“Si queremos cambiar la forma en la que otros nos ven, tenemos que aprender a cambiar nuestra forma de actuar”
EL JOVEN CULICHI
Itzel
Karyme Rubio Espitia
Debo
confesar que al momento de hacer este escrito que iba a comenzar hablando de
forma negativa sobre la cultura de nuestros jóvenes culichis. Pero después de
un momento de reflexión de por dónde iba a empezar mi escrito, mis manos se
detuvieron y pensé ¿Realmente somos tan malos como yo pienso? Creo que no.
¿Tenemos muchas cosas malas? Por supuesto que sí, más de las que me gustaría.
Pero también tenemos muchas cosas buenas, y en esta ocasión me gustaría
escribir un poco de esta parte de la cultura, la cultura positiva de los
jóvenes culichis.
En
una ocasión viajando a la bella capital de nuestro estado, tenía que hacer una
parada en una distribuidora de productos para fiesta, después de haber tomado
las cosas que necesitaba y que la señorita de la caja hubo sacado la cuenta
final, me percaté que me hacían falta exactamente $20, desesperada, busqué en
mi bolso, pero efectivamente ya no traía más dinero, estaba a punto de quitar
un producto de mi carrito cuando siento que alguien detrás de mí me habla, con
ese respectivo acento culichi, era un joven que no pasaba los veinticinco años
de edad, y en su mano llevaba dos monedas de $10, tardé un poco en reaccionar
ante el generoso gesto que hacia el muchacho, pero mi respuesta negativa no le
gustó, y por los gestos que me hacía me di cuenta que no iba aceptar un “no”
por respuesta. Pero yo no me sentía digna de tomar ese dinero, puede que
piensen “pero son sólo $20”, pero uno nunca sabe lo mucho que le costó
conseguirlos. Y, sobre todo, que yo sabía que no iba a haber forma de
devolverle el favor. Él seguía con su cara de convicción, no iba aceptar mi
rechazo y directamente le dio el dinero a la cajera, la cual sólo le sonrió y,
con toda la vergüenza del mundo, estreché su mano y le dije un sincero Gracias.
El muchacho hizo un gesto de que no pasaba nada y otra vez volví a
agradecerle. Jamás supe el nombre de él y, probablemente, jamás lo sepa, pero
yo sentía que tenía una deuda que no iba a poder pagar. Sin embargo, la
generosidad y amabilidad de ese joven fue muy reconfortante. Y me hizo seguir
teniendo esperanza en estos jóvenes culichis. Y no porque éste fuera el mayor
gesto de solidaridad que me haya pasado, a lo que me refiero es que en
momentos en los que menos lo esperamos podemos encontrarnos con ellos, jóvenes
que demuestran que la cultura sinaloense no está del todo perdida
Y
ésta es una de tantas historias de gente maravillosa que me he encontrado en
mi bello Culiacán. Desde jóvenes que ayudan a personas mayores hasta niños con
una mentalidad solidaria hacia los demás.
Escribiendo
este pequeño artículo me di cuenta que tenemos cosas buenas que rescatar, pero
la buena cultura culichi es como un edificio en construcción, aunque ya se
empiezan a ver esas bases para levantarlo, aún falta que esté bien
solidificado. De manera parecida, dejemos de hacer creer a las demás personas
que el plebe culiacanense, es ese que se emborracha todos los días, el que es
bien arremangado y que su única meta en la vida es ser narco. En nuestra
generación se puede ver un poco de esas bases, pero aún falta mucho esfuerzo
para seguir construyendo ese gran edificio. No es nada fácil y mucho menos es
fácil luchar con la mala cultura, pero como decía Matilde Ansensi “El arte y
la cultura aumentan la armonía, la tolerancia y la comprensión entre las
personas.”
Hay que empezar a luchar del lado bueno,
exportar a cada rincón de nuestro estado y país el arte y la buena cultura. Y
recordar que cada cosa que hacemos y pensamos tiene un impacto en nuestra
sociedad. Es por eso que hay que empezar a pensar con más cuidado, si queremos
cambiar la forma en la que otros nos ven, tenemos que aprender a cambiar nuestra
forma de actuar.
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Saludos, José Manuel Frías Sarmiento