. A lo largo de los años se han observado acciones humanas que han tenido un impacto negativo en el medio ambiente, el que la sociedad tenga un consumo desmedido, contamine, deforeste y sobrexplote los recursos naturales, afectan mucho a la sociedad.

Son los adultos los que tienen la responsabilidad de enseñarle a las nuevas generaciones los valores ambientales. Las personas mayores pasan por alto la importancia de cuidar el planeta en el que vivimos, ellos empezaron a sólo priorizar el bienestar individual y material por encima del cuidado de nuestro entorno natural, lo cual, claro está, que ha traído al mundo cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación del aire, agua y suelo. Antes de querernos pasar la bolita a nosotros los jóvenes, los adultos mayores tienen que reflexionar sobre sus acciones y su impacto en el medio ambiente. Es momento de que asuman un compromiso real con la protección del medio ambiente y adoptar cambios significativos en su forma de vivir. Con pequeñas acciones individuales que realicen pueden generar un impacto colectivo en la conservación del medio ambiente.

No entiendo por qué la gente mayor nos quiere hacer responsables de las cosas que van a pasar o que pasaron en el mundo, siendo que prácticamente nosotros estamos apenas empezando a vivir; y es gracias a ellos, a esas personas mayores, que la sociedad está como está, porque este cambio no fue de hace años, cuando inició el siglo XXI, que es cuando nosotros nacimos, viene remontado desde antes, sólo que antes no tenían la idea de que sus acciones iban a tener repercusiones. Y ahora quieren que nosotros los jóvenes lo solucionemos. Y todavía se quejan o se enojan porque nosotros no nos nace hacerlo, cuando ellos son los que así nos educaron. Nos hicieron personas dependientes de ellos y a las comodidades de lo artificial a lo cual estamos tan acostumbrados que nos da miedo lo natural.

 

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