“No sé si éste sea mi último semestre con Frías, pero lo que sí estoy segura, es que lo aprendido con él me servirá para la vida”


                              



 ANTES Y DESPUÉS

 

Esbeidy Jacibe Ruiz Álvarez

 

¿Alguna vez te ha pasado que no observas el mundo que te rodea, es decir, siempre ha estado ahí y hasta hace poco fue visible para mí?

Recuerdo la primera vez que lo vi en mi salón, llegué como un día normal, con un poco de prisa y minutos después de que empezara la clase, cuándo toco la puerta para entrar a mi salón escucho una voz, no parecía que la había escuchado antes o, al menos, es lo que pensaba. Cuando se entreabre la puerta y lo miro, fue volver a unos meses pasados de mi vida. Te cuento que era él, ese maestro que había conocido por un “Taller de Redacción Libre y Creativa”, del cual me salí al poco tiempo, para ser precisa, no duré ni dos sesiones. Me salí, no porque me tratara mal, simplemente, al ver que realmente el término “Libre” era muy libre me asustó y me cuestioné sobre mis habilidades. Empecé a pensar que no era para mí, que no podía realizar textos únicos, escritos con mi puño y letra.

Jamás en mi vida me había pasado sentirme insuficiente, pero también pensaba que a veces las personas tienen “dones “diferentes y que el hecho de que yo no pueda hacerlo no tenía por qué sentirme mal. Y es por eso que abandoné el Blog, porque no tenía la capacidad para escribir y menos pensaba que tenía imaginación. Cuándo paso al aula y lo veo parado enfrente del pizarrón, fue un mundo de pensamientos negativos los que invadían mi mente. ¿Qué había hecho mal para qué me tocara este maestro? ¿Diosito, por qué? ¡Ahora sí que repruebo! Lo curioso es que soy una alumna que le gusta mucho poner atención y siempre aprendo algo de mis maestros y, a decir verdad, no sabía qué era lo que más me preocupaba, si el maestro o la materia que era “Educación en México 1910-2019”. De verdad que diosito me había abandonado.

Era un maestro que se le notaba que sabía mucho, fue una persona estricta, planteó perfectamente cómo evaluaría y cómo teníamos que mandar las tareas, cuándo vi las instrucciones de las tareas me resultaron tontas, ¿por qué le molesta si le pongo diseño a mis tareas? Me gustan los trabajos decorados y qué difícil iba ser mandarle uno todo pelón, pero bueno, era lo que él quería. Sabía que iba a batallar, porque: una, no conocía la historia de la educación y dos, no sabía escribir de manera “libre”, porque aún seguía ayudándome de antologías, de sitios web y era muy poco lo que aportaba con mis palabras. Y con este maestro sabía que tenía que ser todo de mí. ¿Cómo rayos iba hacerlo? ¿Cómo decir algo que ya existe de otra forma? ¿Cómo escribir lo que pienso? Me resultaba difícil plasmar lo que pensaba o, quizá, me dejaba llevar más por la negación y me cerraba a intentar escribir. Recuerdo mis primeros trabajos donde sólo los mandaba por cumplir, porque sí entendía el tema, pero no podía escribir sobre él.

Las clases continuaron y cada vez aumentaba mi pensamiento, ese maestro lograba despertar mi interés y ver las cosas de otra forma, es como si no conociera el mundo en el que vivo, o sólo veo lo qué hay por encima, pero después entendí que el mundo está rodeado de historia, de sucesos importantes que muchas veces no conocemos por qué la ignorancia es más grande que nosotros. Y, cómo diría él, parece que “Es lo único que tenemos”.

La materia era importante, pero él le daba su toque, fomentaba siempre el pensamiento crítico y analítico, quizá por eso ponía atención, después él empezaba hablar a poner ejemplos en la vida cotidiana y a cuestionarnos sobre cosas, lo cual diría que fue lo que siempre me mantuvo atenta. Recuerdo que llegó un momento en el que sólo escribí lo que sentía y lo mandé. A los minutos, me responde que si quiero que publique mi texto le mande una fotografía para subir mi texto al Blog. ¿Lo logré? ¿Cómo? Sólo surgió. Pasé de sólo cumplir tareas al grado de escribir con pasión. Cada vez esperaba el tema para poder escribir lo que cada texto dejaba en mí. Empecé a tomar hábitos, por ejemplo, escribía en notas porque sentía que, al escribir directo de la laptop, me basaba en sólo llenar lo que se me indicaba y muchas veces me cerraba a eso; era como limitarme a algo, al día de hoy aún sigo escribiendo en notas y me resulta más cómodo, ahora no me preocupo por llenar las indicaciones porque sé que ahora escribo más.

