"Tomando una gran bocanada de aire soltó en una sola frase: Levantaron al Luis"





VESTIDA DE BLANCO


Itzel Guadalupe Espinoza Gaxiola 


Aquel día sábado pintaba como un gran día, el sol está esplendido en un punto ni tan alto como se acostumbraba, ni escondido entre nubes grises, perfecto para pasarla fuera de casa.

La bella ciudad de Culiacán, en el estado de Sinaloa, por estas fechas siempre acostumbraba a estar saturada de personas, más en el centro, pues familiares iban y venían entre compras navideñas, salidas entre amigos o simplemente pasar un rato agradable en algún establecimiento de comida rápida. Sin embargo, también se es distinguido que por estas fechas se festejan muchas fiestas de diferentes asuntos como XV años, posadas, bodas o cualquier otro asunto que se agarre a lo grande.


Esto lleva a la historia que contaré hoy, la gran boda de Rosita. Un evento tan esperado y aclamado por todos sus familiares y amigos, no era para menos pues se venía preparando desde hace dos años y hoy era el gran día. Rosa Cárdenas y Luis Mendoza contraerían matrimonio después de 5 largos años de relación, entre palabras de sus amigos, perfecta. Eran ese tipo de pareja que cualquier envidiaria: tenían una gran comunicación, el amor se les notaba en sus miradas y actuar, aunque eran reservados en público, también tenían una gran química pues compartían muchos gustos en común, en fin, una pareja como de película.


Las familias de ambos eran católicas por lo que, cuando fue la pedida de mano en un hermoso restaurante a media noche mientras los familiares y la luna eran testigos de la próxima unión de los amados, los padres llegaron a un acuerdo de que debían juntarse como Dios manda, por lo que se casarían tanto en la iglesia como en el registro civil. No hubo reproche en ningún bando, ambos estaban entusiasmados y desbordando emoción y nervios, aunque no eran tan jóvenes, pues se encontraban en los mediados de los 20's, sabían la responsabilidad que acarreaba casarse y formar una familia, pero con determinación en sus ojos, ambos estaban dispuestos a luchar contra las adversidades que se les presentarán.


Mientras terminaba de arreglarse, con los últimos detalles de su velo y peinado, Rosita de encontraba acompañada de su madre y su hermana, ambas trataban de ayudarla a controlar sus nervios puesto que durante toda la mañana ni había parado de mover su pierna de arriba hacia bajo en un ritmo constantemente desesperante, al igual que morder su labio, que incluso si fue regañada múltiples veces por su maquillista y su madre, no podía dejar de hacerlo. Miles de pensamientos atravesando en su mente le revolvían el estómago, su madre le decía que era algo normal por la importancia del día pero que eventualmente se le pasaría, sin embargo, eso no la tranquilizaba para nada, solo agrandaba su angustia porque más que nervios tenía un enorme presentimiento de que algo ocurriría ese día. Aún si trataba de ignorar esas ideas, le era imposible no sentirse preocupada, quería que todo fuera perfecto, que la boda marchara inmemorable para que en años futuros sea algo a contar con orgullo para sus hijos y nietos.

Ansiaba por fin encontrarse en la iglesia con su futuro marido para saber que todo estará bien. Tenia la idea de que toda la angustia en su mente la había ocasionado su chismosa tía Lorena, quien les había advertido que no debían verse por nada del mundo con sus respectivos atuendos para la boda ya que era de muy mala suerte, su novio se había reído de lo dicho y llevando la contra le dió una sorpresa con su llegada a la boutique donde se estaba midiendo y probando su vestido de novia, la miro con su vestido para después bombardearla con una inmensidad de halagos, claro, antes que llegara su mamá y tía a correrlo desesperadamente del lugar, aunque ambas parecían muy molestas con la acción del contrario, la más alterada era la tía Lorena quien era muy devota de sus creencias y en palabras de ella "habían cavado su propio tormento".


Y si bien ella no creía que solo por una acción tan insignificante como era el que el novio viera vestida a la novia antes de la boda pudiera ocasionar algo relativamente importante en sus vidas, la duda ya se había plantado en su mente y crecía con el pasar de las manecillas del reloj, cada minuto que pasaba lo sentía más pesado. Solo deseaba que llegarán las dos de la tarde para al fin partir rumbo a la catedral donde la esperaría el amor de su vida, listos para unir sus vidas por la eternidad.


