“Locuras, locuras, escribir un texto con locuras dijo el Maestro Frías. Es más fácil decirlo que hacerlo, no hablo de pensarlas, hablo de escribirlas”
LOCURAS
Flor Itzel Núñez Sánchez
Locuras,
locuras, escribir un texto con locuras dijo el Maestro Frías. Es más fácil
decirlo que hacerlo, no hablo de pensarlas, hablo de escribirlas. ¿Cómo hago
que tenga coherencia el texto? me pregunto en mi cabeza, mientras sigo mirando
hacia abajo, viendo los videos que me aparecen en el celular. En la clase del
profe Franco nos puso una actividad donde teníamos que inventar un cuento con
las tres imágenes que salían al azar en la ruleta; igual el Maestro Frías dijo
que decir tonteras es lo que siempre hacemos. Aun así, fue más fácil decirlo en
palabras que escribirlo.
-
¿A qué le tienes miedo? - dijo una vocecita. Volteo mi cabeza a todos lados y
no veo a nadie y creo que por estar pensando que debía escribir locuras me
estoy volviendo loca.
-No
te estás volviendo loca, aquí estoy- dijo de nuevo la vocecita.
“¿Dónde?”
Pensé.
-Donde
tú quieres que esté, en algún lugar que tú quieras, yo te ayudaré para que
puedas escribir locuras.
Bueno,
es oficial, ya estoy loca, pero si me va a ayudar a escribir locuras qué importa
que me vuelva loca. Entonces oigo que la vocecita se ríe y creo que proviene de
mi celular.
-Ven-
me dice la voz -si crees que estoy en el celular entra conmigo. –
Bueno,
igual no estoy haciendo nada. De pronto, siento que una oscuridad me inunda y espero
a que mi vista se adapte y no les voy a mentir, sentía que se me erizaba la
piel, pero no de miedo, si no de expectación, el saber que estaba dentro de mi
celular me hizo creer que sería un IA y que podía entrar a cualquier lugar de
mi teléfono. No me juzguen, veo mucha tele.
-Tienes
razón, puedes utilizar todo lo que tengas en tu celular, ¿a dónde quieres ir?
aquí todo es posible– dijo Eboy, bueno no sé cómo se llama, pero así le quise
poner, me recuerda al que sale en Ralph.
-Gracias
por el nombre, aunque me gustaría que fueras más creativa, pero, bueno, ¿a
dónde vamos? – Eboy aún me estaba preguntando cuando empezaron a aparecer unas
hileras de estanterías con libros, no sé cómo pasó sólo estaba pensando en si
podía ver mis libros, aunque aún se veía oscuro.
-Ya
estás aprendiendo- dijo Eboy- pero aun puedes hacer más. Dime, ¿cómo te
gustaría que fuera tu biblioteca? –
-Como
la biblioteca de Alejandría- me sorprendí al oír mi voz- pero no creo poder tener
una así y ninguna que tenga escaleras, aunque me gustaría poder tener una como
la biblioteca secreta de la princesita Sofía, ella podía entrar a los libros- y
me reí después de pensar en semejante locura, pero me callé cuando unos
arcoíris empezaron a llenar los espacios oscuros dando forma a una biblioteca
espectacular, un hermoso árbol verde y alto hacia sombra a unas estanterías de metro
y medio de madera, y lo sé porque me llego el olor de la madera, eran
muchísimas estanterías que rodeaban el árbol y llegaban hasta donde la sombra
tocaba.
-Eboy,
¿esto es real? -
-Claro
que sí, también puedes ir a cualquier libro, aquí todo es posible-
En
cuanto Eboy lo dijo corrí hacia los libros de Harry Potter, necesitaba ver a
Luna, esto era una completa locura y ella es una experta en el tema, no sé como
pero sabía exactamente donde estaba, en cuanto tomé el libro me encontré en la
biblioteca de Hogwarts, casi se me salen los ojos y por poco grito de la
felicidad, pero recordé en el lugar que estaba y no lo podía hacer, así que me
puse a buscar a Luna, no sin antes mirar toda la biblioteca y con qué ganas de
entrar a la sección prohibida. Al salir de la biblioteca vi a Luna que caminaba
hacia a mí sonriendo, como sabiendo que a ella buscaba y empecé a contarle lo
que estaba pasando, me sonrió de nuevo y me dijo: “Estás tan cuerda como yo”, y
se fue dando saltitos por el pasillo.
Una
parte de mi sabía que eso me diría y que era lo que necesitaba y así, sin más,
estaba de nuevo en la biblioteca del árbol. Eboy no paraba de hablar y decirme
que debería de revisar las antologías, que el texto debería ser relacionado con
UPES, éstas brillaban en la estancia más alejada, bajo el escaparate con letras
bailarinas para llamar mi atención, pero ¿quién, en su sano juicio, revisaría las
antologías en este momento? Ni estando loca lo haría. Y me solté riendo a
carcajadas. Es cierto, esto es una locura y no quiero saber qué me dirían
Piaget y Ausubel. Mi risa se cortó porque entonces ellos aparecieron tomando té
cerca de aquel estante hablado del conductismo o ¿cognitivismo? No lo sé, no
quería desaprovechar esta oportunidad de estar aquí.
Mis
ojos se posaron en el libro Trono de Cristal, Eboy me instaba a ir ahí para que
viera a Celaena y ver qué consejo me podría dar. Entonces escuché de nuevo mi
voz, más bien mis gritos: - ¿Estás loco? ¿Sabes que es lo que Celaena me haría
en cuanto me viera cerca de ella? Ella es la asesina de Adarlan.
-
¿Aun no sabes quién soy? - suspiro Eboy desanimado- bueno más tarde que nunca
lo sabrás, pero recuerda, aquí es posible lo imposible, puedes ir a ver sin que
nadie te vea. –
Eso
me sorprendió, pero me encantó, así que visité a Celaena, me enamoré de nuevo
del señor Darcy cuando le propone matrimonio a Elizabeth, me vestí con todos
los vestidos que usa América en la selección, visité el Covenat de Carolina del
Sur y de Nueva York, fui hasta el Inframundo y platiqué con Perséfone, y ooh,
por Dios, Alex tiene razón, Apolo es una hermosura. Y, por supuesto, visité a
los Ravenel, específicamente a Pandora, apoyaba completamente su lucha por los
derechos de las mujeres.
-Eboy,
creo que ya sé quién eres- le dije contenta por mi descubrimiento.
-Te
estabas tardando, recuerda que todo esto que viviste lo tienes que poner por escrito,
como estos libros, es la única manera en la que podré sobrevivir, no me dejes
como Mariposa vive ahí archivada-
-No
la he dejado, y tampoco a Emma, es sólo que es más fácil contigo- le dije- pero
ni te imaginas cómo le va a ir a Mariposa con los elementales- le dije más
emocionada.
-Lo
sé, recuerda quien soy, pero nadie más lo conoce y no debe quedarse ahí- me
dijo Eboy con tono solemne.
-Volveré,
aún tengo que conocer Jadre y los demás mundos-
Así nos despedimos ese día Eboy y yo.
Comentarios
Flor Itzel, escribir es más sencillo de lo que parece, si lo hacemos con naturalidad, con nuestras propias palabras y si tan sólo nos concretamos a decir lo que pensamos, lo que sentimos y lo que observamos; es fácil, si como dijera Carl Rogers, sólo contamos lo que nos sucede. Pero contarlo con la Verdad y la Verosimilitud que toda narración precisa para ser creíble y honesta.
Saludos, José Manuel Frías Sarmiento