Fue un proceso el que pasó en mi vida. De no escribir absolutamente nada, empecé a escribir cada vez más, el llenar una hoja ya no era un problema para mí, el problema ahora es terminar de escribir, porque no sé cuándo terminar. Podría decir que el maestro fue la primera persona que creyó en mí, fue una inspiración para poder escribir, es como si me hubiera hecho ver todas mis habilidades y mis potencialidades, como si me quitara la venda que cubría mis ojos. Entendí que lo único era que yo no creía en mí, pero ese maestro me oriento y descubrió que puedo hacerlo, cosa que yo pensé que no sabía hacer. Fue una persona que nos retó siempre, que parecía un sitio web porque todo sabía y todo quería saber. Nos molestaba o incomodaba saber que sabíamos poco y que él parecía que lo sabía todo, pero lo único que quería era despertar el interés y el esfuerzo que hacemos día con día para que aprendiéramos a valorar el conocimiento.

¿Por qué no nos interesa saber más? ¿Por qué conformarnos con tan poco? Aún sigo descubriendo en cada clase algo nuevo. Reflexionamos mucho sobre el futuro que, a decir verdad, muchos no lo tenemos planeado. Es como una ola, sólo estábamos esperando a que pase para ver qué pasa, o nos hunde o el golpe no es tan malo. ¿Por qué no salir de la esquina? ¿Por qué tenemos tanto miedo? Supongo que fue porque nunca antes nos había tocado un maestro así, que nos planteara tal y como es la vida, a no decirnos o llenarnos la cabeza de color rosa, simplemente, a decirnos que la vida es una competencia y quién no se prepara alguien más ocupará su lugar. Por eso la importancia de educarnos en todos los aspectos, en ayudar a crecer más culturalmente y siempre tener en cuenta que con la educación se puede transformar la vida.

Pudiera decir que tuve el honor de ser alumna de Frías en dos ocasiones, una de maestro de historia y la otra de maestro en problemas del aprendizaje escolar. Lo conocí en dos versiones diferentes y podría decir que en ambas aprendí mucho y no sólo para concluir la materia, sino para mi vida, para el futuro que tanto debo prepararme. Y si llegaste hasta aquí, te cuento que, además, volví a inscribirme por tercera vez en su famoso Taller de Redacción Libre y Creativa, en el cual empezó todo. Ahora escribo por gusto e, incluso, por terapia; porque el escribir lo veo como una terapia para la mente y para el corazón. Ser alumna de Frías es un cambio, sin duda alguna. No soy la persona que empecé hace tiempo y menos soy esa chica que se escondía detrás de sus notas de clase. He visto mi crecimiento notablemente en mis escritos. Vi y conocí versiones que jamás había visto en mí, pero eso fue gracias al Maestro Frías.

Siempre he dicho que, si él no hubiera creído en mí, probablemente, jamás hubiera escrito y descubierto el don que tengo. No es el tipo de maestro que estábamos acostumbrados a tener. Él siempre llega primero que sus alumnos, con sus libros y en su mano una taza de café probablemente “Nepente”. Muestra interés en saber de nuestras vidas ¿Cómo nos sentimos? ¿Qué pensamos? Y, aparte de ser un maestro, para muchos de nosotros es un amigo. No es el maestro que sólo llega por cumplir, yo creo que está desde antes de que abran la Universidad. A él no le interesa sólo que podamos concluir la materia, él realmente se ha preocupado porque nosotros nos preparemos para el futuro.

Creo mucho que existen las personas mágicas y él es una de ellas, porque la capacidad para enseñar, su dedicación y paciencia me inspiran. Me ha ayudado a descubrir mi potencial y siempre estaré agradecida por ello. No sé si éste sea mi último semestre con Frías, pero lo que sí estoy segura, es que lo aprendido con él me servirá para la vida.


Comentarios

Estimada Esbeidy, la Vida es de Oportunidades. Nos las ofrece y las aceptamos, las rechazamos, les sacamos la vuelta o ni siquiera nos percatamos que ahí están. Salir de la Esquinita no importa tanto como darnos cuenta de que ahí estamos; será como abrir los ojos y empezar a ver que hay utopías que nos llaman, aunque nunca, jamás, lleguemos a ellas; pero que siempre nos harán avanzar. En tu Grupo varios ya van por ese camino, por el sendero inagotable del Saber, pero también por las veredas que la vida nos abre a cada paso que damos, a veces, a fuerzas y en otras muchas, sin quererlo ni saberlo.

¡Felicitaciones por siempre ser una alumna resuelta a tomar las oportunidades que la Vida te brinda! Mtro. José Manuel Frías Sarmiento
Esbeidy Ruiz dijo…
Muchas Gracias maestro, realmente siempre me motivó a ser mejor y a ver la vida de distintas formas.
Ahora se que debo prepararme siempre, por qué el aprendizaje y los saberes son infinitos.
No debería de conformarme con lo poco o mucho que se, para poder seguir creciendo intelectualmente es necesario un cambio.
Y gracias por motivar a mi grupo a ser mejor de lo que ya eran, nos llevamos en el corazón a un maestro que nos dejó huella a muchos de nosotros.

Entradas más populares de este blog