El tiempo les comió, incluso si estaba ansiosa, ya debía de irse rumbo al sitio pues el chófer las estaba esperando, pero la hermana no encontraba su brazalete dorado que tanto deseaba usar y para aumentar los nervios de la novia, el sujeto no tenia gran paciencia para esperar así que mientras discutía con la madre, repetía tal cual maltra "todo estará bien, todo estará bien" unas 100 veces hasta que su hermana se dió por vencida, con el regaño de su padre, y por fin partieron rumbo al centro de la ciudad.


El tráfico era un verdadero caos, las filas avanzaban muy lentamente y el ruido del claxon interminable no mejoraba la situación. Por la ventana podía observar como pasaban al momento motocicletas de la policía a toda velocidad entre los autos, como si estuvieran siguen o buscando a alguien, no quería angustiarse mucho con esa idea ya que en estos días era normal ver más policías rondando una zona tan traficada como el centro, lo ignoró mirando su celular, no tenía ninguna notificación y era extraño porque aunque sabía que todos estarían preparándose para el evento, esperaba que por lo menos su pareja le respondiera el mensaje que le había dejado la noche anterior pero ni siquiera lo había dejado en visto. "Tal vez está muy ocupado" pensó.


Cuando llegaron el chófer se estacionó justo enfrente de las escaleras de la iglesia, pudo observar que solo se encontraban miembros de su familia: su abuela, todas sus tías con los primos y una que otra amiga y amigo. Al parecer no fue la única que le extraño la situación pues su padre procedió a preguntarle por el paradero de Luis y su madre, más astuta, tomo su teléfono para comenzar a realizar llamadas a su suegra o a alguien de la familia de su novio, realmente no tenía cabeza para pensar y más con las preguntas que comenzaron a lanzarle. Sus amigas fueron su salvación pues la rodearon y comenzaron a halagar desde su maquillaje, vestido, hasta su peinado y manicura. Carla, su mejor amiga, le dijo que no se preocupara pues los retrasos e imprevistos siempre ocurrían y que de seguro el venía en camino junto a su familia.


10, 15, 20 minutos y nada, no llegaba absolutamente nadie y lo peor del caso es que al parecer tampoco respondían el teléfono, el cura de la iglesia ya había salido a dar su último llamado y dio como ultimátum de espera 30 minutos, no más. Para esto ya todos se encontraban alterados y que decir de la pobre Rosa, no había ser en este mundo que fuera capaz de calmarla en estos momentos al menos que fuera su prometido y ese no tenía pinta de aparecer pronto por el lugar. Los murmullos a su alrededor ya comenzaban a calarle los oídos, demasiadas especulaciones entre que ya había quedado plantada en el altar pues el novio se arrepintió de último momento, hasta que de seguro había sido cambiada por otra mujer, incluso el comentario más absurdo hacia que su corazón doliera porque aunque todos fueran falsos, los hechos eran que en el día más esperado y dónde se supone debía ser más feliz, ya estaba pisoteado y no había forma de que se estropeara más la situación.


Aunque se encontraba muy equivocada, el destino actúa de manera inesperada y para desdicha de Rosita, no era favorable para ella. Una llamada entro inesperadamente al teléfono de su mamá, quien se alejo un poco de ellos para contestar lejos de bullicio, no tomo ni 5 segundos escuchando el otro lado de la llamada para que sus expresiones comenzarán a cambiar rápidamente, de enfado a sorpresa y algo de angustia, en definitiva no era algo bueno si colgó y su cara no mostraba nada positivo. Se acercó a ella y la tomo de los hombros mientras le pedía que se calmara, aún si ella se mostraba más nerviosa, tomando una gran bocanada de aire soltó en una sola frase; "levantaron al Luis"


Casi caía de rodillas si no la hubiera sostenido su padre, comenzó a pedir explicación a su madre mientras comenzaba a llorar y se corría su bonito maquillaje, para este momento todos sus familiares ya se habían dado cuenta y comenzaban a amontonarse para saber que ocurría, rosita por más que intentaba mantenerse cuerda no podía procesar la noticia y le desesperaba que su mamá no soltará más palabras, quería salir corriendo de ahí y encontrase con Luis, quería verlo e incluso deseaba que todo esto fuera una cruel broma como las que acostumbra a hacer , que todos comenzarán a reírse mientras él llegaba a decirle que había caído como siempre, pero todo parecía indicar que era real.


