“Sentada aquí al pie de la ventana, con mi taza de café ya vacía, con las lágrimas resbalando por las mejillas, dejó ir la ilusión”





 

ILUSIÓN

 

Elsa Carolina García Carrillo

 

Hoy me detuve un momento al pie de la ventana, la brisa de la mañana se siente ligeramente fresca por la nueva temporada que se avecina. Es fascinante pensar en la idea de que fin de año se acerca y todos esas promesas, metas y demás cosas que aseguramos lograríamos este año ya tienen la fecha de caducidad muy pronta.

Sentada aquí con mi taza de café en una mano y mi pedacito de pan en la otra, me puse a pensar en todas esas promesas vacías que se fueron flotando cual partículas de polvo iluminadas por un rayo de sol.

Pensé en ti, en las tantas cosas que prometimos y que jamás cumplimos. Te pido una disculpa por todo lo que hice y no hice. Si te preguntas en algún momento ¿Qué no hice? Bueno, no dudé de ti ni un momento, no vi venir el vacío inmenso que me dejarías dentro, una vez que te marcharas.

¿Que qué hice? Bueno, la respuesta es muy sencilla: yo creí en ti, en tus palabras, en tus besos que, de alguna manera, parecen haberse pegado en mi piel como un parásito… Sí, ya sé que no es la más bonita de las expresiones y pude haber cantado la letra ésa de tatuajes de tus besos llevo en todo mi cuerpo… Pero lo cierto es que, justo ahora, se sienten como parásitos chupasangre que me seccionan las energías de a poquito.

Me siento sola y triste, me siento despechada, desorientada, amargada y todo lo que termine en “ada”. Sí, sí, madreada también.

Parece un chiste que en tan poquito tiempo te entregué toda la confianza del mundo, te dejé abiertas las puertas de mi vida, aun cuando acababa de trapear el piso y traías los zapatos sucios ¿sí entiendes lo que digo? Me refiero a que sabía que no eras la mejor persona del mundo y, aun así, estaba convencida de que no pasaría nada si te dejaba ser parte de mi caótico mundito.

Yo no sé cómo le hiciste, pero por un pequeño instante hiciste que ese caos dejara de suceder y se convirtiera en una perpleja calma; luego, sin más, casi en un suspiro, decidiste que era mejor desarmar todo de nuevo y bailar El Sinaloense con botas sobre los pocos fragmentos que quedaban sin lastimar.

Sé que aun tienes compasión y no eres tan cruel como para darme el tiro de gracia y decirme, de una vez por todas, que todo lo bonito ya se acabó, que nuestro pequeño infinito se extinguió así sin más. Tal vez no quieras admitirlo, tal vez yo no quiera admitirlo, tal vez simplemente fingimos que ninguno de los dos tiene la culpa y está bien.

En alguna noche de diciembre, temblando de frío y frotándome las manos seguramente aceptaré el hecho de dejarte ir como el Año Viejo; aceptaré que te quedes ahí como un recuerdo de todo lo bonito que fue, sabiendo que duele mucho más lo que nunca fue. Porque simple y sencillamente así es esto, como dijo MORAT: duele lo que pudo haber pasado, incluso, más que lo que no pasó.

Sentada aquí al pie de la ventana, con mi taza de café ya vacía, con las lágrimas resbalando por las mejillas, dejó ir la ilusión, suspiro de nuevo, casi como por compromiso, y volvemos a la realidad en un parpadeo.

 

Comentarios


Carolina, la Literatura siempre será el refugio y la puerta de salida de los sentimientos que nos alegran y nos agobian. Bonito y sentido el relato que nos compartes.
Saludos, José Manuel Frías Sarmiento
Marcelo Tolosa dijo…
Estimada Carolina, aquí también con café en mano y unas galletas leyendo su relato. Coincidiendo con todas las metas, ya se nos fue el año, y quedaron pendientes y que maravilloso de la literatura que nos permite captar y plasmar esa montana rusa de emociones. Le mando un saludo.
¿Qué seriamos sin ilusión? Pienso que todo es bueno, hasta lo no bueno que destroza momentáneamente las expectativas. Los caminos espinosos, después no lo son tanto. Me parece... el amor y los desencantos... todo pasa ¿qué no?

Estimada Carolina, gracias por compartir y hacerme sentir para comentar estas ideas un tanto loquitas de mi parte:)

Saludos a todos los integrantes de este Blog.

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