“El monstruo comenzó a arañar todo a su alrededor, yo estaba paralizada, pero no de miedo, sólo sentía como no me podía mover, pero en el fondo sentía tranquilidad”








EL MONSTRUO BAJO MI CAMA

 

Karime Guadalupe Carrillo López

 

Todos los días, en especial en las noches, veo sus ojos relucientes bajo la madera de mi cama. Al principio sólo escuchaba su escalofriante ruido, pero ahora veo sus ojos. Me ven fijamente asemejándose a una luciérnaga. No sé si ya se daría cuenta que sé de su existencia, tal vez, cree que aún puede asustarme con su sigilo y sus arañones a la madera durante la madrugada, pero no es así, al contrario, he estado tanto tiempo cerca de él que siento que es parte de mí. En ocasiones no lo veo y siento una sensación de vacío. Cuando lo escucho de nuevo, el alma me vuelve al cuerpo. Mis sentimientos por él son masoquistas, aunque a media noche salga con sus garras y me asuste en la oscuridad, aunque se suba encima de mí intentando asfixiarme mientras duermo, aunque me acose noche y día, a pesar de todo esto, siento que le necesito y no sé qué haría si no estuviera él. En ocasiones, salgo de casa a ver el atardecer y respirar aire fresco, pero últimamente eso se siente tan reconfortante que siento que debo volver a mi cuarto y sentir su frialdad, sentir tristeza, sentir temor.

La sensación de estar con él es complicada de explicar, se siente un vacío en el estómago y la cabeza pesada, el aire parece desaparecer de la habitación, siento cómo la adrenalina invade mi cuerpo y mis manos y pies se engarrotan aferrándose a cualquier cosa que tengan cerca, mis ojos se quedan abiertos sin parpadear, buscando cualquier indicio de su presencia, el ruido se hace cada vez más fuerte y, como en las películas de suspenso, cada que siento que por fin se va aparece de repente para asesinarme. Comienza a amanecer y la luz se apodera de mi habitación haciendo que el monstruo vuelva a la oscuridad bajo la cama. Cada mañana mi cuerpo vuelve a la normalidad, me siento más plena y con los pies en la tierra, el aire corre por mis pulmones y mis pupilas dejan de dilatarse. Aunque esa sensación es relativamente buena, me siento vacía, como si tuviera tanto tiempo acostumbrada al dolor que, una vez que no lo siento, me provoca un miedo insoportable.

Desconocía el objetivo de su estancia bajo mi cama, si me va a asesinar, si me va a lastimar o sólo quiere alimentarse de mi miedo, lo que sí sé es que es muy probable que un día se vaya, ya que mi temor por él se ha acabado y ahora es una necesidad para mí su presencia. Ya no es miedo mi sentimiento hacia él, es adrenalina pura, es la necesidad de tener a alguien que se encuentre en la misma habitación que yo y se interese por mí, aunque sea por dañarme. Cada vez más el monstruo bajo mi cama se volvía más necesario para mí, era como estar encerrada bajo llave en un lugar oscuro del cual no hubiese salida y, lo peor de todo, es que yo no quería salir.

Una noche, todo cambió. Esta vez se sentía todo diferente, como si el monstruo estuviera enojado, sentí como se movía arañando todo a su alrededor, sin hacer tanto ruido salió de abajo de la cama y se paró a un lado mío, donde sólo lo pude ver de reojo. Me quedé inmóvil, no puedo explicar su aspecto, pero sí la sensación de estar a un lado de él, se sentía como si toda la felicidad hubiese sido borrada de esa habitación, como si el miedo y la tristeza se apoderaran de mi cuerpo para hacerme temblar por dentro y sudar frio.

El monstruo comenzó a arañar todo a su alrededor, rugía como cientos de leones enojados, yo estaba paralizada, pero no de miedo, sólo sentía como no me podía mover, pero en el fondo sentía tranquilidad. El monstruo cada vez se volvía más violento y yo permanecía inmóvil, no podía ni verlo, sólo sentía su presencia, era como si fuera sólo una sombra cualquiera, el lugar estaba oscuro y sólo se veían sus ojos como luciérnaga. Esa noche el monstruo tocó mi rostro aun sabiendo que estaba despierta. Comenzó arañando mis brazos, mi torso y mis piernas, se sentía como si me clavarán mil agujas a la vez y luego con ellas me rasgarán la piel. No podía ni gritar, sólo sentía como sangraba por cada parte de mi cuerpo, pero no podía hacer nada, sólo sentía como poco a poco me iba quedando dormida.

Al despertar me encontraba en el patio de mi casa encima del césped verde y húmedo, me dirigí a la puerta principal y me encontré con mis padres con su cara invadida por la tristeza, quise preguntar qué pasaba, pero para todos era invisible, nadie me notaba ¿acaso sigo dormida? Me dirigí a mi habitación y me quedé atónita, ahí estaba, mi cuerpo en la cama y 4 forenses alrededor cubriendo mi cuerpo, al lado mío estaba una navaja llena de sangre, no sabía lo que estaba pasando. Uno de los forenses estaba llenando un reporte de lo sucedido las notas decían: la víctima presenta brazos, torso y piernas con cortadas hechas con una navaja de bolsillo perfectamente afilada, no presenta daños por forcejeo, no hay pruebas de asesinato y la navaja presenta huellas únicamente de la víctima, conclusión: muerte por suicidio.

 


Comentarios


Karime, al excelente relato de Itzel, le agregas éste, digno de Lovecraft, para llevarnos a los meandros de la mente en situaciones difíciles que todos, de una u otra manera, en nuestras soledades, hemos de afrontar, pero que con la Literatura comprenderemos un poco mejor.

Saludos. José Manuel Frías Sarmiento
Marcelo Tolosa dijo…
Muy bien Karime. Nos sorprendiste con ese final. Gran destreza de imaginacion para elaborar este texto. Saludos.
Esbeidy Ruiz dijo…
Karime, lograste volar mi imaginación a algo sorprendente.
Llego a la conclusión de qué la mente es lo más valioso y fuerte que tenemos, nos hace conocer o desconocer mundos, es maravilloso como elaboraste tu texto.
Me encanto, saludos
Karime, fascinante texto. Ha veces nos acostumbramos tanto a lo habitual que no nos damos cuenta del mal que nos hace y podría hacernos. Imagino e interpreto al monstruo de tu texto como los problemas que pudieran acongojar a cualquiera, también lo relacioné con un marido enojado jaja.

Ahora que el maestro Frías menciona el relato de Itzel iré a leerlo, también será interesante.

Saludos Prima, y a todos también.
Karime, me hizo recordar un cuento infantil un tanto desgastado por el uso. Cuyo título también se llama: un monstruo bajo mi cama, al leer en voz alta, produce al oyente atención y gusto.

Que la imaginación esté en mente adulta para crear y compartir.

Saludos 🖖

Anónimo dijo…
Impresionante la manera de abordar los problemas mentales (cómo un mounstro) la soledad y la depresión así actúan.

Un texto simplemente impresionante.

Entradas más populares de este blog