"El carro en el que venia fue interceptado y los bajaron a punta de pistola, se llevaron a don Omar, al Luis y al Cristian, dejaron a Julieta de puro milagro pero dice que la botaron por allá en el ranchito y ..." La voz de su madre se hacía pequeña y con esfuerzo se entendía lo que decía, dejo de escuchar para ahora sí lanzarse a llorar con ganas mientras su padre y cercanos intentaban calmarla, pero todo era en vano porque ninguna palabra hacia efecto en su corazón hecho pedazos, su pecho apretaba y dolía con cada sollozo, las voces al rededor comenzaron a girar y golpear con fuerza, en un momento sintió que ya no estaba ahí.Las horas pasaron hasta que despertó en su cuarto, cubierta con sus sábanas y con su pijama de dormir, reviso su armario y ahí se encontraba su vestido intacto ¡Fue solo un sueño! Claro que debía ser eso, miro la hora en su reloj y supo que debía cambiarse rápido si pretendía llegar a tiempo y no ser ella la que lo deje plantado. Cuando terminaba de ponerse el vestido, su madre entro al cuarto, con un vestido negro, un pañuelo que cubría la mitad de su rostro y los ojos rojos e irritados por el llanto. Se desequilibrio por un momento, su madre la miro y aumento su llanto, se acercó abrazándola y repitiendo ; "lo siento tanto, hija" que solo la confundieron mucho, ¿Por qué estaba en ese estado? Hoy era el día mas especial para ella y nada lo arruinaría. La alejo y le reclamo por no estar lista, pero el estado de su mamá no parecía cambiar en lo absoluto, de hecho su cara de preocupación solo aumentaba con cada palabra que salía de la boca de rosita. La muchacha salió de la habitación con su madre pisándole los talones, en la sala se encontraban su padre y hermana en la misma situación, pero no los comprendía y comenzaba a enfadarse. Salió de su casa con el vestido puesto y el ramo en mano, si ninguno de sus familiares pensaba en apoyarla, ella iría sola, era lo que pensaba en medida que avanzaba por las calles y recibía miradas extrañas de las personas, no le importaba porque solo quería ver a su prometido y estar juntos al fin. Cuando al fin llegó a la catedral, se sentó por horas en las escaleras a esperar, muchas personas pasaban, otras entraban a la iglesia pero ninguna era su novio. Tuvo un pequeño destello de esperanza cuando de un bonito carro gris bajo un apuesto hombre en traje, pero al ver su rostro, supo que no era su amado. Y las campanas de la iglesia sonaron repetidas veces, el sol le calo en su piel y su familia no paraba de tratar de convencerla de irse del lugar, pero no lo lograron.


Pasaron los años, todos los días, a la misma hora, Rosita llegaba a la iglesia y se sentaba a esperar, siempre asistía con su vestido blanco y su ramo de flores que comenzaba a marchitarse, solía quedarse hasta el anochecer y a veces, en sus desvaríos, confundía a personas con su prometido. Sus sueños siempre eran atormentados con la desagradable escena de la noticia, pero aprecia él y le repetía que esperara un momento, que cumpliría la promesa de casarse y unir sus vidas para siempre, ella siempre aceptaba porque él siempre cumplía sus promesas, dentro de su corazón, ella deseaba que pronto cumpliera su promesa





Comentarios

Itzel, te felicito por la interesante historia que nos cuentas. Mezclas realidad y fantasía, leyenda que se vuelve cotidiana en nuestro querido terruño. Se advierte cierta reminiscencia con la tragedia de Lupita, la icónica Novia de Culiacán. Y eso hace más genuino y atractivo tu relato, por el giro que le imprimes a tu narración.
Es un placer que el Taller despierte a talentos literarios como el tuyo.

Saludos y un abrazo. José Manuel Frías Sarmiento
La verdad que Itzel se la rifa cada día, por su capacidad diría que no me sorprende pero es todo lo contrario, sorprende a mi mente cada vez más; agarra de aquí y allá para armar una increíble historia digna de una gran novela, y creo que se basa mucho de Lupita la Novia de Culiacán y le pone aún más sazón y toque de originalidad al narrar una versión aún más trágica y coherentemente bien estructurada, con un gran time skip que deja esperanza que pronto se vuelve desesperanza, muchas gracias Itzel por la historia, y que gusto ver que de nueva cuenta te publican.
zeel!° dijo…
Muchas gracias a ambos por sus comentarios, como lo comentan, para este relato me base en la emblemática leyenda de la novia de Culiacán ya que quise darle un toque más actual y acordé a los sucesos que ocurren en nuestra ciudad, el reflejo de la violencia y el daño que ocasiona a terceros.
Saludos y muchas gracias por tomarse el tiempo de leerlo.

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